Recensiones bibliográficas
Nuevos desarrollos antidemocráticos y sus contextos espaciales en Europa y Latino-América
Juan Carlos Tellechea

El fascismo siempre va de la mano con el capitalismo. Le va mal a éste, tira entonces del freno de emergencia del autoritarismo para sobrevivir. Un ejemplo palpable, sin necesidad de rebuscar demasiado en los libros de historia, es el de la administración de Donald Trump en los Estados Unidos. Trump se ha ido ahora de la Casa Blanca para quedarse. Cuando dice “nuestro increíble viaje apenas comienza“ las hordas bárbaras que lo apoyan y que perpetraron el cruento asalto fascista al Capitolio el 6 enero (¡menudo regalo de Reyes!) comprenden el mensaje -el grito de guerra- y siguen allí. No se han esfumado, esperan para actuar de nuevo en cualquier momento, apoyados por la mayoría de los congresistas republicanos.
Paralelos con Mussolini
Cuando los investigadores que analizan el resurgimiento del fascismo en nuestros días ven las imágenes del asalto al Capitolio, les viene de inmediato a la mente la marcha sobre Roma, la primera gran victoria del fascismo hace casi 100 años, en 1922. El Duce Benito Mussolini (1883-1945) lanzó en aquel entonces un llamamiento a sus seguidores y decenas de miles llegaron hasta la capital italiana. Muchos de ellos estaban ya preparados, vestidos con los uniformes de los camicie nere, mostrando banderas, armados y decididos a atacar a los odiados símbolos del orden parlamentario...y así marcharon.
Por supuesto, los Fratelli d'Italia, racistas, xenófobos, antisemitas, intolerantes, son hoy los verdaderos fascistas, los tenebrosos hermanos de la neonazi y ultraderechista Alternative für Deutschland (AfD). No hay que olvidar que la revolución conservadora que empezó con el Brexit (y el caótico Boris Johnson) y con el no menos perturbado Trump está fracasando, y una derecha que tomara el poder en estos tiempos en Roma sería un desastre para los italianos, porque llevaría a que el país se distanciara cada vez más del resto de Europa.
Los fascistas de postguerra
Pero (…) El fascismo italiano de posguerra como subcultura política ha ocupado siempre un espacio político y social específico en la sociedad italiana desde 1945, afirma la etnóloga Lene Faust, investigadora asociada en el Instituto de Antropología Social de la Universidad de Berna (Suiza) en su libro Neofaschismus in Italien. Politik, Familie und Religion in Rom. Eine Ethnographie (Neofascismo en Italia. Política, familia y religión en Roma. Una etnografía),* publicado ahora por la editorial académica e independiente transcript, de Bielefeld.
La base son los fascistas como perdedores de la Segunda Guerra Mundial y, en particular, los veteranos de la Repubblica Sociale Italiana (RSI) y sus familias, afirma Faust, formada en la Universidad Martin Luther, de Halle-Wittenberg (Sajonia-Anhalt) e investigadora en las áreas de la antropología política, la antropología religiosa y la antropología mediterránea.
Su narrativa sobre su propio pasado bélico, considerado legítimo y legal en virtud de la ley de la guerra, fue el mito de origen de su propia identidad: su "pureza" e inviolabilidad moral como soldados, la base de la autoimagen del fascismo de posguerra.
Esto conecta a miembros de diferentes orígenes sociales y educación entre sí en una red de perdedores de la guerra, que inicialmente se organizaron en asociaciones de veteranos y en el partido Movimiento Social Italiano (MSI), fundado en 1946, que se apoyaron mutuamente; un espacio cultural en el que se cultivaron y cultivan la cultura fascista, los principios morales y la cultura del recuerdo y la conmemoración de los muertos.
Los fascistas del siglo XXI
El esfuerzo bélico se justifica, enfatizando la propia inviolabilidad moral; la narrativa del héroe y la autovictimización contrastan con el discurso antifascista sobre los perpetradores, y la propia perpetración y los crímenes de guerra son relativizados o negados.
Los fascistas de la posguerra a principios del siglo XXI pueden dividirse en tres generaciones: la generación de los veteranos de la RSI y los fascistas de la RSI, la segunda generación, formada principalmente por los activistas políticos de los anni di piombo de los decenios de 1970 y 1980, y una tercera generación, activa desde la década de 1990, sin experiencia bélica ni de combate. Son los perdedores de la globalización. Durante los años de extrema tensión política y terror político, el compromiso político implicaba el uso de la violencia y la defensa del territorio político; la actividad política también implicaba y ponía en peligro el espacio privado y familiar.
