Alemania
Un mito que eclipsa las contradicciones de la realidad
Juan Carlos Tellechea

Es maravilloso lo que logra el coreógrafo estadounidense Robert North (Charleston/Carolina del Sur, 1945) con un par de pinceladas bien dadas, doscientos atuendos diferentes, mucha energía, ironía y buen humor para contar con gran fantasía su visión de la historia de Estados Unidos al frente de la compañía de ballet que dirige. Entre ovaciones, silbidos de aprobación y estruendosos aplausos, North estrenó la taquillera Living in America en el Theater Mönchengladbach el sábado 26 de octubre de 2019.
Durante dos horas y media las bailarinas y los bailarines repasan en tres actos los elementos que realmente hicieron y hacen hasta el día de hoy el sentido de la existencia de ese gran país y de su mito que eclipsa todas las contradicciones de la realidad. La ambición, el dinero, la codicia, el poder, el cuasi exterminio de sus pueblos aborígenes y la explotación de los africanos sometidos a la esclavitud, el racismo fueron y son el común denominador desde la llegada de los inmigrantes europeos a esas fértiles tierras. Grandes fortunas se han hecho con la especulación. Casi nos olvidamos de que Donald Trump es un producto de esa sociedad.
Más de la mitad de la pieza está dominada por la música (banda sonora) de Aaron Copland que combina elementos folclóricos y neoclásicos con el jazz y cautiva a la platea. El estilo de vida de Estados Unidos se extingue. El país está enfermo. En el tercer acto, los personajes se vuelven más simbólicos, los actos más abstractos, la música (incluso vocalizada, según los casos) de George Gershwin, John Lee Hooker, Peter Gabriel, Jean Michel Jarre y Christopher Benstead es cada vez más expresiva y exigente.
Hasta este momento al final del segundo acto, se cuentan historias de personas y destinos. Una familia, el padre, la madre, la hija, llegaron al Lejano Oeste y se establecieron; la joven crece, encuentra el amor de su vida. El ferrocarril (una locomotora de juguete atraviesa el escenario) abre aquellas tierras y la industrialización cambia al mundo.
Los jóvenes se dirigen a las ciudades para trabajar y ganar dinero. Las mujeres esperan hacer una gran carrera en el cine o en Broadway, lo dan todo, siempre para conseguir un dolar rápido. Las grandes urbes y sus rascacielos, la industrialización, pasan ante nuestros ojos con imágenes claras y veloces. Se hace dinero con el alcohol, con las drogas, con los juegos de azar y con el sexo. Las pandillas y los gánsteres dominan estos ámbitos delictivos. El sonido se vuelve más áspero, en el sentido literal del término.
Hay un número que destruye todas las ilusiones intoxicantes que uno hubiera podido hacerse de Estados Unidos. Allí, donde bulliciosamente sólo se celebra la vida y la libertad, donde el futuro se enfrenta con valentía y resolución, un hombre sin hogar (impactante, genial, fantástico el solista Alessandro Borghesani) baila su miseria, su frustración y su desesperación, inaguantables, insoportables. Su cuerpo se retuerce, por momentos permanece inmóvil, parece tropezar, se recoge en sí mismo, antes de volver a su miserable lecho, unos cartones en el piso cubiertos con papeles de periódico.
"Bienvenidos a Estados Unidos", suena el mensaje de una azafata a través de los altavoces de un avión. "Bienvenidos a la tierra donde está permitido poseer armas, en las que los medios nunca dicen la verdad". La acción ha llegado al presente. La avidez baila con el dinero (hermoso pas de deux Alessandro Borghesani y Yoko Takahashi). En este tercer y último acto Irene van Dijk y Marco A. Carlucci se encuentran para un rap de boxeo. En este peculiar pas de deux, ella logra enviar a su contrincante a la lona.
Es vertiginosa y abundante la acción sobre el escenario y nos imaginamos que también detrás de él con los cambios rápidos de vestuario que deben hacer los intérpretes. La silenciosa narración tiene un buen final, la historia toma un giro ordenado. Al principio y al final domina la libertad (fenomenal, adorable la australiana Amelia Seth envuelta en la bandera de las barras y las estrellas) y North confía con optimismo -y evidente amor a su patria- en que a pesar "de la dificil situación política y social en" el país, con esa proverbial energía que posee, "todo volverá a ser mejor". Por lo pronto, los prolegómenos de la campaña electoral que emprenderá el opositor Partido Demócrata para desalojar a Trump de la Casa Blanca ya están en plena y efervescente marcha allí.
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