Memoria viva

Piazzolla, Astor

Mi música huele a tango

Juan Carlos Tellechea
martes, 9 de marzo de 2021
Astor Piazzolla © 2019 by Ullstein Bild/ArenaPAL Astor Piazzolla © 2019 by Ullstein Bild/ArenaPAL
0,0037873

Astor Piazzolla no alcanzó a ver en toda su magnitud el gran triunfo de que goza hoy su música. El camino hacia arriba fue largo y muy pedregoso. Pero espiritualmente está en ella, respirando con su fueye la sensualidad y el ritmo del tango tradicional que él ha sabido mostrar bajo una nueva luz, con conjuntos inusuales, estilos de interpretación muy propios y audaces armonías.

En las cinco oportunidades que tuve de tratarlo personalmente, en Montevideo, Punta del Este, Turcoing (Francia) y en Colonia (Alemania), así como de telefonear con él en París, percibí siempre a un músico apasionado que creía contra viento y marea en lo que estaba haciendo, y que proseguía la sempiterna búsqueda de su lenguaje innovador.

El centenario de su nacimiento, el 11 de marzo de 1921 en la ciudad balnearia de Mar del Plata , es conmemorado hoy en todo el mundo. Desde hace meses se vienen difundiendo páginas enteras en los periódicos y revistas especializadas que evocan su obra. Las emisoras de radio y televisión emiten programas especiales con sus grabaciones originales y Boosey & Hawkes, su editorial, ha preparado nuevas ediciones de sus obras orquestales.

Hasta en las cortinas musicales de los programas radiales de información matutinos o vespertinos se utilizan fragmentos de sus piezas, según los casos, por la energía, el ritmo, la vitalidad, la melancolía o la profunda tristeza que destilan; verbigracia Libertango o Adiós Nonino. El arte inconfundible de Astor Piazzolla, su Tango Nuevo, es ahora conocido en todo el orbe y ha abierto el camino para que nuevas generaciones de compositores y músicos vayan más allá aún de lo que alcanzó a llegar él.

Los antepasados de Astor eran inmigrantes italianos llegados a la Argentina a mediados del siglo XIX, como cientos de miles de sus compatriotas. Su padre, Vicente (Nonino), decidió en 1925 salir del país por motivos económicos y emigró a Nueva York con su esposa Assunta y su hijo de cuatro años. Los 13 años que pasó Piazzolla en el centro de Manhattan serían formativos para su desarrollo musical.

Su primer bandoneón

Cuando tenía ocho años, su padre, un amante apasionado del tango, le regaló un bandoneón por su cumpleaños. El niño estaba profundamente decepcionado; quería una pelota de béisbol. Miraba esta extraña caja y no sabía qué hacer con ella. En casa, el tango tradicional sonaba todos los días desde un gramófono cuando Vicente regresaba del trabajo. Era peluquero y atendía a muchos clientes de la mafia siciliana (Cosa nostra) en el salón, a través del cual se entraba disimuladamente a un garito, donde se servían además bebidas alcohólicas en la época de la prohibición.

Bach, Mozart, Chopin

Pero Astorcito estaba mucho más fascinado por la música de Johann Sebastian Bach que resonaba desde el apartamento vecino. Allí ensayaba el pianista húngaro Béla Wilda, ex alumno de Serguéi Rachmaninov, quien después del triunfo de la Revolución Rusa había emigrado con su familia y vivía desde 1918 en Nueva York. Tras largas discusiones, Astor pudo convencer a su progenitor para que le permitiera tomar lecciones con Wilda. Éste no estaba familiarizado con el bandoneón, pero arregló obras de Bach, Wolfgang Amadé Mozart y de Frédéric Chopin para que el chico las pudiera tocar en el fueye.

Canillita en El día que me quieras

Seis años más tarde, en 1935, nada más ni nada menos que Carlos Gardel se encontraba en Nueva York para filmar El día que me quieras. Astor, quien oficiaba de guía y traductor para el célebre cantor y compositor, fue comprometido por los realizadores de la película para actuar como canillita (vendedor callejero de periódicos).

La familia invitó un día a Gardel a comer en casa. Assunta preparaba una pasta casera de rechuparse los dedos. Gardel le solicitaría en un momento al jovencito que tocara algo en el bandoneón. Y así lo hizo. Repasó varias obras de su repertorio clásico y algún tango. Tras escucharlo muy atentamente, Gardel le dijo medio en serio, medio en broma: pibe vos tocás muy bien el bandonéon, pero el tango lo tocás como un gallego.