El mal crónico que afecta a Italia
Pero volviendo a la Italia de hoy, en medio de una crisis económica plagada por la pandemia, la cuestión radica en si los italianos habrán entendido el motivo de las crisis de gobierno o por qué la política en el país está más que nunca alejada de los problemas de los ciudadanos.
Los italianos tienen miedo de la pandemia, están angustiados por la crisis económica y no tienen casi nada ni quieren tener nada que ver con la política. Sienten que se acerca una gran tormenta, pero ya no saben cómo protegerse. ¡Y aquí radica la gran crisis de desconfianza hacia la política y los partidos en Italia! Ningún político ha tenido la valentía (para no perder votos ni las ventajas de toda índole de las que se benefician) de decirle la verdad a la ciudadanía. La recuperación de Italia solo podrá lograrse con un enorme, casi inhumano, sacrificio de su población, y no por cuentagotas.
Las comparaciones son odiosas
Cada vez que se intenta una reforma en Italia, el lema es siempre: ¡Hagámoslo como en Alemania! La reforma electoral se llama Germanicum. Está previsto reformar el sistema escolar según el modelo alemán. Incluso el orden financiero, que realmente no es el paraíso.
Alemania es un país estable, predecible, con un federalismo funcional y en el que la Corte Constitucional tiene un papel preeminente. Y sobre todo la moral pública: lo que en Italia puede ser apenas un desliz, en Alemania es un gravísimo error y el que lo comete no regresa; no puede regresar más a la vida pública; el escarnio para él y su familia sería demasiado grande.
Ese también es otro de los problemas. ¿Están los italianos dispuestos a tamaños sacrificios para sostener a un país de forma estable, tienen una predisposición para ello? Las comparaciones son odiosas. Pero, desde que asumió la canciller Angela Merkel el gobierno en Alemania en 2005 han transcurrido ya 10 gobiernos en una Italia atomizada.
No hay mayoría
La mayoría no existe en Italia, por lo que el gobierno no llegará a ninguna parte a menos que alguien -antes fue Giuseppe Conte, ahora el encargado por el presidente Sergio Mattarella es Mario Draghi, tras el fracaso de Roberto Fico (en dos semanas tres intentos)- logre aumentar el apoyo a su nuevo ejecutivo. Sin embargo, es poco probable que lo logre. El Movimiento Cinque Stelle respalda ahora a Draghi. Éste tuvo que prometer la creación de un gran ministerio de Medio Ambiente. Todo para evitar un eventual regreso al poder de los populistas de derecha de la Lega de Matteo Salvini, junto con el "Fratelli d'Italia" de Giorgia Meloni, que sería una señal desastrosa para Europa y la ruina de Italia.
Entre Salvini y Matteo Renzi (Italia viva); el cómico Beppe Grillo , Conte (hasta ahora) y Fico...la cosa, por lo visto, no iba de ideas o programas en la política italiana -paradójicamente cada vez más próxima a la Commedia dell'arte- sino exclusivamente de individualidades y cada uno tira para sí mismo, no para el país. Veamos Draghi ahora. Se supone que puede arreglar el país con un gobierno de expertos. Tiene que presentar un plan financiero muy pronto para que fluyan miles de millones de euros de la Unión Europea. Es de temer que tampoco lo consiga debido a las notorias disputas de la clase política italiana y la incompetencia de esta en materia de política económica.
La personalización de la política italiana, sin ideas ni programas, es tan extrema que los italianos echan de menos la nefasta era de Silvio Berlusconi. Berlusconi tenía su propio carisma, un aparato de partido, pero hoy se ha llegado a la caricatura del “berlusconismo”.
El neonazismo en Alemania
En Alemania, uno de los nidos del neonazismo y la ultraderecha se encuentra en la pauperizada Cuenca del Ruhr, con un nivel de desempleo muy por encima de la media nacional. La nacionalista, racista, xenófoba, antisemita e intolerante AfD tiene allí, así como en los estados federados alemanes del este (Brandemburgo, Mecklemburgo-Pomerania Occidental, Sajonia, Sajonia-Anhalt y Turingia) un caudal de votantes de entre 7% y 16% (según las ciudades y sus distritos).
