Recensiones bibliográficas
Hijos de AbrahamNadie nació antisemita
Juan Carlos Tellechea
Las celebraciones por el 1700 aniversario de la presencia documentada de judíos en Alemania comenzaron el pasado 21 de febrero en la histórica Sinagoga de Colonia, reconstruída en 1959 tras ser devastada por los nazis en 1938. Esta congregación, la primera en Alemania en ser visitada personalmente por un papa (Benedicto XVI en 2005) reúne fieles liberales. Allí, me consta, se respira esa atmósfera de apertura y tolerancia que conocí en mi Montevideo natal, adonde llegarían en el siglo XX miles de judíos y otros refugiados que huían de las guerras, el hambre y las persecuciones en Europa y Oriente.
La conmemoración que se extenderá durante todo este año con variados eventos culturales se ve ensombrecida por el creciente antisemitismo en este país y en Europa, en general. Además de los neonazis, fascistas y ultraderechistas se suman elementos musulmanes radicales e islamistas en las agresiones y atentados racistas y antijudíos.
Sin ir más lejos, en los patios de recreo de las escuelas alemanas se oyen crecientemente términos como “Du Jude!“ (¡tú, judío!) pronunciados de forma insultante por niños y adolescentes de ambientes musulmanes contra alumnos judíos y no judíos.
El gobierno de la canciller Angela Merkel ha tomado cartas en el asunto en 2018, designando al jurista y diplomático Felix Klein comisionado especial para velar por la vida de los judíos y enfrentar el antisemitismo en este país.
Debemos ayudar a las maestras y maestros a afrontar estas situaciones con más seguridad y a tomar las medidas adecuadas, afirma Klein en una reciente entrevista de prensa. Esto incluye también hablar con las familias y el entorno religioso. Porque nadie nace siendo antisemita, subraya el funcionario. Las comunidades de las mezquitas están llamadas a actuar contra el antisemitismo en sus propias filas, puntualiza.
Judíos por primera vez en el concejo de la ciudad
Pero volviendo a las celebraciones, esta memorable fecha se remonta a un edicto del emperador romano Constantino, quien hace 17 siglos abolió formalmente la discriminación de los judíos. En aquella época, Colonia era la capital de la provincia romana de la Baja Germania.
Allí, como en todo el imperio, era inusual que los judíos formaran parte de los ayuntamientos. Esto sería así hasta el año 321, cuando Constantino emitió el referido edicto: "Por una ley general permitimos que todos los ayuntamientos nombren a judíos para el concejo".
Probablemente los judíos vivían aquí desde hacía ya 300 años antes, en este territorio al que habían llegado con las primeras legiones romanas. Convivieron desde entonces con tribus celtas que se encontraban en la margen izquierda del Rin antes de la llegada de los germanos en el 254 d.C. desde el este de Europa.
El decreto-ley de Constantino, ahora conservado en el Vaticano, se considera el primer registro escrito de la vida judía al norte de los Alpes; hace ya mil setecientos años. Razón suficiente para honrar la rica y gran tradición del judaísmo en este país con un año de celebraciones.
Por citar solo un ejemplo: en la Edad Media, las ciudades de Espira, Worms y Maguncia se convirtieron en centros intelectuales y culturales del judaísmo (la Jerusalén del Rin) con rabinos que tenían influencia en Europa como autoridades religiosas. Moses Mendelssohn (1729-1786) fue un pionero de la Haskalá, la "Ilustración judía".
Nueva historia del judaísmo
Puntualmente para el comienzo de los festejos fue presentado el nuevo libro del Dr. Martin Goodman, profesor de Judaísmo de la Universidad de Oxford, titulado A History of Judaism, de la editorial Penguin Books, Random House, de Londres,* traducido al alemán por Susanne Held como Die Geschichte des Judentums: Glaube, Kult, Gesellschaft (La historia del judaísmo), y publicado por la renombrada editorial Klett-Cotta, de Stuttgart.*
Los orígenes
El tercer día de luna nueva después del éxodo de los israelitas de Egipto, en este mismo día, entraron en el desierto del Sinaí (…), afirma Goodman, citando fragmentos de la Biblia. Cuando Moisés subió a Dios, el Señor le llamó desde el monte: "Habla, pues, a la casa de Jacob y proclama a los hijos de Israel: Habéis visto lo que hice a los egipcios, cómo os llevé en alas de águila y os traje hasta mí. Ahora bien, si escucháis mi palabra y guardáis mi pacto, seréis mi posesión entre todas las naciones, porque toda la Tierra me pertenece. (…) Seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa. Estas son las palabras que debes proclamar a los israelitas. (…).
