Recensiones bibliográficas

Pulsando las teclas del recuerdo

Paco Yáñez
lunes, 8 de febrero de 2021
Pianos y pianistas © 2020 by Edictoràlia Música Pianos y pianistas © 2020 by Edictoràlia Música
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Aunque tras habernos adentrado en los dos primeros tomos de los escritos musicales de Josep Lluís Galiana (Valencia, 1961) podríamos pensar que en ellos se recogía al completo su enorme producción musicográfica, el legado que el saxofonista, compositor y escritor valenciano ha aquilatado a lo largo de su carrera como crítico musical se ve ampliado por el que es ya tercer volumen de dichos escritos, que el pasado otoño fue publicado con un título que deja bien a las claras (como lo hacían los anteriores) su temática: Pianos y pianistas. Dos décadas de crítica musical y otros escritos pianísticos.*

Se trata, por tanto, de un lanzamiento que hemos de poner en continuidad, respectivamente, con Escritos desde la intimidad. Conversaciones, artículos de opinión, notas, reseñas y críticas musicales y Emociones sonoras. De la creación electroacústica, la improvisación libre, el arte sonoro y otras músicas experimentales. De este modo, si el primer volumen recogía textos publicados entre el 29 de junio de 1991 y el 24 de diciembre de 2012; y el segundo, textos que iban del 7 de mayo de 1992 al 1 de noviembre de 2015; este tercer volumen abarca desde el 13 de diciembre de 1991 hasta el 1 de diciembre de 2012, en lo que a crítica musical se refiere, y hasta el mes de julio de 2019, en el apartado de «Otros escritos pianísticos», completando las 236 páginas de Pianos y pianistas, un libro menos voluminoso que los dos primeros tomos de estos escritos musicales de Galiana, de 576 y 396 páginas cada uno.

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Pianos y pianistas. Dos décadas de crítica musical y otros escritos pianísticos nos devuelve a las señas de identidad que, como musicógrafo, ya habíamos destacado en Josep Lluís Galiana a raíz de sus dos primeros volúmenes de escritos, destacando su conocimiento en profundidad del hecho musical y su capacidad para relacionar y tender puentes entre la música y los ámbitos cultural y social en los que ésta se inscribe, mostrando con enorme acierto los cambios que han venido transformando nuestro panorama artístico-musical (desgraciadamente, no siempre para bien; y en estos últimos años, diríamos que en caída libre).

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Precisamente, esa mirada retrospectiva (y comparativa) es la que despliega Josu De Solaun en su proemio, titulado Una auténtica edad de oro, en el que recuerda los años en que Galiana no sólo le dio la posibilidad de disfrutar de sus primeras oportunidades importantes sobre un escenario, sino de sus primeras críticas y encuentros con el aplauso y la opinión del público. Como bien recuerda De Solaun, la de los años noventa fue una década en la que la vida musical en el Club Diario Levante iba de Machaut a la música electroacústica, de la improvisación libre a la zarzuela o a John Coltrane, completando una escena concertística, poética, expositiva y fílmica que hoy parece utópica, perdidos en un tiempo, el de esta tercera década del siglo XXI, que más que líquido resulta ponzoñoso («Hoy, en nuestro 2020, que algo de tal enjundia, dinamismo y exuberancia artística plural ocurriera sería con certeza algo absolutamente imposible», afirma Josu De Solaun, y, quizás tristemente, hemos de darle la razón; al menos, en lo que a la tediosa y amarillista prensa generalista se refiere, tan vendida a la implacable rueda de la actualidad, el consumo y la publicidad —sea en forma de noticia misma o de inserto comercial—).

Mientras, Miguel Álvarez-Argudo, catedrático de Piano en el Conservatorio Superior de Música de Valencia, destaca en su prólogo el valor que Pianos y pianistas tiene para la investigación sobre la vida musical valenciana, así como las dos posibilidades que nos ofrece este libro: bien su lectura cronológica en continuidad, bien a salto de mata («accidentalmente», como dice Álvarez-Argudo), posibilitándonos el adentrarnos en reseñas independientes para (re)vivir, a través del magisterio de Josep Lluís Galiana en la crítica, el concierto cual si lo hubiésemos acabado de escuchar.

Por su parte, y como en los anteriores volúmenes de sus escritos musicales, el propio Josep Lluís Galiana se encarga de la introducción, en la que destaca la voluntad que este libro tiene de conformar la «crónica de un tiempo pianístico». Además, de nuevo vuelven los escritos de Galiana a dar fe de lo que fueron las iniciativas musicales del Club Diario Levante, «vocación memorialística y de reivindicación de un tiempo y un espacio muy determinados donde ocurrieron hechos artísticos únicos, y de unos autores y unos intérpretes imprescindibles para entender una generación musical de nuestro país a caballo entre dos siglos». Otra de las (muy pertinentes) reivindicaciones de Galiana en su introducción es la de su defensa de las jóvenes generaciones de pianistas y compositores valencianos, muchos de los cuales pasaron tanto por la sala de conciertos del Club Diario Levante como por las reflexiones críticas de Galiana. Precisamente, la propia crítica es el objeto de algunos de los análisis más lúcidos e interesantes de este libro: aspecto sobre el que volveremos al final de nuestra reseña.

