Discos
Vanguardista Donizetti
Raúl González Arévalo

El tiempo es implacable y no pocas veces ingrato. Es frecuente escuchar entre algunos aficionados a la lírica que les gusta el Barroco, Mozart y el siglo XX (de Puccini en adelante, para que no entendamos). A lo sumo incluyen Verdi. Y desprecian el bel canto romántico como si fuera un cajón de sastre rancio para frikies de la coloratura. No les falta un punto de razón, porque también hay amantes de la ópera para los que, si no hay gorgorito, no hay interés.
Sin embargo Rossini, Bellini y Il pirata (1827) y La straniera (1829)– grabados por Opera Rara.
Donizetti merece el calificativo de experimental y vanguardista como el que más, aunque haya que entenderlo en el contexto de su carrera y en el panorama italiano en torno a 1830. Para confirmarlo, nada mejor que sus obras más incomprendidas, cuyos estrenos tuvieron una mala acogida por parte de público y crítica. En este sentido es fundamental revisar los títulos que precedieron a su consagración en 1831 con Anna Bolena, empezando con este Il paria (1829) y siguiendo con Il castello di Kennilworth ese mismo año, para concluir con Il diluvio universale y, sobre todo, Imelda de’ Lambertazzi, ambas registradas también por la compañía británica.
El último título en particular ha sido considerado el más experimental de todo el catálogo del bergamasco. Pero ciertamente se entiende mejor cómo llega ahí escuchando Olivo e Pasquale o Il borgomastro di Saardam.
Menos evidentes pero igualmente llamativos son el dúo entre Neala e Idamore al comienzo del segundo acto, o el recitativo acompañado de Zarete antes de su aria. En ambos emerge una orquestación de una enorme originalidad, casi insólita en la combinación de instrumentos y la inventiva sonora. También el recurso al coro es novedoso, con un papel que supera el de mero efecto coral y acompañamiento a los solistas. El dúo entre Idamore y Zarete, tenor y barítono, tiene resonancias pre-verdianas evidentes en la tensión entre ambos personajes. Si se añade la concisión de la partitura, con un primer acto de una hora y un segundo de cincuenta minutos, se entiende el rápido desarrollo de la acción, otro aspecto bastante inusual.
El principal reclamo del estreno fue el tenor Giambattista Rubini, que no necesita presentación. Favorito de Bellini, el Cisne de Catania compuso expresamente para él y su extenso registro sobreagudo papeles tan icónicos como difíciles: Gernando, Gualtiero, Elvino y Arturo. Donizetti también buscó trabajar con él, con menos éxito. Aunque siempre se recuerdan Percy de la Bolena y Fernando de Marino Faliero, también compuso para él este Idamore, así como los protagonistas de Gianni di Calais y Gianni di Parigi, aunque este último no lo llegó a estrenar. Los papeles bellinianos, más conocidos, dan una idea de las exigencias en materia de extensión (aunque Donizetti no le exigió nunca el Fa4, a diferencia de Bellini) y tesitura, masacrante por elevadísima. Ciertamente I puritani es sobradamente conocido, era una de las mejores opciones actuales a las que podía recurrir Opera Rara. La voz es clara, pero con suficiente cuerpo en el centro. Sobre todo, seduce con un canto elegante, de calidad, más allá de su facilidad para el agudo. Afortunadamente no se limita a disparar cañonazos, matiza constantemente la parte, siendo muy eficaz en la regulación del sonido con filados y pianissimi, con frecuencia falsetes reforzados.
Adelaide Tosi es menos conocida entre los aficionados. Sin embargo, fue destinataria de papeles complicadísimos de Meyerbeer (L’esule di Granata) y Pacini (Alessandro nell’Indie) –también grabados por Opera Rara–, Mercadante (Francesca da Rimini) y el propio Donizetti, para quien también estrenó las protagonistas de L’esule di Roma e Il castello di Kennilworth. Con una capacidad para la coloratura extraordinaria, un registro sobreagudo luminoso y un centro y grave inesperados, era prácticamente un soprano assoluto. También en este caso la soprano elegida es una opción ganadora. La rusa Albina ha demostrado poseer todas esas capacidades con grabaciones referenciales de la Reina de la Noche mozartiana y de la multipremiada Semiramide de Rossini con los ingleses. En esta ocasión tiene menos oportunidades para lucir su capacidad en el acento dramático, pero su adecuación estilística es total, superior a la que mostraba con el Cisne de Pésaro, y el dominio de la coloratura y del registro agudo sobresalientes, como es marca de la casa. El aria de entrada y el dúo con el tenor son platos fuertes de la grabación.
Las voces graves, Akebare y
El Coro de Opera Rara está espléndido en toda la grabación, destacando en particular en el himno al sol del segundo acto, que se revela como uno de los grandes coros del compositor. Por su parte, la Britten Sinfonia ayuda a rematar una grabación referencial de principio a fin. Quien quiera conocer de primera mano lo que era capaz de ofrecer Donizetti en materia de instrumentación no tiene excusa con este Paria tocado por el conjunto británico. Como en anteriores ocasiones, Sir
Como siempre con la discográfica, la toma de sonido es espléndida, así como las notas del gran Roger Parker. En definitiva, todos los ingredientes hacen que la única grabación disponible hasta la fecha en Bongiovanni, cuyo principal valor era precisamente la carencia de competencia, se diluya sin remedio frente a la propuesta de Opera Rara. Esperemos que la pandemia que nos arrastra desde hace diez meses no impida la grabación el próximo verano de Il furioso all’isola di San Domingo con los mismos cantantes y el nuevo director artístico de la compañía, Carlo Rizzi. La nueva edición crítica promete numerosas sorpresas, incluyendo música desconocida hasta el momento. Pocos como los ingleses para poner la ópera en valor.
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