Este dramático relato de la revelación de Dios a Moisés en el Monte Sinaí figura en el libro bíblico del Éxodo. La historia del judaísmo consiste en la historia continua y múltiple de la interpretación de la alianza de este "pueblo santo" a lo largo de unos tres milenios. Más de mil años después de que, según la tradición, Moisés recibiera esta revelación, el sacerdote e historiador jerosolimitano Flavio Josefo incluiría la primera teología del judaísmo existente para los lectores no judíos en su obra Contra Apión, un alegato en defensa de las tradiciones judías contra las calumnias de autores paganos.
La historia
Hacia finales del siglo I de nuestra era, Josefo se enorgullecía del antiguo honor de su pueblo y de los registros hebreos extraordinariamente precisos en los que se conservaba la historia de su pueblo. Gran parte de esta historia había escapado a la atención del mundo no judío, y los escritores griegos habían prestado lamentablemente poca atención a los judíos, pero esta ignorancia podía remediarse. Antes de exponer la teología judía en su escrito Contra Apión, Josefo produjo para los gentiles una narración continua de la historia judía desde su comienzo hasta su propio presente. Es muy posible que sus 20 libros sobre las Antigüedades judías fueran la primera narración de este tipo que se escribiera (y no que se transmitiera solo oralmente).
Fiabilidad de los relatos
¿Hasta qué punto era fiable el relato de Josefo sobre los orígenes de los judíos? Se refiere repetidamente a su sinceridad y cita documentos siempre que es posible para demostrar la validez de su testimonio, pero, por supuesto, había muchas cosas que simplemente no podía saber. Solo enmarcar el material de la Biblia hebrea sobre el que construyó la primera mitad de su historia como una narración continua fue un gran esfuerzo.
Vida nómada
Los estudios críticos no pueden arrojar ninguna luz sobre la validez de los relatos de las andanzas de Abraham y sus descendientes. Pero hay suficientes pruebas en el Próximo Oriente de los milenios III y II a.C. del modo de vida nómada descrito en estos relatos, con frágiles relaciones tanto entre las agrupaciones tribales individuales como entre estas y los habitantes más asentados de los espacios urbanos en los límites de las zonas desérticas.
También es evidente que algunas tribus nómadas entraron en estrecho contacto con el estado egipcio, fuertemente organizado, hacia finales del segundo milenio a.C., aunque los intentos de relacionar los registros egipcios directamente con el relato bíblico del Éxodo son poco convincentes. Las pruebas arqueológicas de los primeros años de la Edad de Hierro en la tierra de Israel no confirman la historia bíblica de la conquista por parte de las tribus israelitas que llegaron rápidamente desde la región de Transjordania, pero los hallazgos son consistentes con la incorporación de forasteros a la población local durante este tiempo, posiblemente en un proceso más gradual.
Lecciones moralizadoras
No hay duda de que las tradiciones históricas de los reinos de Israel y Judá, y del exilio en Asiria y Babilonia fueron formadas por generaciones posteriores para impartir lecciones morales a sus contemporáneos; pero que estas tradiciones sean inventadas de la A a la Z es extremadamente improbable. En el siglo V a.C., y en relación con el regreso de algunos judíos del exilio babilónico a Jerusalén, la palabra "Yehud" estampada en las monedas muestra que el nombre de los judíos bajo el dominio persa estaba en uso como designación de una entidad política.
Es difícil dilucidar con los recursos de la arqueología el resto del relato bíblico del templo-estado de Jerusalén en el periodo persa; pero existe una colección de documentos de la comunidad judía egipcia, que desde finales del siglo VI hasta principios del IV proporcionó el personal de una guarnición en la isla de Elefantina, río abajo junto a la primera catarata del Nilo. Esta colección revela ahora que esos judíos de la Diáspora escribieron a las autoridades del Templo de Jerusalén pidiendo consejo sobre la celebración de las fiestas judías en su santuario local.
La diáspora
La influencia de otras culturas sobre los judíos y el judaísmo fue aún más pronunciada en la diáspora que en la patria. Ya hacia el año 200 a.C. había comunidades judías en Babilonia y Egipto, y en los dos siglos siguientes se pueden encontrar muchos judíos en partes de Asia Menor (la actual Turquía), Grecia y Macedonia, así como en Cirene (la actual Libia) y desde mediados del siglo I a.C. en la ciudad de Roma.
