España - Castilla y León

Los últimos Saxos antes del Averno del coronavirus

José del Rincón
martes, 7 de abril de 2020
Los saxos del averno © 2019 by Miguel Luque Los saxos del averno © 2019 by Miguel Luque
Soria, jueves, 12 de marzo de 2020. Café Teatro “Avalon”. Los Saxos del Averno. Adrián Costa, guitarra y voz; Miguel Benito “Pete”, batería; Luis Verde, saxo alto; Ariel Brínguez, saxo tenor. Dani Niño (saxo barítono) y Juan Carlos “Chavi” Ontoria (teclados), directores. Ciclo “Artistas en ruta” de la AIE en colaboración con la Asociación enViBop. Ocupación: 10%.
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El jueves, 12 de marzo de 2020 ya planeaba la noticia de la clausura de todas las salas madrileñas con un aforo de más de mil espectadores y ya era un hecho el cierre del Auditorio Nacional. Mientras tanto, en Soria aún no había decretado el Ayuntamiento el cierre del Teatro de la Audiencia ni de ninguna otra sala municipal y ahí seguía programado el concierto nocherniego de Los Saxos del Averno en una pequeña sala privada, el Café Teatro Avalon, un auténtico referente desde hace años en la celebración de conciertos de jazz y de otros tipos de música popular urbana en la metrópoli del alto Duero.

Yo llevaba varios meses escuchando en vivo solo música clásica, así que este concierto fue para mí un soplo de aire fresco. Si unimos al frescor del aire la calidad intrínseca de este recital, la sensación fue la de asistir a un evento de los que deben permanecer en el recuerdo. Los Saxos del Averno son una magnífica banda en la que la calidad de cada uno de sus miembros es sobresaliente.

Adrián Costa es un buen cantante y un excelente y versátil guitarrista. Igual de diestro con los pies que con las manos, adecuó a la perfección su estilo al timbre que iba dictando a los pedales de efectos. Así, su primer solo, con un sonido limpio cercano a la ausencia de distorsión, nos recordó a las dobles cuerdas de un Carl Perkins o de un Chuck Berry; otros solos, en los que consiguió un fascinante timbre grave no muy alejado del sonido de los saxofones, nos trajeron el recuerdo de las proezas que Pat Metheny conseguía con su guitarra sintetizada; otros, por fin, más “fuera de cacho”, cuando no deliciosamente bitonales, nos hicieron rememorar a John Scofield.

Hubo otros músicos, igualmente formidables, cuya tarea parecía más bien abocada a contribuir al perfecto engranaje del conjunto que a lucirse. Tal parecía el caso del baterista Miguel Benito, “Pete”, tan eficaz como discreto en la primera mitad del concierto. Un original solo de batería nos hizo prestar más atención a un instrumentista como la copa de un pino que fue a más según iba avanzando el concierto hasta llegar al clímax final.

Otro tanto podríamos decir del teclista “Chavi” Ontoria, dueño de una prodigiosa independencia de manos que le permitió hacer con la mano izquierda el bajo de todo el concierto con el registro partido de su órgano Crumar y cumplir con los acordes de la derecha las debidas funciones armónica y rítmica. Modélico en los coros que le hacía a Costa, estupendo en la única canción que interpretó como cantante solista, un solo suficientemente largo de hammond nos permitió por fin darnos cuenta de que es un organista de jazz de muchísimos quilates.

Casi llegó a darme pena que un pedazo de saxofonista como Ariel Brínguez estuviera la mayor parte del concierto oculto bajo el protagonismo de los saxos alto y barítono y cumpliendo abnegadamente la función de relleno armónico con la voz intermedia de su saxo tenor. Pero llegó su momento hacia el final del concierto y nos obsequió con dos solos memorables.

Mejor pudimos escuchar, porque es más agudo, el saxo alto de Luis Verde, otro fantástico improvisador, curtido en mil batallas del jazz y de otras músicas y dueño de un depurado sonido.

Dani Niño comparte el liderazgo de Los Saxos del Averno con el citado “Chavi” Ontoria. Los arreglos de la banda estaban esmeradamente cuidados para dar el protagonismo justo y necesario al registro grave, ronco y cavernoso, del saxo barítono del músico riojano, que se tornaba más sedoso y suave cuando subía al registro agudo en las improvisaciones. No suele ser usual que el líder de una banda toque este instrumento: tenemos en el recuerdo al estadounidense Gerry Mulligan y, ya en España, al gran Francisco Blanco, “Latino”.

Ese mismo protagonismo le corresponde en El Averno a Dani Niño, que dista mucho de ser solo un saxofonista. El de Logroño llena el escenario, baila literalmente con su saxofón (y no lo hace nada mal) y es un inmejorable maestro de ceremonias con sus comentarios verbales, ora serios, ora descacharrantes, haciendo gala de ese humor ganso que muestra en sus colaboraciones Entre dos luces, el programa de Radio Nacional que dirige Carlos Santos y al que cada vez más melómanos estamos indefectiblemente enganchados.

Había pocos espectadores en la sala; sin duda, muchos menos que los que merecía la calidad del grupo, pero la mayoría de los que habrían acudido en mejores circunstancias se quedaron en sus casas por miedo a contraer el maldito coronavirus. Eso sí, los pocos que hubo elevaron convenientemente la temperatura del local con sus frenéticos bailes en el centro del escenario, a diferencia de Ángel Campos y de un servidor, que estuvimos gozando del concierto cómodamente acodados en la barra sobre sendas banquetas con respaldo. Y ahora toca decir que Ángel Campos es la cabeza visible de la Asociación Cultural enViBop, que lleva años desempeñando en Soria una impagable labor de difusión del jazz y de otras músicas de origen afroamericano sin apenas subvenciones y con las cuotas de sus socios como principal sostén.

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