Mientras escribía esta reseña, el 28 de enero de 2021 era condenado a cadena perpetua por una corte de Francfort del Meno un neonazi de 47 años por el cobarde y abominable asesinato del político democristiano alemán Walter Lübcke, presidente del distrito de la ciudad de Kassel (estado de Hesse). El cómplice del asesino, otro notorio neonazi, quien le entregó al perpertrador el arma utilizada en el crimen, recibió en cambio libertad condicional.
La impunidad
La escandalosa sentencia será recurrida por la fiscalía. Para la entidad no gubernamental NSU Watch, creada tras la decena de asesinatos perpetrados por una banda clandestina de nazis entre 2000 y 2006, detrás de todos estos crímenes hay muy probablemente elementos de los propios organismos de seguridad alemanes, lo que explicaría por qué nunca quedan aclarados completamente estos aberrantes hechos y tampoco la justicia da muestras de tener mucho interés en esclarecerlos.
Un día antes, el miércoles 27 de enero, el parlamento federal alemán conmemoraba el 76º de la liberación del campo de exterminio nazi de Auschwitz (en Polonia) por las tropas del Ejército Rojo de la Unión Soviética. En el acto, y entre otras personalidades, hablaba la presidenta de la comunidad judía de Múnich y la Alta Baviera, Charlotte Knobloch. Knobloch relató, entre lágrimas y muy emocionada, el sufrimiento de su familia durante la época nazi. Nacida en 1932, sobrevivió al Holocausto escondida en una granja de la Franconia Media.
Dirigiéndose a la bancada de la AfD, Knobloch les espetó en sus narices: "Ustedes seguirán luchando por su Alemania, y nosotros seguiremos luchando por nuestra Alemania." Y, "les digo que ustedes perdieron su lucha hace 76 años". Tras su discurso, la gran mayoría de los diputados se pusieron de pie para aplaudirla. Desde las filas de la neonazi y ultraderechista AfD, algunos diputados no solo no la aplaudieron, sino que permanecieron sentados en sus bancos.
El eterno “espacio vital“ de los nazis
La lucha por los espacios siempre ha formado parte del núcleo de las reivindicaciones históricas nacionalsocialistas; "espacios vitales" de estados enteros y de los actuales movimientos y partidos de extrema derecha para la demostración de poder en los pueblos o distritos de las ciudades, afirma el sociólogo Wilhelm Heitmeyer del Instituto interdisciplinario de investigación sobre conflictos y el uso de la violencia, de la Universidad de Bielefeld, en el prefacio de un estudio sobre la extrema derecha editado por la investigadora Lynn Berg, de la Universidad Técnica de Dortmund, y el profesor Jan Üblacker de la EBZ Business School de Bochum.
El volumen, titulado Rechtes denken, rechte Räume? Demokratiefeindliche Entwicklungen und ihre räumlichen Kontexte (¿Pensamiento de derecha, espacios de derecha? Desarrollos antidemocráticos y sus contextos espaciales),* fue publicado por la misma editorial transcript, de Bielefeld.
En la actualidad, los neonazis se empeñan en denominar estas áreas de "zonas de liberación nacional". Se trata de actividades muy diversas. Estas pueden ser esfuerzos para ganar en provocación o para documentar con símbolos que se está "allí". Se trata de ganar espacio ocupando calles... donde los "otros" ya no están seguros cuando se mueven en el espacio público. También son ganancias de desahucio, para desalojar a otros de las instituciones...como los centros juveniles. Todo en un esfuerzo por lograr ganancias de normalidad. Esto significaría que ya nadie se molestaría especialmente cuando aparecen grupos de extrema derecha en estos espacios sociales.
Los peligros
Que esos avances en la normalización son especialmente peligrosos es por demás evidente. Todo lo que se considera normal ya no se puede problematizar. Se trata del cambio de los estándares de normalidad para la demostración socio-espacial del poder de la extrema derecha. En el futuro diferenciar entre las diversas estructuras de oportunidades en las comunidades de los pueblos, las zonas de los pueblos pequeños y los distritos de las grandes ciudades.
Observar con gran atención
La homogeneidad de la población y la intimidad de los contactos sociales se contraponen a la heterogeneidad y el anonimato. Por ello, hay que observar con gran atención los diversos mecanismos que ya habían surgido y que están reapareciendo en nuevas formas, porque la represión estatal o las contraactividades de la sociedad civil también estimulan repetidamente las "innovaciones" por parte de los grupos de actores de extrema derecha.
