Discos
Sibelius Edition Deutsche Grammophon
Josep Mª. Rota
Catorce discos con todo Sibelius y a precio de ganga. Hay que decir que, a diferencia de otras integrales de Deutsche Grammophon, algunos discos de esta edición son rácanos tirando a tomadura de pelo. Casi la mitad de los discos, seis, no llegan a los sesenta minutos; de éstos, tres ni siquiera llegan a los cincuenta. Jukka-Pekka Saraste y Eugene Ormandy (ambos en RCA) en la mitad de discos, ocho, ofrecen casi la misma música y a un precio todavía más económico en sus sendas ediciones dedicadas al gran finés.
Tampoco se ha lucido Deutsche Grammophon con la presentación. Si bien la tapa y la contratapa de la caja están muy cuidadas y son agradables a la vista y al tacto, las carpetas de los discos no presentan las portadas originales, sino que tienen todas el mismo neutro y soso diseño. El motivo puede hallarse en que la procedencia de los registros es diversa. La gran mayoría son originales Deutsche Drammophon, pero algunos los grabó Decca, ahora integradas ambas en Universal Music Group; el disco dedicado a “Kullervo” es el registro que ya conocíamos de Naxos de 1996. Por lo menos las carpetas tienen un poco de vida con los colores. El color de ellas cambia de acuerdo con los géneros musicales: las carpetas 1-6, dedicadas a las sinfonías, son verde oliva; 7 y 8, poemas sinfónicos, verde botella; 9, obras concertantes, azul; 10, lieder, lila; 11, música de cámara, marrón; 12-14, música incidental, rojo.
La edición es conmemorativa del sesquicentenario del nacimiento de Jean Sibelius y recoge, si no todo su catálogo, mucho de él; también rarezas que era difícil encontrar. Si bien de las sinfonías hay un gran número de integrales, no pasa lo mismo son los poemas sinfónicos o con las ediciones, donde esté todo o casi todo. Aquí está lo más conocido: las sinfonías, los poemas sinfónicos y el concierto para violín, que viene acompañado de obras menores para dicho instrumento solista. A partir de aquí, lo menos trillado: un disco de lieder, uno de música de cámara, cuerda y piano y tres discos de música incidental. Como conjunto, interesante para el neófito y atractivo para el melómano interesado en Sibelius*. A diferencia de las integrales antes citadas de Ormandy o Salonen, esta Sibelius Edition está formada por una selección de solistas, batutas, orquestas, locales e internacionales, reconocidas todas en la música de Sibelius. Entre las internacionales, Leonard Bernstein, Herbert von Karajan, André Previn, Anne-Sophie Mutter, los Wiener Philharmoniker, los Berliner Philharmoniker y la Staatskapelle de Dresde. Entre las locales o de proximidad, Soile Isokoski, Kim Borg, Tom Krause, Jorma Panula, Neeme Järvi, Okko Kamu y Jussi Jalas, el yerno del mismísimo Jean Sibelius; las orquestas son las de Turku, Gotemburgo y de la Radio de Helsinki. Con este carácter propio de una selección, hacen su aparición, aquí y allá, la Orquesta nacional de Hungría, la Sinfónica de Boston, con Vladimir Askenazy, la de la Suisse Romande, con Horst Stein, y Neville Marriner con sus huestes de San Martín.
Como pasa con todas las selecciones, cada cual tiene “su” selección y siempre hay algo que no está y debiera o algo que está y podría no estar. En conjunto, como dije, todo funciona. Por lo que respecta a las sinfonías, a Bernstein se le puede echar en cara su caprichosa dirección*; en cambio, Karajan, caprichoso también cuando se le antojaba, parece que esta vez dio en el clavo y bordó las sinfonías. La quinta, mi favorita sin duda, se ofrece en la versión en cuatro movimientos, menos habitual que la revisada en tres. Se podría reprochar a Deutsche Grammophon alguna versión más moderna de las sinfonías, como la 3ª aquí incluida de Okko Kamu, pero el conjunto resulta.
Al revés, en los poemas sinfónicos se echan en falta las magníficas interpretaciones de Hans Rosbaud con los Berliner Philharmoniker, añejas sin duda*. El conjunto de poemas sinfónicos que aquí se ofrece tiene un gran nivel. Los arcanos de Sibelius cobran su maravillosa vida en las inspiradas batutas de Okko Kamu y Neeme Järvi. La escucha de Kullervo, en la ya conocida versión Jorma Panula sigue siendo una experiencia épica. Entre las ausencias, la breve composición Dryaden (La dríada).
Otro de los grandes aciertos de la edición es el disco del concierto para violín a cargo de Anne-Sophie Mutter, con André Previn y la Staatskapelle de Dresde. Los discos dedicados al lied y a la música de cámara son dos verdaderas gemas. La audición de las nada frecuentes canciones de Sibelius en las idiomáticas voces de Kim Borg y Tom Krause es un verdadero placer. Les acompañan al piano Erik Werba y Pentti Koskimies*. La interpretación del Emerson Quartet es de gran nivel; en el mismo disco, los solistas de renombre Heinrich Schiff, Elisabeth Leonskaya, Bengt Forsberg y Shura Cherkassky. Cierran la edición tres discos dedicados a la música incidental, donde hay mucho desconocido y lo conocido encuentra su sitio, como el famoso “Vals triste” de Kuolema.
Por suerte para los que amamos a Sibelius, cada vez la oferta es mayor y hay mucho donde elegir. Esta Sibelius Edition no es una mala elección.
Notas
1. Además de las citadas de Ormandy y Salonen, están las clásicas de Colin Davis (Decca) y Karajan (EMI) y la más moderna de Berglund, por citar sólo tres. De las ediciones completas de las sinfonías, la lista es larga, de Barbirolli a Järvi. Me permito citar la clásica de Maazel (Decca). Para los poemas sinfónicos, también hay bastante donde elegir; me viene a la memoria la versión nada despreciable de Sinaisky con la Orquesta filarmónica de Moscú, tres discos Brilliant a precio de risa. Sorprendente.
2. Imprescindible ver a Bernstein en las sinfonías 1, 2, 5 y 7 con los Wiener Philharmoniker (2DVD cmajor).
3. Grabados en 1955 y 1958 y reeditados en la serie The Originals. Su recreación del dios silvestre Tapio da escalofríos.
4. Además de canciones en finés, aparecen un par de canciones en inglés, una en francés y otra en alemán. La canción Finlandia lleva la letra que escribiera Veikko Antero Koskenniemi en 1941 para el “himno” final del famoso poema sinfónico homónimo. Cierra el disco la canción Kullervon Valitu, procedente del Kalevala.
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