Entrevistas

Luis Cobos: "Sólo trato de que la profesión no me aleje de la vocación"

Irene García Cañedo
lunes, 6 de mayo de 2019
Luis Cobos © 2015 by Dominio público. Wikipedia. Luis Cobos © 2015 by Dominio público. Wikipedia.
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El maestro Luis Cobos, con más de 30 años de carrera y con ventas que superan los 15 millones de discos, vuelve a los escenarios con ¡Va por México!, una muestra del magnífico universo musical de México. Su nuevo disco da nombre a su gira, que tendrá parada en España, México, Estados Unidos y varias capitales europeas. El viernes 10 de mayo ofrecerá un concierto en el Teatro Real de Madrid, acompañado por la Europa Symphony Orchestra y el Mariachi Juvenil Tecalitlán. Ambas agrupaciones llegan a España exclusivamente para este acto benéfico por la Federación Española de Enfermedades Raras.

Irene García Cañedo. Lo definen como director, compositor, orquestador, productor… ¿con cuál de estos adjetivos se siente más identificado?

Luis Cobos. A mí lo que me gusta mucho es escribir, pero dirigir también. No te sabría decir cuál de las dos prefiero, porque son dos actividades muy diferentes. Componer y orquestar me gusta muchísimo, porque es un mundo más íntimo, tu obligación es la de respetar temas que son de otros. En cambio, la dirección es algo más directo, conviertes un espacio, lo modelas con una serie de matices y un discurso propio. Alternar las dos cosas me viene muy bien. 

Tras tantos años de trayectoria, ¿cuál cree que ha sido la decisión más importante, la que le ha traído hasta aquí? 

Yo soy un músico tonal, de emociones. He trabajado mucho para los demás, como arreglista, como director, y me he ido moviendo entre los diferentes estilos de la música, tratando siempre de hacer las cosas con dignidad. La propia vida, la suerte y la profesión me han ido empujando hasta el status quo que tengo ahora. Fui un chico de pueblo que se crió en una banda de música, ellos me inculcaron la vocación a este arte. Sólo trato de que la profesión no me aleje de la vocación. A veces la profesión da grandes satisfacciones, pero la vocación es la impronta más importante del ser humano.

Versionar música de Bach o permitir que el público aplauda durante los conciertos no debe ser lo que más gusta a la crítica más purista. ¿Por qué tomar una decisión que parece tan controvertida? 

No me interesan. Soy un músico que utiliza la música para transmitir emociones y lo hago a través de los conjuntos instrumentales que hay. Aplaudir es algo fantástico. No son aplausos continuos, yo suelo pedir que hagan percusión un ratito. No hay nada mejor para el público que está en una butaca que ofrecerle la oportunidad de meterse y ser parte de la orquesta. No sé por qué es controvertido dar palmas, no lo entiendo, pero no me interesa mucho lo que piense la gente. A los que trato de complacer son a los 15 millones de personas que han comprado mis discos y los otros cuantos millones que me han visto en concierto.

Parece una forma de acercar a los públicos a la música clásica.

Entiendo que tiene que haber muchas formas de poder expresar la música, no solo una. La mía es particular, no estoy en el circuito de directores, no tengo una orquesta propia, ni tengo subvenciones. Trabajo por amor al arte y trato de ganarme la vida con ello, con dignidad y un compromiso con la música. Me muevo en el campo en el que soy más feliz. Yo toco para la gente corriente, los discos que he hecho no iban para coleccionistas de música de Bach, naturalmente, quería meter la música sinfónica en las casas y en los coches y lo conseguí. Cuando haces una propuesta popular tienes que manejar unos elementos diferentes a cuando haces unos programas para gente más formada, acostumbrada a asistir a conciertos.

¿Qué proceso lleva a un director de formación superior a fijarse en la música popular de un país que, además, no es el suyo?

¿De dónde crees que ha podido salir (tararea el comienzo de la Consagración de la Primavera)? ¿De la cabeza de un compositor o de un recuerdo de la naturaleza, del canto de un pájaro o de la melodía que escuchó en un pueblo de un viejito flautista? La mayor parte de los grandes temas de la música, los que han sobrevivido a todas las épocas, se basan en la música popular. Por lo tanto, tiene un gran atractivo para todos los músicos que conozco. México es un universo maravilloso, tiene un mosaico musical muy atractivo. Tiene músicas procedentes del mundo indígena, prehispánico. La llegada de los españoles dejó la impronta de unos ritmos en su mayoría influenciados por los andaluces, de músicos que llegaron con Cortés, y se nota muchísimo en los sones, en el huapango, ritmos deliciosos y muy bien construidos. 

