Alemania

De efectos y afectos

Esteban Hernández
miércoles, 8 de mayo de 2019
Turandot © 2011 by Bayerischen Staatsoper Turandot © 2011 by Bayerischen Staatsoper
Múnich, miércoles, 2 de mayo de 2018. Bayerischen Staatsoper. Puccini: Turandot. Dir. escena: Carlus Padrissa - La Fura dels Baus. Video: Franc Aleu. Anna Pirozzi (Turandot), Ulrich Reß (L’Imperatore Altoum), Yonghoon Lee (Il Principe ignoto), Golda Schultz (Liù), Mattia Olivieri, Kevin Conners, Galeano Salas (Ping, Pang, Pong). Coro de la Bayerischen Staatsoper (Sören Eckhoff, director). Bayerisches Staatsorchester. Dir. musical: Pinchas Steinberg
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Es la segunda vez que me enfrento a esta producción, que data de 2011, y sigo poniendo sobre la mesa los problemas que a mi entender se esconden tras la apuesta de la compañía catalana La Fura dels Baus. El paso del tiempo es una lastra para una puesta en escena que en tiempos supuso quizás un reto para el espectador, ávido de nuevas experiencias visuales.

Poco a poco nos vamos acercando con sigilo a ese 2046 en el que se ambienta, y a buen seguro la tecnología y los efectos, en los que se basa una buena parte de la experiencia propuesta, ha dado pasos más importantes de los pronosticados. Es bajo esa premisa donde pese a su relativa adolescencia se vuelven por ejemplo vetustas e incómodas las gafas 3D, aquellas que en principio protegen al espectador de mirar directamente a Turandot.

Tengo que señalar al respecto que tuve que contactar con la Fura para entender cómo al arrancar el tercer acto el teatro no profería indicación alguna al público para ponerse los anteojos, siendo evidente que la proyección las requería. El famoso iris pierde tras los aciertos del príncipe su función protectora, y de ahí que decaiga la necesidad del uso de los mismos ... esa fue la explicación, colma de lógica, pero esa misma razón torna sin duda irrelevante y prescindible el efecto.

“No hay más sordo que el que no quiere oír” sería la sentencia que utilizaría para definir la reacción del público al bajar el telón ante las prestaciones de los intérpretes. Entiendo que se quiera premiar con el aplauso a Golda Schutz, uno de los buenos frutos de la academia de la Staatsoper que tan buenas tardes ha ofrecido durante su formación. Su Liù tuvo méritos vocales e interpretativos, sin duda, pero a gran distancia de una Anna Pirozzi suprema, clamorosamente ignorada pese a haber ofrecido el mejor tributo a Puccini de la velada. Amén de su caudal e impecable dicción, faltaría más, pocas sopranos se pueden vestir las galas de la hija del Turán sin que el inmovilismo escénico impuesto haga que el análisis de su prestación global mengüe ostensiblemente.

La Stemme que lideró esta puesta en escena en 2016 pecó por ejemplo de un dramatismo vocal wagneriano, impropio pese a su buena voluntad. Stemme fracasó para cualquier pucciniano que se precie y puso en evidencia que el rol encorsetado por La Fura debe sostenerse en un elevadísimo porcentaje con el propio instrumento. Pirozzi en este sentido era una garantía, abrazó el personaje con sus cuerdas vocales, ensalzó su línea y la sostuvo sin palidecer, algo que el público muniqués no supo valorar por puro desconocimiento, limitándose a unos aplausos a todas luces escasos para quien fue la verdadera protagonista, mientras regalaba “bravos” a mansalva por cuestiones meramente afectivas.

De interesante tildaría la prestación del tenor coreano Yonghoon Lee, con una voz spinta de timbre metálico, aparentemente fácil, pero por desgracia carente en matices, aspecto que debería seguramente trabajar en aras de que el público esté más atento a la línea melódica que a su tercio agudo.

La dirección de Pinchas Steinberg sostuvo las riendas con mérito pero escasa inspiración, provocando que únicamente me lleve en el recuerdo una clamorosa pérdida de estribos en una intervención fuori scena, única piedra en el camino con la que se encontraron tanto el coro como la orquesta de la Staatsoper, que salieron del encuentro con la misma pena que gloria.

En cualquier caso, la nueva presencia del Turandot de la Fura ha servido sin duda para poner a régimen el motor ante el que será uno de los eventos de la próxima temporada, que no es sino el previsible debut de rol principesco de Anna Netrebko, con el más que predecible Calaf de turno.

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