Leída tan interesante introducción, los siguientes cinco capítulos están dedicados a la crítica musical; como ya hemos señalado, desde el año 1991 hasta el 2012. En dichas páginas nos encontraremos con muchos pianistas cuya carrera ha alcanzado cierta repercusión a nivel (inter)nacional, así como con otros cuya labor musical ha quedado circunscrita a la Comunidad Valenciana. Abundan, asimismo, las visitas de pianistas extranjeros, muchos de ellos con un repertorio propio de sus países de origen, como los casos de la rusa Olga Vinogradova, de la israelí de origen chileno Gloria Dávalos, del venezolano Leopoldo Betancourt, o del brasileño Luis Fabiano Rabello. 

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Todos ellos muestran esa apertura al mundo del Club Diario Levante, como también abierta estaba su programación a la mejor música de su tiempo, como muestran los conciertos del indonesio Ananda Sukarlan o el de un pianista que en su día entrevistamos en mundoclasico.com, Antonio Pérez Abellán, cuyo magisterio en las partituras de Karlheinz Stockhausen es internacionalmente reconocido (de hecho, Galiana dejaba constancia, el 5 de marzo de 1995, del estreno en España, a cargo de Abellán, del Klavierstück XIII (1981) de Stockhausen, tocado junto con piezas de Ramón Ramos y György Ligeti en un concierto envidiable en el marco del Festival Internacional de Música Contemporánea Ensems).

Como el de Pérez Abellán, son muchos los conciertos reseñados por Josep Lluís Galiana que nos mueven a una sana envidia por la calidad de sus programas e interpretaciones, tanto de páginas actuales como del repertorio más establecido, incluyendo el clavecín, por medio de crítica de conciertos y de reseñas de conferencias como la pronunciada en el Club Diario Levante por una Martine Argelliès que nos dejaba un titular de lo más interesante y controvertido: «La Revolución francesa condenó al clavecín porque representaba la música de Ancien Régime». Conciertos como los de Patricio Pizarro al clave, con partituras de Johann Sebastian Bach, completan esta incursión en la música barroca tocada con instrumentos de época, si bien se trata de un viaje al pasado puntual, en un libro cuyo repertorio predominante es el de los siglos XIX y XX.

Tampoco son habituales las presencias de otros instrumentos, si bien Galiana da cuenta de recitales de música de cámara, como los del violonchelista Mariano García y el pianista Carlos Amat (12 de enero del 2004), y de música orquestal (con solistas), como en su reseña del 17 de enero de 2004 en el Teatre Micalet: parte de las celebraciones por el 150 aniversario de la casa de pianos Steinway & Sons. Dicha conmemoración aparece en diversos artículos y críticas, asociada a su distribuidor en Valencia, la casa Clemente Pianos, promotora de todo un conjunto de actividades que Galiana no desaprovecha ni a nivel artístico ni a nivel técnico, sirviéndole dicha efeméride para presentar a los lectores del Diario Levante-EMV no sólo la historia de los venerables pianos estadounidenses (de origen alemán), sino los entresijos del propio instrumento protagonista de este libro: una labor de divulgación técnica poco frecuente en nuestra prensa generalista. De hecho, Galiana da espacio en sus páginas a cuestiones muy poco al uso en este tipo de periódicos, como los galardones recibidos en Japón por el preparador de pianos valenciano Javier Clemente, haciendo hincapié en la importancia de tal figura en la vida pianística de una ciudad.

Junto con efemérides como la de Steinway & Sons, Pianos y pianistas nos recuerda otras no tan agradables, como la muerte, en el año 2003, de Luciano Berio, objeto de un concierto-homenaje (precisamente, dentro del Ciclo del 150 aniversario de Steinway & Sons) el 3 de julio de 2003, con David Canals interpretando piezas del propio Berio. También luctuoso es el recuerdo (aunque hubiesen pasado ya muchos años desde su muerte) del compositor alicantino Rafael Rodríguez Albert, al que el Club Diario Levante dedicó (In memoriam) un concierto el 2 de diciembre de 2004, con José Luis Bernaldo de Quirós al piano. Uno de los mejores compositores españoles para piano, Frederic Mompou, también pasó por las páginas de Josep Lluís Galiana, como otro nombre clave del pianismo europeo del siglo XX, Olivier Messiaen: objeto no sólo de la crítica al uso, sino de reflexiones de orden musicológico muy interesantes por parte de Galiana en —una vez más— una concepción de la crítica en un medio generalista desgraciadamente en desuso.

El inseparable binomio John Cage - Carles Santos también se asoma, en diferentes momentos, a las páginas de Pianos y pianistas, por medio de interesantísimos conciertos, como el de Hada Benito y Judith Rocabert, el 15 de junio de 2007, con piezas del compositor californiano, o del concierto «No al No» de Carles Santos, todo un «compendio, una síntesis de su pensamiento musical, sonoro y estético»: palabras mayores, en un espectáculo que iba desde Johann Sebastian Bach al propio Cage.

