Discos
La etapa romana del Choral Pilgrimage 2020
Jose V. Sánchez Albertos

El nuevo disco del coro inglés The Sixteen nos propone acercarnos a la Roma de los grandes compositores, haciéndonos partícipes de la llamada que ejercía en toda Europa el ambiente musical de la capilla papal. Como un gran centro de peregrinación, Roma era una ciudad que concentraba el poder político-religioso y la potencia cultural que podía encumbrar a lo más alto a un buen maestro de capilla en el Renacimiento.
A Call of Rome es un álbum dedicado a cuatro compositores de diferentes países y épocas, pero con una clara relación con la “Ciudad Eterna”. Bien es cierto que algunos de ellos ya han sido grabados anteriormente por este grupo inglés, que cumplió en 2019 su cuadragésimo aniversario. A partir del año 2000, Harry Christophers y su grupo se embarcan en una “peregrinación” musical por más de 30 catedrales inglesas –como York, Winchester, St. John’s College Chapel de Cambridge– con un repertorio previamente grabado, a partir de un tema que aglutina todas las obras. Este último año, desde la religiosidad que emana de los callejones y muros romanos, nos llegan las obras de los compositores que se inspiraron en la Roma papal.
Comienza el álbum con las Lamentaciones de Jeremías, en canto llano, de forma antifonal entre las voces masculinas y femeninas, para finalizar en un unísono con todo el coro. Es fácil de suponer (por experiencia en anteriores peregrinajes del grupo) que es una obra que The Sixteen utilizarán en sus conciertos a modo de canto procesional hasta el altar.
A continuación, vuelve Harry Christophers a acercarse a una obra de Tomás Luis de Victoria, el Officium Hebdomadae sanctae, en concreto a los responsorios para el Sábado Santo. Y es el compositor abulense, uno de los más inspiradores para el director, como afirma en el libro A new heaven*, puesto que cree ver en Luis de Victoria al hombre profundamente místico, que supo poner música y texto a las más profundas creencias religiosas, al igual que Santa Teresa y San Juan de la Cruz hicieron en sus poemas. El misticismo español del S. XVI, que ha acompañado a la mayor parte de nuestras producciones artísticas de la época, ha hecho que la historiografía musical retrate a un Luis profundamente religioso –e incluso, sin producción profana– del que Harry Christophers destaca su habilidad para comprender el texto litúrgico en sus composiciones, con una sencillez y adorno poético que califica como maravilloso.
Como afirma la musicóloga Tess Knighton, el canon de obras religiosas de la Edad de Oro española ha sido continuamente asociado a la austeridad o a la expresión dramática, puesto que tanto los Responsorios de Luis como las Lamentaciones de Morales fueron las primeras obras que grabaron –y, por tanto, popularizaron– los conjuntos profesionales más famosos del siglo XX. Christophers procura una atención meticulosa al texto cantado en sus interpretaciones y exige ese mismo esmero a sus cantantes cuando interpretan las obras de Luis de Victoria. Afirma el director que le marcó profundamente, en sus años de juventud, la interpretación de los Responsorios por parte del coro de la Catedral de Westminster de Londres, dirigidos por George Malcom en 1959. Esta famosa grabación, que Malcolm hizo para el sello discográfico Argo, llegó a obsesionar a Christophers hasta el punto de intentar imitar la interpretación con su recién nacido grupo The Sixteen. Fue un desastre, y desde ese momento, reconoció la necesidad de buscar su propio estilo interpretativo.
La otra pieza fundamental del disco es el famoso Miserere de Gregorio Allegri, compuesto para la capilla papal en Roma, alrededor del cual se han originado numerosos mitos acerca de su interpretación. La obra en el disco se titula Miserere–its evolution (Miserere–su evolución), y es que se trata de una nueva edición práctica para coro que Harry Christophers y Ben Byram-Wigfield editaron en 2013, para The Queen of Heaven, otra de las peregrinaciones del grupo. Según los propios autores, la nueva edición pretende arrojar luz sobre la complicada historia del Miserere, ya que lo que escuchamos estos días es fruto de errores cometidos al copiarla, y de una interpretación más que fantasiosa sobre lo que se ha encontrado en las fuentes disponibles. La versión interpretativa que escuchamos en el disco muestra la evolución entre el simple fabordón en el que Allegri compuso la obra hasta la versión que incluye “el do sobreagudo”, que la hizo archiconocida.
Las numerosas versiones cantadas por niños en la voz superior –choristers– se hicieron tremendamente famosas en la década de oro del vinilo. De entre las mejores, la versión del coro de King’s College –Cambridge– en 1984, dirigidos por un recién llegado Stephen Cleobury, que posee un estilo interpretativo etéreo y angelical, y donde el treble Timothy Beasley-Murray llegaba a cantar el do sobreagudo como quien pasea entre nubes de algodón. Alejándose a medias de este impersonal estilo interpretativo característico del sonido inglés, Christophers busca una calidez vocal con un leve vibrato que no entorpece la escucha de la sorprendente técnica de sus cantantes.
Los iniciales versos de esta evolución del Miserere son interpretados con el original y escueto fabordón de Allegri, mientras que los siguientes versos recogen en detalle los abbellimenti. Estas improvisaciones y técnicas de interpretación nunca eran escritas en la partitura, puesto que pasaban de cantor a cantor en el coro de la Capilla Sixtina, y eran precisamente lo que la hacían una obra única en el mundo. En los últimos versos de la pieza, y de la mano de la impecable soprano Grace Davidson –especialista en música barroca– se puede escuchar la famosa versión del “do sobreagudo”, la cual nunca fue interpretada en Roma, y que llegó a nuestros días por una carambola del destino: un error de transcripción.
El disco lo completan obras de dos compositores más. Por un lado, Josquin Desprez, el gran compositor de la escuela franco-flamenca, profusamente grabado y del que conocemos su estancia la Capilla Sixtina entre 1486 y 1494. Por último, Felice Anerio fue el sucesor de Palestrina como compositor papal a partir de 1594.
Obligado cambio de planes
Como en tantos otros lugares del planeta, el confinamiento provocado por la crisis sanitaria del coronavirus ha provocado la suspensión del Choral Pilgrimage 2020 de The Sixteen. Harry Christophers inició esta serie de proyectos musicales cuando las ventas de CDs caían en picado y el público necesitaba estímulos para acudir a conciertos. Reconoce el director, y fundador del grupo, que la música, y más en concreto los grupos dedicados a la música antigua, han tenido que reinventarse desde la década de los años noventa, momento en el que se había alcanzado una gran cuota de mercado y las ventas de nuevas producciones discográficas permitían cierta tranquilidad. ¿Nos encontramos en la antesala de una nueva crisis para el sector musical? Parece que, una vez superado el confinamiento de la población, no va a ser fácil volver a las salas de concierto y auditorios, manteniendo las recomendaciones de las autoridades sanitarias. Existe la posibilidad de que no podamos disfrutar de la música en directo por un tiempo.
Aunque este confinamiento ha traído una mayor disponibilidad de tiempo para dedicarlo a la lectura y a la escucha de música, los datos de las plataformas de escucha por Internet no hablan de un aumento considerable de uso. Además, con las tiendas de discos y los auditorios cerrados, con los contratos cancelándose, el futuro de intérpretes como The Sixteen depende más que nunca del apoyo de sus seguidores. En su página web podemos encontrar toda una serie de actividades para pasar la cuarentena con ellos, desde conciertos a mediodía, hasta recetas de cocina por sus componentes.
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