DVD - Reseñas
Poca chicha
Raúl González Arévalo
Compuesta entre el Barbero y Cenerentola, La gazzetta es la única comedia que Rossini destino a Nápoles, lo que conlleva la particularidad de contar con el personaje que se expresa en el dialecto vernáculo. Encargo de circunstancia, no hace falta decir que no se trata de una obra maestra. Las prisas le hicieron recurrir a distintos números, y aunque siempre procuraba recurrir a música que no se hubiera escuchado en el teatro destinatario (en este caso el de los Florentinos), la exploración de todo el catálogo rossiniano en el siglo XXI hace que para el oyente familiarizado sean fácilmente reconocibles las piezas procedentes del Barbero, del Turco in Italia, de Elisabetta, regina d’Inghilterra y La pietra del paragone, hábilmente insertadas en un desarrollo musical en el que predominan los números de conjunto –ningún personaje tiene más de un aria–, útiles para una trama muy embrollada.
A pesar de no contarse entre los títulos más populares del Cisne de Pesaro, la obra conoce una discografía bastante extensa, en la que destaca la grabación en el Festival Rossini (Fonè). En DVD hasta el momento la única opción disponible era la producción ideada por Dario Fo, el genial Nobel de Literatura italiano, para el ROF de 2005, grabada en su reposición en el Liceo de Barcelona (Opus Arte). Posteriormente llegó la propuesta de Naxos registrada en el festival de Bad Wildbad de 2007, siguiendo la edición crítica de Philipp Gossett, con escenas reconstruidas por Stefano Piana con material de Cenerentola, donde fueron traspasadas, lo que otorgaba más consistencia dramática a la partitura. Sin embargo, faltaba un número de importancia, el quinteto del primer acto, “Mi par d’esser con la testa”, localizado entre los manuscritos de la biblioteca del Conservatorio de Palermo en 2012. El musicólogo americano certificó su autenticidad y lo insertó en su edición. El DVD de Dynamic recoge su primera representación profesional en junio de 2014, después de haber sido ejecutado por estudiantes del Conservatorio de Nueva Inglaterra. Y aunque es interesante, no cambia la impresión general sobre la obra.
La grabación de Dynamic, en consonancia con el mérito de la ópera, es correcta y profesional, pero no entusiasma. El elemento más destacado e interesante es el tenor uruguayo Edgardo Rocha (Alberto), perfecto en estilo, adecuado vocalmente con su voz de ligero y la facilidad en las agilidades, aunque para consagrarse como rossiniano de pura cepa debería medirse discográficamente con otros papeles clave de su cuerda. A su lado, la Lisetta de Cinzia Forte no resiste la comparación consigo misma en la anterior grabación de 2005 desde el Liceo. Su encarnación es bastante menos adecuada que una década antes, con un fiato acortado y menos facilidad en los pasajes de coloratura, probablemente por la frecuentación de un repertorio lírico más pesado, en particular de Verdi, como la Violetta que grabó en ese mismo escenario para el sello genovés, pero también Desdemona.
Entre las voces graves, el Pomponio de Enrico Marabelli destaca en su composición escénica y habilidad actoral, incluyendo el dominio del napolitano, a la vez que impone su autoridad vocal, con efectos colaterales de fuego amigo, pues pone de manifiesto la mayor debilidad de Laurent Kubla, un Filippo realmente flojo en todos los sentidos. El resto del reparto no supera la corrección. Tampoco la dirección de Jan Schultsz parece la más adecuada para insuflar vida a la partitura rossiniana. Más allá de la solvencia en la concertación, hay una evidente falta de nervio dramático, de energía vital, y Rossini no perdona. Con este panorama, poco más se puede decir, salvo que coro y orquesta también se sitúan en la medianía.
Queda la puesta en escena del director general y artístico de Lieja, Stefano Mazzonis de Pralafera, de quien Dynamic también grabó una modesta propuesta de la Manon de Massenet. Como entonces, también ahora traslada la época de la acción de manera imprecisa, aunque aquí utiliza el pretexto cómico de la obra para poner en pie una propuesta visual con elementos dispares que parecen un cruce entre Hotel Budapest de Wes Anderson y el mundo de fantasía de Tim Burton, en especial su Alicia en el País de las Maravillas. No molesta en absoluto, pero a buen seguro se apreciaría más con una versión musical de más nivel.
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