De la mano de Carles Santos bien podría haber entrado en este libro la improvisación, campo en el que Galiana es un consumado especialista; de ahí, que sus reflexiones resulten especialmente reveladoras en conciertos como el del 22 de noviembre de 2001, con Agustí Fernández al piano. En todo caso, no es la improvisación libre una presencia habitual en este libro, como tampoco lo es la del jazz, si bien pianistas como Christian Molina algún destello nos dejan, incluyendo sus propias composiciones, parte de esa «trepidante evolución estética» que Galiana afirma ha experimentado el jazz. Como en el caso de Christian Molina, son numerosas las piezas de nuestro tiempo que a lo largo de este libro viven sus estrenos absolutos, nacionales y/o valencianos, por lo que el volumen se convierte en un documento de muy importante valor al respecto: parte del compromiso insobornable de Josep Lluís Galiana con la música de nuestro tiempo.

En análoga categoría entraría el Concurso Internacional de Composición para piano promovido por el Club Diario Levante y Bell'Arte Europa en 2004, cuyas bases, desarrollo y resultados podemos seguir minuciosamente en las páginas de Pianos y pianistas, con el premio final para el compositor italiano Christian Schmitz y un tercer puesto para el valenciano Voro García. Se haría merecedor García, así, de formar parte de una de las presentaciones de libro-CD más interesantes de cuantas podemos leer en este volumen, la de El pianismo valenciano (los compositores y las obras) (Rivera Editores, 2005), de Miguel Álvarez-Argudo: fruto de un largo trabajo de investigación que comprende tres siglos de música para teclado en Valencia.

El sexto y último capítulo, «Otros escritos pianísticos», recoge nuevas presentaciones de discos, ya de fechas posteriores, así como reseñas bibliográficas. Completa este último capítulo, al que sigue un muy nutrido y útil índice onomástico, una edición que, como en el caso de los dos primeros volúmenes de estos escritos musicales de Josep Lluís Galiana, es realmente cuidada, con buen papel y numerosas fotografías que ilustran la tan amplia nómina de pianistas que habitan estas páginas: nuevos episodios de unos tiempos que tanto echamos de menos hoy en día, no sólo por cuanto ahora impone la pandemia, sino por esas otras pestes que nos asolan en el siglo XXI, como la estulticia, las prisas, la banalidad y la progresiva desarticulación de la cultura y la industria cultural en la cotidianeidad de la vida española. En este sentido, Pianos y pianistas vuelve a ser un nuevo —parafraseando a Luigi Nono— contrapunto dialéctico a la mente...

...lo es, también, incluso por parte del crítico con respecto a sí mismo, con un conjunto de reflexiones sobre la crítica musical que, venidas de primera mano, resultarán muy interesantes tanto para quienes nos ponemos frente a un teclado para escribirla como para aquellos que las lean. Algunas de las reflexiones de Josep Lluís Galiana en este apartado —como las que copiamos a continuación— son de lo más oportuno para dejarnos con la mente en activo, mientras esperamos nuevas entregas de unos escritos musicales que, sin duda, no terminarán con este tercer volumen:

La crítica musical ha sido durante muchos años una de mis ocupaciones predilectas y, aunque he escrito mucho sobre ella, continúo muy interesado en seguir leyendo, formándome y reflexionando sobre esta práctica literaria, artística y enormemente creativa. Desde siempre he disfrutado de leer críticas sobre literatura, arte, cine o música. La crítica musical ha sido para mí una fuente inagotable de conocimiento, de reflexión y debate. A medio camino entre la poética y el análisis, entre la reflexión estética y el estudio musicológico, la crítica tiene esa notable función de formadora de opinión, ese inherente carácter pedagógico e instructivo, de cultivo del buen gusto estético, que no es otra cosa que el gusto por la belleza. Describir la experiencia musical en palabras, pensar la música y "verbalizarlo", así como activar la reflexión en torno al arte de los sonidos es construir un relato necesario, que contribuye a la comprensión y al goce de pasados, presentes y futuros procesos creativos. Procesos que incitan al análisis, a la consideración, a la discusión y, por tanto, a la crítica. También a la creación de nuevos marcos teóricos de significación estética, filosófica, política, social y cultural, y de imprescindibles contextualizaciones históricas y epistemológicas. No cabe la menor duda de que sin crítica no habría arte. (...) Como señaló Oscar Wilde en su famoso ensayo El crítico como artista, la crítica de arte es "una creación dentro de la creación".

Este libro ha sido enviado para su recensión por EdictOràlia.

Notas

Josep Lluís Galiana: «Pianos y pianistas. Dos décadas de crítica musical y otros escritos pianísticos», Valencia: EdictOràlia Llibres i Publicacions, 2020, 236 páginas. ISBN 978-84-120023-9-3.

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