Por ejemplo, cuando en las ciudades universitarias se lleva a cabo la represión de estos grupos; son desplazados con éxito y luego "escapan" a las comunidades rurales de los alrededores, pero al mismo tiempo adquieren edificios vacíos allí y se convierten en socialmente "resistentes al desplazamiento", pasando así a formar parte de la comunidad del pueblo. O cuando existen nuevas posibilidades de combinación entre la actuación en los espacios "virtuales" de comunicación con actividades amenazantes y los espacios de acción real de los actos físicos de violencia.
Los medios de comunicación
Por último, pero no menos importante, están las oportunidades cada vez más rápidas de movilización a través de la medios de comunicación para ocupar espacios sociales, al menos a corto plazo, con pretensiones de poder, al menos a corto plazo.
Todavía hay muchas preguntas teóricas y empíricas sin respuesta. Por lo tanto, una de las preocupaciones centrales de la investigación de Berg y Üblacker, es generar más conocimientos que clarifiquen la situación. Esto se introduce mediante un camino hacia un marco conceptual.
En ocho facetas los mencionados académicos trazan un marco de debate. Es meritorio comenzar con los patrones de actitud de la población de derechas, pues se sabe que forman el espacio de resonancia necesario para que surjan áreas en las que estos patrones de actitudes se condensen en opciones electorales.
Sus métodos
Las organizaciones de los partidos de derechas pueden aprovechar esto a nivel local para influir en los discursos políticos y cívicos respectivos. La aparición de nuevas redes es sólo el siguiente paso, a partir del cual pueden crecer las dinámicas socio-espaciales de la violencia de la derecha. Se trata de un marco estimulante en el que se inscriben las otras ocho contribuciones con sus respectivas especificaciones. Ahora bien, el problema generalmente conocido de las antologías es que no todas las contribuciones están en una relación complementaria densa entre sí para señalar un "nuevo" concepto global para los "desarrollos antidemocráticos y sus contextos espaciales", subtítulo del volumen.
En este sentido, también es una "tarea de descubrimiento" muy significativa para ambos autores proseguir sus temas de forma cooperativa a más largo plazo, porque las lagunas explicativas siguen siendo grandes y las "alianzas de amenaza de la derecha" en los distintos espacios sociales siguen siendo acuciantes.
El análisis
La investigación puso de manifiesto hasta qué punto el espacio desempeña un papel central en la lucha de la extrema derecha y los nacionalistas por la hegemonía, no sólo a nivel nacional, sino también a nivel urbano y de barrio, algo que, sin embargo, actualmente sólo se aborda de forma vacilante en la investigación.
Distritos como el de Dorstfeld, en la ciudad de Dortmund, y otros lugares similares experimentan a diario el vínculo con la lectura del "barrio de extrema derecha". La creación de repliegues en torno a una de sus calles adyacentes (la Rheinische Straße), la ampliación de los espacios del miedo para los enemigos discursivos y la exhibición de la presencia para lograr la hegemonía en el distrito son signos de la especial importancia de la toma del espacio en el curso de las acciones de los grupos de extrema derecha.
En nuestro ámbito
Harían muy bien nuestros lectores en España y otros países de esta misma cultura ibérica poner atención en quiénes los representan en sus respectivos parlamentos y, en el caso de este Viejo Continente, en el Parlamento Europeo. Tengo la impresión de que algunos “fantasmas“ que incluso posaron y alardearon hasta no hace mucho en la izquierda socialdemócrata hoy se han pasado furtivamente a la ultraderecha neonazi y neofascista europea (donde siempre debieron de haber estado) y están vinculados a actividades de dudosa legalidad y legitimidad.
No hace falta mencionar nombres. Todos los conocemos muy bien. Como dijera el ex guerrillero Tupamaro y ex presidente uruguayo José “Pepe“ Mujica: “El poder no cambia a las personas, sino que muestra su verdadero carácter“. (citado en “Worte des ärmsten Präsidenten der Welt“. José “Pepe“ Mujica (Palabras del presidente más humilde del mundo. José “Pepe“ Mujica“), editorial Nomen.*
La impunidad en América Latina
La complicidad de los organismos de seguridad y la impunidad de los criminales de extrema derecha son de sobra conocidos por los sufrientes ciudadanos de muchos países de América Latina. Las autoridades gubernamentales tratan de encubrir a estos grupos fascistas a su servicio, denominándolos genéricamente bandas de criminales, mientras se lavan las manos de la violencia racista que generan allí, así como de sus crímenes genocidas que nunca quedan aclarados definitivamente. Campesinos (descendientes de los pueblos originales de América) son la mayoría de sus víctimas.