La música mexicana es una música aún por descubrir, aunque sea ancestral. Me interesan mucho sus ritmos amalgamados. México tiene más de 60 comunidades indígenas con idiomas vigentes y más de 340 variaciones lingüísticas. Y en sus ritmos, amalgamas de siete y de cinco y medio. ¡De cinco y medio! No es posible, lo tocan como si nada. Como nos pasa con las ragas hindúes, que van de 2 hasta 16, o a los que no somos gitanos ni flamencos, que lo dirigimos pero tenemos que contar y ellos no. 

¿Qué hay de la música popular española?

Es irremediable caer en sus garras, y no soy el único que se ha basado en la música popular de otros países. Rimsky Korsakov, ruso, creó el Capricho Español basado en ritmos españoles; Glinka, ruso, compuso la Jota Aragonesa; la historia más popular en el mundo de la ópera, Carmen, la compuso George Bizet, francés; o España, la rapsodia sinfónica compuesta por Emmanuel Chabrier. En España hay cosas que son muy atractivas, como la jota, el pasodoble, las malagueñas, las bulerías, no te digo ya el flamenco, que han embelesado a todo el mundo, como a Falla, Albeniz, Granados o Turina.

Desde los 80 le habrán hecho incontables entrevistas, ¿alguna pregunta que siempre haya querido responder?

Me han preguntado todo lo que se pueda preguntar durante todos estos años. No soy consciente de ello, pero quizás… en qué me inspiro para hacer una orquestación de un tema de otra persona y que ya está muy esquematizado. Lo primero que hago es respetarlo. Trabajo con mucha gente a la que llaman silbadores: no conocen el idioma, el solfeo, la técnica musical, pero son auténticos creadores, que lo cantan, lo silban o lo inspiran. A mí me han dado temas golpeando en una mesa y tarareando.

Yo busco un motivo y le doy una imagen a la melodía, una forma, un olor, un sabor. A partir de ahí empiezo a rascar. En el disco ¡Va por México! no he buscado ampliación o modificación de las armonías, sino que he buscado en ellas las respuestas, diálogos y contrapuntos. Hay que buscar las soluciones en su propia estructura compositiva y en las armonías y los acordes que sugieren la sencillez de esos temas.

Usted ha producido a grandes artistas españoles, ¿de qué manera influye en un director de orquesta sinfónica esa profesión, cuando está orientada a la cultura pop? 

Yo les he dado el soporte técnico y la reflexión de cómo estructurar una idea musical en una canción, en un concierto. Cuando he trabajado con gente muy joven, muchos lo que tenían era una idea musical grabada en una maqueta. Cuando les ofrecías otra cosa te decían que no les gustaba, porque su idea la llevaban escuchando seis meses y la tuya tres minutos. A veces había que ceder, porque la visión que solías tener, en mi caso cuando tenía 30 años y trabajaba con gente de 18, 22 años, era estéticamente muy diferente a la que podía tener él o ella, y podían acertar más que yo aunque no tuvieran la técnica para ello. Me gustaron mucho esas etapas porque aprendí mucho de la gente. Mientras ellos tenían la osadía o el atrevimiento de preguntarme “por qué eso y por qué lo otro”, yo, al tener que responder, comprobaba que no estaba tan acertado como creía en un principio y es una forma de ver el trabajo muy productiva. 

En 1985 actuó por primera vez con una orquesta (The Royal Philharmonic Orchestra) en el estadio Santiago Bernabéu de Madrid, ante 82.000 personas. Ahora, los chicos de Operación Triunfo cantan ahí en sus giras y también lo llenan. Hablando de puristas, ¿cree que es la misma experiencia, tanto para los músicos como para los espectadores?

Depende un poco de los gustos. La gente que va a un concierto espera emocionarse, eso está clarísimo. Un director puede marcar “1, 2, 3, 1, 2, 3”, y si lo lleva medio bien, puede dirigir la Sinfonía Incompleta de Schubert de principio a final y le aplaudirán. Esa no es la función de un director. La función es desde luego, marcar (algo que puede aprender casi cualquiera que tenga un mínimo de sentido rítmico), pero lo que importa es captar el sentido de esa partitura, lanzárselo a los músicos y convencerlos, para que llegue al público y lo disfrute. 