Pero pasando página rápidamente a prolongados períodos históricos, digamos que la toma de Jerusalén en el año 70 d.C. cambiaría irremediablemente la relación entre el Estado romano y los judíos. Tanto si el Templo fue destruido intencionada o accidentalmente, cuando ocurrió, la nueva dinastía imperial bajo su líder Vespasiano trató la destrucción como una bendición para la paz en el Imperio Romano, relata Goodman.
Después de la devastación de su patria los judíos seguirían aún más dispersos. Por lo tanto, también se verían directamente afectados por todos los cambios que ocurrirían en el mundo en general. Dentro del Imperio Romano, el asentamiento de judíos entre los siglos II y V está atestiguado hasta el oeste de España y hasta el norte de la Galia y Germania. Estas regiones se convertirían en importantes centros de la vida judía a principios del primer milenio de la era cristiana.
Mundo civilizado
En el siglo VIII, el judaísmo babilónico ya se encontraba en medio de una cultura islámica que se extendía hasta Occidente. A medida que aumentaba la influencia árabe, también lo hacía la de los judíos bagdadíes en las comunidades de Siria, Palestina, Egipto, el norte de África y España. Bagdad se fundó en el siglo VIII como una ciudad islámica asentada en los alrededores de la antigua Babilonia, pero en su apogeo en los siglos X y XI se extendió mucho más allá de sus fortificaciones circulares originales.
Se desarrollaría una exuberante cultura urbana que integraba a cristianos y zoroastrianos, además de judíos, con numerosos palacios, patios, estanques y jardines regados por los canales que unían los ríos Éufrates y Tigris. Y había seis grandes mezquitas, supuestamente 1.500 baños y mercados con una opulenta oferta que inspiró los cuentos de Las mil y una noches. Los judíos que vivían allí debían de tener la impresión de vivir en el centro del mundo civilizado.
Finales del siglo XIX y comienzos del XX
Demos otro salto en la historia. Hace casi 150 años, el caos reinaba en la Bolsa de Viena. El 9 de mayo de 1873, los precios en ese parqué se hundían. La cotización media se desplomaba de 339 a 196 puntos. El precio más bajo se alcanzaría en 1876, 105 puntos. La pérdida total ascendía a 1.500 millones de florines, lo que equivalía aproximadamente a unos ocho mil millones de euros de hoy. Cuarenta y ocho bancos, ocho compañías de seguros y sesenta empresas industriales quebrarían. El archiduque Luis Víctor de Austria, un ludópata, perdería 200.000 florines. La tasa de suicidios se dispararía. Cientos de personas se quitarían la vida arrojándose a las aguas del Danubio.
¿Los culpables de la caída de la bolsa? Los judíos, por supuesto. El satírico y antisemita Franz Friedrich Masaidek agitaba a la población. Calificaba a la Ringstrasse de "red de estafa con sus innumerables bancos, agentes de bolsa y negocios similares para hacer dinero". Maisadek fundaría la Asociación Nacional Alemana antijudía con Georg Ritter von Schönerer.
Sigmund Freud
Schönerer fue uno de los más furiosos defensores de los teoremas völkisch-racistas. Exigiría la abolición del calendario cristiano y la implantación de uno nuevo que tomara como punto de partida el año 113 a.C. ; fecha en que los romanos fueron derrotados por los cimbrios y los teutones en la batalla de Noreya, en la provincia de Nórica, que abarca gran parte de la actual Austria oriental y Hungría occidental.
En 1924, un erudito miraría retrospectivamente medio siglo atrás, sintiendo todavía un orgulloso aislamiento y un duro rechazo:
La universidad a la que ingresé en 1873 me trajo al principio algunas decepciones palpables. Sobre todo, me llamó la atención la imposición de que debía sentirme inferior y no perteneciente a este pueblo por ser judío. Rechacé rotundamente lo primero. Nunca entendí por qué debía avergonzarme de mi ascendencia, o como empezaron a decir, de mi raza. A la Volksgemeinschaft que se me negó renuncié sin mucho pesar. (Sigmund Freud)
Notas
Martin Goodman, «A History of Judaism», London: Penguin books, 2019, 656 Pages. ISBN 9780141038216
Martin Goodman, «Die Geschichte des Judentums: Glaube, Kult, Gesellschaft», Stuttgart: Klett-Cotta Verlag, 2020, 785 Seiten, gebunden mit Schutzumschlag, mit einem farbigen Tafelteil und mit zahlreichen Karten. ISBN 978-3-608-96469-1
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