España - Canarias
Como reconstruir los paisajes para hablar de ellos a través del cuerpo
Nuria Delgada

Cuando llegué al Festival Boreal (en un primer momento) pensé que me había equivocado de sitio. El 80% de la magia del festival se había evaporado quedando unas pocas personas del personal del evento fuera de las instalaciones del convento donde tuvo lugar el Festival Boreal 2020. Sillas separadas las unas de las otras, mascarillas, todo un ejemplo de lo que se entiende por cultura segura frente a la situación que atravesamos.
El festival Boreal es un evento internacional que ocurre una vez al año con base en "los Silos" (Tenerife). Un pequeño pueblo costero que una vez al año se ve salpicado por personas que acuden desde todas partes de dentro y fuera de la isla.
Es un evento muy popular que posee un despliegue de actividades de ocio bastante elevado. Conciertos, talleres, rutas en bicicleta, exposiciones, mercado, etc.
Javier Jiménez (Javi para los amigxs y presidente del Boreal) es un tipo curtido en festivales. Viaja constantemente por el mundo en busca de música. Es un inconformista de nacimiento. Se pone muy serio cuando habla sobre los problemas socioculturales que asolan las islas, y sobre todo a los que se tuvo que enfrentar para llevar a cabo el festival en un año tan aciago como este.
El sábado 3 de octubre sobre las 8 y media de la tarde me dirigí a Los Silos para contemplar un dúo donde la bailarina de danza contemporánea, Teresa Lorenzo actuaba con el músico tinerfeño de música experimental, Manolo Rodríguez. Para mi era importante asistir a este evento porque llevo años siguiendo la trayectoria de esta artista y hacía tiempo que no disfrutaba de una de sus performances.
Lo que me llamó la atención de Teresa Lorenzo cuando la conocí fue la capacidad que tiene de trasladarnos a otros espacios. La he visto en toda clase de sitios, desde patios antiguos y carcomidos por el tiempo reconvertidos en centros de arte contemporáneo, encima de un coche, o dentro de un cubo de keroxeno (en una de sus performances en el Festival Internacional Keroxen).
La última vez que la vi nos llevó casi de la mano hacia un lugar hermoso y perdido dentro del Parque García Sanabria (Santa Cruz de Tenerife) en una performance que tuvo lugar dentro del Festival Canarixs Dentro y Fuera De Canarias, 2019 (creo que la he visto dos veces en el mismo lugar).
Para Teresa Lorenzo buscar sitios distintos a los convencionales es una forma de encontrar la libertad. Esta bailarina Palmera, afincada en Santa Cruz de Tenerife reconstruye los paisajes para hablar de ellos a través del cuerpo. Escuchar su lenguaje corporal es comprender que todo es accionado a través de un ejercicio de libertad.
Teresa Lorenzo comenzó sus estudios en Barcelona donde compaginaba clases con cursos intensivos e investigación en laboratorios diseñados para la danza contemporánea. Acabó formando parte del Laboratorio de investigación del Auditorio de Tenerife.
Fue una experiencia muy interesante porque sentía que estaba en una estructura muy sólida pero con unos contenidos que apenas me permitían expandirme como creadora.
Justo después de finalizar un ciclo con la compañía de Daniel Abreu (premio nacional de danza) y después de haber conocido a una bailarina muy potente, Anuska Alonso (quien le inspiró) fue cuando comenzó a dar sus primeros pasos como artista independiente.
Cuando Teresa habla de yoga su voz cambia. Después de haber tenido un problema de salud muy serio empieza un período de Yoga Iyengar que se extenderá por siete años cambiándole la vida y su percepción de la danza contemporánea. Estos siete años de estudio profundo del Yoga Iyengar me transformaron como bailarina y como persona".
Mi exigencia es tremenda.
Teresa Lorenzo lleva el cuerpo al extremo.
Mi exigencia es tremenda, soy una persona muy exigente conmigo misma. Soy muy rigurosa porque entiendo que quizá de esa manera las cosas dejan una huella más profunda. Estos siete años de estudio profundo del Yoga Iyengar me cubrieron de conocimientos tanto en la capa material del cuerpo como en algo más sutil y sublime.
Pese a las duras condiciones tan estrictas para un festival de las características del Boreal el evento aquella noche se llevó a cabo no sin cierta extrañeza ante las medidas adoptadas.
Fue muy difícil levantar el ambiente aquella noche. No obstante, la entrada de la bailarina al escenario fue bastante ambiciosa. Los sonidos eléctricos de la música experimental de Manolo Rodríguez parecían estremecer la noche. La figura de Teresa se retorcía buscando/buscándose (junto al músico tinerfeño) lugares donde encontrarse.
Así transcurrió la noche. No quiero dejar atrás el trato que me dieron. El convento de los Silos le da a este tipo de eventos una belleza no sólo típica del lugar sino hogareña en el trato humano. Una sensación muy común en este tipo de festivales de músicas del mundo.
Nada más acabar el último grupo de música las personas desaparecieron quedándose entre las puertas de la noche el público más acérrimo al festival que tras unos minutos de encuentro verbal se diluía en una especie de espiral sin cola hacia algún lugar en la playa para no fallar a las tradiciones que año tras año ha ido forjando un festival, que no sólo representa uno de los festivales internacionales del mundo sino que es parte de la idiosincrasia y del tejido cultural de la isla. Manteniendo el espíritu vivo, y siendo más imprescindibles que nunca. Gracias, Festival Boreal, larga vida.
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