El pop tiene una cosa a su favor, que yo trato de utilizar: el volumen. La pegada de la música influye mucho en la gente, porque entra por los poros, no solo por los oídos. Todo suma en el mundo del pop y el rock, en el que yo he estado también. Por lo que muchos de mis conciertos los amplifico y trato de “competir” con ese elemento del pop que es bastante benéfico, en el sentido de que le llegue muy bien a todo el mundo, que no haya que estar luchando contra el aire cuando hay tanta distancia desde el público hasta la orquesta. El pop utiliza una serie de elementos que la música orquestal está empezando a utilizar. La luz, el atrezo, la escenografía, que no interrumpen para nada que el primer trompa toque su solo y que harán que la gente salga muchísimo más convencida.

No sé si, de entre todos los premios que ha recibido a lo largo de su carrera, los discos de Platino siguen teniendo un lugar especial, pero, ¿le da alguna satisfacción compartir galardones y listas con artistas como Madonna o Elvis Presley?

En mi casa no hay ninguna huella de fotos ni de premios. Pero lo tengo todo en mi estudio, donde yo trabajo. Han sido muchos, he sido muy afortunado y da mucha satisfacción. Para llegar al público, en mi trabajo, tengo que convencer a muchísima gente. Mover a cien personas en un escenario, con un repertorio y miles de papeles y partituras, reunir un público y que le guste, no es tan fácil como tocar una guitarra con un micrófono en una plaza, que a lo mejor 600 o 1.000 personas te han visto ese día. A nosotros no nos ven si no se dan todas esas circunstancias juntas. Yo renuncié a dedicarme a opositar para ser director, quise hacer más cosas que eso, hacer proyectos propios y la verdad es que da mucho gusto ver que he estado número uno ocho veces o que se han vendido 15 millones de mis discos. Y luego, el verte en una lista de éxitos, compartiendo lugar con personas como Michael Jackson o Elvis Presley, apoyados por multinacionales poderosísimas y con muchísimo dinero, pues mira, no está mal. Es agradable.

Viene a Madrid a presentar la gira de su disco ¡Va por México! ¿Cómo ha sido hasta el momento el recibimiento de este último lanzamiento?

En unos países mejor y en otros no tan bien. Me ayuda mucho que la música sea reconocible, hay nada más que tres composiciones mías en el disco, por tanto me siento muy afortunado de estar al amparo de una música que es muy transversal, muy festiva, energética, bonita. Tengo la suerte de haber podido unir una orquesta sinfónica de renombre (la Europe Symphony Orchestra) con un mariachi mexicano también de renombre (Juvenil Tecalitlán). Cuando un grupo popular nuevo se acerca a una sinfónica como esta, suelen acoger a los que quieran tocar con ella. En este caso, ellos tenían el estilo, la manera de tocar y la traición guardada. Son gente de raíz y de estudios, de familia y zona de mariachi. Ha sido muy bonito conseguir que la orquesta se dejara influenciar, los mariachis han conseguido que hagan un poco más de cintura y que bailasen un poco más a la manera indígena. Estoy contento de haber conseguido esa fusión.

Un concierto benéfico en el Teatro Real… ¿cree que es altavoz suficiente para mostrar a España el potencial de esta música? 

Es uno de los mejores lugares donde se puede actuar, es el coliseo por excelencia de la música, y yo creo que sí, es espléndido para mostrar esto.

¿Es especial para usted esta Federación Española de Enfermedades raras?

Estoy bastante ligado a asociaciones comprometidas a ayudar a los demás. Por ejemplo, el año pasado di un concierto en el Auditorio Nacional para presentar mi disco Fantasías con Manos Unidas. Hay más de 3 millones de personas en España que padecen enfermedades raras, entre ellas, muchos niños. En estos casos es muy importante la investigación y el diagnóstico. El saber no te mejora de pronto, pero sí te facilita tener un tratamiento. La FEDER es una federación muy seria y muy comprometida. Yo quiero juntar estos elementos, la Europe Symphony Orchestra, con un mariachi de raza, en el Teatro Real y yo en medio, a ver si me queda un huequecito para colarme entre todos los artistas que vienen (Pitingo, Gospel Factory y Ana Alcaide). 

Y para terminar con un tema aún más de actualidad. No sé si se habrá enterado, pero… ¿qué le parece el uso que hicieron de los mariachis los miembros de Forocoches el pasado domingo de elecciones en Génova?

Es simbólico. La música tiene ese riesgo, mucha gente la utiliza para la emoción, la liturgia, pero también para la juerga. No tengo una opinión al respecto, creo que es una broma simpática y como tal hay que tomarla. Aprovecharon su estribillo (canturrea Cielito Lindo), una gran y bonita canción, muy versionada por cantantes en inglés, ¡incluso en chino! Es algo simpático.

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