La estatalidad clientelar
Un año y un mes después del tratado de paz entre la guerrilla de las FARC ('Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia") y el gobierno colombiano encabezado entonces por el presidente Juan Manuel Santos, cuatro hombres armados hasta los dientes entraron a una casa en la Comunidad de paz San José de Apartadó, alrededor de las 10:45 de la mañana del 29 de diciembre de 2017, escribe el antropólogo Philipp Naucke, de la Universidad de Marburgo en su estudio Klientelisierte Staatlichkeit in Konfliktregionen. Eine Ethnographie der Begegnungen einer kolumbianischen Friedensgemeinde mit staatlichen Institutionen (La estatalidad clientelar en las regiones en conflicto. Una etnografía de los encuentros de una comunidad de paz colombiana con las instituciones del Estado),* publicado también por la editorial transcript, de Bielefeld. Naucke dicta clases de Antropololgía cultural y social con especial énfasis en la Antropología de conflictos, la Investigación antropológica sobre la paz, la Antropología política y la Antropología del Estado en la Universidad de Marburgo.
Paramilitares como los SA nazis
Los sujetos eran paramilitares conocidos en la región; entre ellos un comandante, alias "Felipe". Llevaban ropa oscura de manga larga con capucha y estaban armados, entre otros, con una pistola SIG Sauer 9 milímetros un producto de precisión fabricado en el norte de Alemania por una subsidiaria de la empresa suiza (con capitales alemanes) L&O Holding.
El detalle es sumamente interesante, porque siempre se critica, y con toda razón, la laxitud con que el gobierno de Alemania autoriza las exportaciones de armas (sobre todo pequeñas) a países, aparentemente democráticos, que finalmente van a caer en las manos de autores de crímenes de lesa humanidad. Estos grupos no van muy a la zaga de las milicias nazis, los camisas pardas, que respaldaban al genocida Adolf Hitler.
El narcotráfico
En la casa, donde se almacena cacao para su comercialización, varios miembros de la comunidad estaban presentes en ese momento, incluido su representante legal, G.G. Desde la desmovilización de los Frentes 5 y 56 de las FARC que anteriormente operaban en la zona en abril de 2017, la Comunidad de Paz indicó en repetidas ocasiones en diversos comunicados que la amenaza que suponía el grupo paramilitar AGC ('Autodefensas Gaitanistas de Colombia') había aumentado masivamente (Véase por ejemplo el comunicado de prensa de San José 2017d).
Después de que los hombres accedieran a la casa, sacaron sus pistolas y primero intentaron matar a los miembros de la comunidad allí presentes. Los campesinos afortunadamente pudieron resistir y desarmar a estos cobardes y ponerlos en fuga. Las armas arrebatadas a estos criminales no fueron entregadas a los organismos de seguridad colombianos, sino destruidas por los propios miembros de la comunidad, para que no volvieran a entrar en circulación.
Hechos como estos forman parte del diario acontecer en América Latina, sobre todo en la peligrosa ruta de la droga (cocaína fundamentalmente) hacia los Estados Unidos y Europa; el de la droga un negocio de centenares de miles de millones de dólares anuales que con su lavado compra cualquier conciencia: gobernantes, políticos, militares, organismos de seguridad, jueces, fiscales, fabricantes de armas, banqueros y un denso entramado que muy bien conoce la jurista suiza Carla del Ponte, por experiencia en su propio país e internacionalmente.
Notas
1. Lene Faust, «Neofaschismus in Italien: Politik, Familie und Religion in Rom. Eine Ethnographie», Bielefeld: Transcript Verlag, 2021, 366 Seiten. ISBN 978-3-8376-5470-7
2. Lynn Berg & Jan Üblacker, «Rechtes Denken, rechte Räume?: Demokratiefeindliche Entwicklungen und ihre räumlichen Kontexte», Bielefeld: Transcript Verlag, 2020, 286 seiten. ISBN 978-3-8376-5108-9
3. Lucas (lucce) Cervigni & José Mujica, «Worte des "ärmsten Präsidenten der Welt" José "Pepe" Mujica», Fráncfort: Nomen Verlag, 2020, 148 Seiten. ISBN 9783939816515
4. Philipp Naucke, «Klientelisierte Staatlichkeit in Konfliktregionen: Eine Ethnographie der Begegnungen einer kolumbianischen Friedensgemeinde mit staatlichen Institutionen», Bielefeld: Transcript Verlag, 2021, 480 Seiten. ISBN 978-3-8376-5274-1
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