Bélgica

Progresa adecuadamente ...

Ruth Prieto
jueves, 11 de abril de 2019
Barbara Hanningan © 2019 by Harrison Parrott Barbara Hanningan © 2019 by Harrison Parrott
Bruselas, martes, 26 de marzo de 2019. Teatro de La Monnaie, Festival Klara, versión semiescénica de la ópera The Rake’s Progress de Igor Stravinski. dirección escénica de Linus Fellbom, diseño de vestuario de Anna Ardelius, diseño de máscaras de Theresia Frisk. Reparto: Aphrodite Patoulidou, Elgan Llŷr Thomas, Yannis François, Fleur Barron, Antoin Herrera-Lopez Kessel, James Way. Ludwig Orchestra. Vlaams Radio Koor dirigido por Bart Van Reyn. Barbara Hanningan, dirección musical. Producción de Klarafestival Co-producción De Munt / La Monnaie, en colaboración con Equilibrium.
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En el marco del Festival Klara, en el Teatro de La Monnaie pudimos escuchar la ópera The Rake’s progress de Igor Stravinsky en versión semi-escénica bajo la batuta de Barbara Hanningan, por primera vez directora musical de una ópera. Este concierto es parte de una gira internacional en la cual la soprano canadiense debuta como directora de orquesta de ópera, la misma ópera con la que debutó como soprano cuando contaba con 23 años, con el personaje de Anne Trulove sobre el que Hanningan comenta: “It was a role that I adore”; y que fue el primer gran papel de su vida artística. Otra coincidencia es que debuta como directora en el mismo teatro – La Monnaie- donde interpretó a Lulú, un papel que ella describe como el papel de su vida y que cambiaría su carrera para siempre.

La ópera de Stravinski, basada en el relato de Fausto se escenifica con una enorme caja negra en la boca del escenario, cuyas paredes caen en las primeras notas de la partitura. La caja negra contiene todos los elementos principales de escenografía y atrezzo de la obra, y es también donde se desarrolla básicamente la historia, todo en blanco, negro y grises. Linus Fellbom homenajea así los maravillosos grabados de William Hogarth, pintor y grabador del siglo XVIII cuyas obras inspiraron directamente esta obra musical.

La puesta en escena muy minimalista – de hecho, resulta a veces demasiado minimalista- intenta ser un descenso al infierno en ocho pinturas. Algo pobre y más cercana a una versión de concierto que a una versión semi-escénica de la que esperaba mucho más, sobre todo tratándose del genial Fellbom. La idea es muy buena y deja entrever al genio fantástico de Fellbom, pero la manera de llevarla a cabo es en mi opinión demasiado estática y falta de matices. Por otro lado la disposición en el escenario con los cantantes delante dando la espalda a la orquesta que se sitúa detrás de ellos, aunque visualmente pueda ser atractiva y a pesar de los múltiples monitores donde se puede ver a Hanningan dirigiendo, no acaba de funcionar bien. Que todo el elenco esté presente todo el tiempo en el escenario es algo importante para Barbara Hanningan, comenta en una entrevista, y puede ser una gran idea, pero tiene que tener un propósito, porque si no, es estar por estar.

Barbara Hannigan se enfrenta así a su primer gran reto como directora de una orquesta de ópera y no podía haber escogido mejor. The Rake's Progress, es una obra que conoce muy bien, y la dirigió con emoción. Es una fábula que no ha envejecido, su temática sigue siendo rabiosamente actual y este juego de mezclar tradición y vanguardia y la idea de revisitar los clásicos encajan con Hanningan como anillo al dedo. Barbara impregna de frescura la obra tanto en su forma de dirigir como en el elenco escogido a través de este proyecto de mentores que es Equilibrium. Perfecta en el fraseo y valiente a la hora de la disposición, no deja de tener problemas que se traducen en algunos pequeños desajustes. El resultado es muy positivo, un diálogo elocuente con estos jóvenes músicos entre los que destacan Aphodite Patoulidou y sobre todo un fantástico Antoin Herrera-López Kessel.

Del elenco destaca su juventud, pero no siempre juventud es sinónimo ni de frescura ni de brillantez. Hanningan explica que Equilibrium no es un programa de educación o de training pero a estos jóvenes cantantes les falta dirección escénica. Le faltó frescura a Yannis François en el papel de Nick Shadow. Ya nos anuncian que no se encuentra bien, pero si uno no se encuentra bien no canta. Este es un personaje maravilloso lleno de matices que tiene que resultar seductor y adorable, pero lo cierto que esa cadena y su actuación está recordando todo el tiempo que es “el malo”. Echo en falta mucha más sutileza. Aunque me quedo con ganas de escucharle en una buena noche en mejores circunstancias.

Desde luego muy lejos de brillar Elgan Llŷr Thomas, que hace de malote pero en ningún momento alcanza los niveles ni de una gran seductor ni de un gran canalla que es lo que uno espera de este Tom Rakewell. Le falta “malicia actoral”, le sobran lugares comunes y la voz no siempre está a la altura, tal vez en otro papel, pero no en este. Elgan Llŷr Thomas no me parece la selección más adecuada para este papel, en el que está muy forzado y le faltan matices musicales y sobre todo actorales, no es un Tom Rakewell es un estereotipo del malote.

La joven cantante Aphodite Patoulidou interpreta fantásticamente a una Anne Trulove clara, precisa, profunda, llena de emoción, con una voz que corre limpia sobre el patio de butacas. Me apunto su nombre. Fleur Barron, en el misterioso papel de Baba, la turca, y James Way en el papel de Sellem, muestran rigor y buen hacer en sus papeles. Fantástico Antoin Herrera-López Kessel, en su doble papel, sin duda el mejor del elenco, marca la diferencia: presencia, voz, emoción, interés, musicalidad. Lo tiene todo. El coro también es de lo mejor de la noche, precisión y poderío.

A pesar de los problemas Barbara Hanningan se dibuja como una excelente directora de ópera, es una gran artista, interesa lo que hace, arriesga y progresa. Progresa adecuadamente.

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