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Con label vasco (1)

Ainhoa Uria
lunes, 13 de abril de 2020
Vanessa Goikoetxea © 2018 by vanessagoikoetxea.com Vanessa Goikoetxea © 2018 by vanessagoikoetxea.com
Bilbao, sábado, 7 de marzo de 2020. Palacio Euskalduna. Iagoba Fanlo, violoncello, Eduardo Frías, piano. Edouard Laló, Sonata. Igor Strawinsky: Suite Italiana. Musika-Música-Destino París. Sesión nº 13-Sala 0D. // Vanessa Goikoetxea, soprano, Sociedad Coral de Bilbao, Bilbao Orkestra Sinfonikoa, Erik Nielsen, director. Francis Poulenc: Gloria para soprano, coro y orquesta, Igor Stravinsky: La Consagración de la Primavera. Musika-Música-Destino París.
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El concierto inaugural de Musika-Música correspondió a dos de las formaciones autóctonas, la Bilbao Orkestra Sinfonikoa (BOS) y la Sociedad Coral de Bilbao, concierto que este año contaba con la presencia de la soprano Vanessa Goikoetxea para interpretar el Gloria de Poulenc.

Me contó nuestro querido editor, Xoán M. Carreira que Poulenc escribió esta música dedicada a Leonard Bernstein inspirado en un recuerdo infantil en el que sentado en lo alto de una colina, contemplaba a unos monjes de clausura jugando a fútbol. Siendo así se explicaría el carácter polifacético de esta obra que por momentos transmite despreocupación y sencillez.

El papel del coro, que recuerda por momentos a las Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio, en parte por el canto monódico de algunos pasajes, fue bueno salvo en algún momento en el que faltó algo de intención. Goikoetxea estuvo de pie durante toda la obra, detalle que la convertía en punto como foco al dar movimiento a la música que envolvió su brillante actuación.

En el programa de mano, escribe Mercedes Albaina que Poulenc, gran compositor para la voz, afirmaba que se debe traducir a la música, no solo el significado literal de las palabras sino todo cuanto esté escrito entre líneas y en estas líneas, Goikoetxea transmitió una atmósfera que pasaba de la vibrante intensidad emocional a los delicados y afinadísimos pianissimi que dotaban de un gran significado espiritual a su discurso musical y que embelesaron al público, al que mantuvo en tensión hasta el Amen en cuya n se detuvo dando así fin al ciclo de la obra.

Y de París a “Imágenes de la Rusia pagana en dos partes”; la ritualística Consagración de la Primavera. Nos encontramos lejos de la estabilidad tonal y del ritmo cíclico, y nos acogen los modos y el ritmo asimétrico, buscando tanto colores antiguos para conectar con el mundo pagano de los antepasados, como sensaciones improvisadas y desconcertantes, basadas en la exploración total, para deconstruirlo y proyectarlo al futuro. El trabajo de la BOS fue excelente con todos los planos perfectamente destacados, entre los cuales la percusión tuvo un papel estelar, y todo ello fue magistralmente sincronizado por el maestro Nielsen, que con gran capacidad atendió todo el encaje de la partitura para hacerla brillar.

La hora del cello

Charles Garnier no se imaginaba que la Armonía que enmarca junto con la Poesía su fastuoso Palacio de la Ópera, se trasladaría en 2020 al programa de Musika-Música para que los bilbainos no tuvieran ninguna duda de que este año su destino era París.

Y en el entorno parisino nos encontrabamos con la sala 0D ocupada al 90% cuando abrieron su concierto Iagoba Fanlo y Eduardo Frías con el rotundo comienzo de la Sonata de Laló. El discurso de la obra, de composición muy dinámica, pasaba por diálogos en los que violoncellista y pianista se cedían el protagonismo resultando una audición muy placentera y más en esta sala cuya estupenda acústica hacía sentir el sonido de forma clara y envolvente.

La Suite italienne de Stravinsky, es un arreglo del compositor y el violoncellista G. Piatigorsky que procede de la Suite Pulcinella y no es la única ocasión en la que el autor reutilizó su material musical, que se encuentra en varias obras, a las cuales también tituló Suite italienne, habiendo hallado la inspiración en el compositor napolitano Pergolesi. Cellista y pianista, que leía su partitura desde una tablet, nos deleitaron con una gran sincronización llegando a su cota máxima en la Tarantella y una musicalidad que no dejó frío al público.

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