Cuando su padre decidió regresar a Argentina a principios de 1937, Astor no se sentía contento. Su español era pobre, todos sus amigos estaban en Nueva York, Manhattan se había convertido en su hogar. Mientras tanto, el tango en Argentina, nacido en el bajo, en los burdeles y en los cafetines de mala muerte del puerto, se había vuelto socialmente aceptable y consolidado como la música típica y popular por antonomasia. Sin embargo, Astor Piazzolla se mantendría a distancia.

Haciendo realidad un sueño

Así siguió todo el tiempo hasta que un día escuchó en la radio al violinista Elvino Vardaro con su sexteto de tango. Quedó tan abrumado por su expresiva interpretación y el singular rubato que inmediatamente comenzó a escuchar a todos los grandes músicos de tango, siempre buscando elementos innovadores en su música.

Los encontró con Elvino Vardaro, pero también con Aníbal Troilo (Pichuco), quien debutó espectacularmente en el Cabaret Marabú de Buenos Aires en julio de 1937 con su conjunto y el cantor Francisco Fiorentino. Astor Piazzolla estaba allí, presenciando el memorable acontecimiento.

Después del concierto, tenía claro que le gustaría tocar con esta exclusiva orquesta. Pero no tenía casi ninguna posibilidad de entrar en ella. Un día uno de los bandoneonistas dejó la orquesta y Troilo necesitaba un reemplazo. Un amigo común le recomendó al joven Astor Piazzolla que conocía ya todo el repertorio de memoria.

Aprender composición

Tan pronto se hizo realidad su sueño de tocar en la orquesta de Pichuco, Piazzolla comenzó a buscar nuevos desafíos. Cuando se enteró en 1940 de que el gran pianista Arthur Rubinstein estaba en Buenos Aires, fue a verlo y le dijo que quería estudiar composición. Rubinstein descolgó el auricular del teléfono marcó un número y puso a Piazzolla en contacto con el compositor, algo mayor que él, Alberto Ginastera, con quien tomó lecciones de composición durante varios años. Por aquel entonces se enamoraría de Odette María Wolff, conocida como Dedé, quien se convertiría en su primera esposa (1942) y madre de sus dos hijos, Diana y Daniel.

Ginastera enseñó a Piazzolla orquestación, composición y dirección; también literatura y poesía, porque creía que un músico debía ser un artista plenamente educado. Piazzolla comenzó a leer los libros que le regalaba su esposa Dedé. Ella se ocupaba de la literatura y la poesía que leía Piazzolla.

Primeros arreglos propios

Piazzolla tocaría en la orquesta de Aníbal Troilo durante cinco años y ganaría muy bien. Pero sentiría que musicalmente se estaba quedando. En busca de algo nuevo, ensayó en secreto en su guardarropa con músicos que experimentaron con él y estaban listos para abrir nuevos caminos. Finalmente persuadió a Aníbal Troilo para que escribiera arreglos para la orquesta.

Gran parte de lo que había aprendido de Alberto Ginastera fluía en estos arreglos: especialmente su conocimiento del contrapunto y la armonía, con el resultado de que no a todos les gustaba su música. Fue un duro golpe para Anibal Troilo cuando Astor Piazzolla dejó la orquesta en 1944.

Objetivo: ser un compositor clásico

Después de tomar esta decisión, Piazzolla dirigió temporalmente la orquesta del cantante Francisco Fiorentino, quien aceptó sus novedosos arreglos. Con el conjunto grabó 24 temas en el sello Odeón.

Además de tomar lecciones de composición con Ginastera, recibía lecciones del pianista clásico Raúl Spivan en ese instrumento. Escuchaba mucho jazz, especialmente grabaciones del pianista Stan Kenton. Piazzolla daría el siguiente paso importante en su carrera con la fundación de su primera "Orquesta típica" en 1946.

Su propio conjunto

Por fin tenía un conjunto propio con el que no necesitaba interpretar piezas ajenas y en cuyo ámbito pudo incorporar libremente sus propias ideas. En ese momento analizó composiciones de Béla Bartók,  Serguéi Prokófiev  e  Ígor Stravinski con la firme intención de convertirse en un compositor “clásico".

Su Opus 1 es una suite para arpa y orquesta de cuerdas. Sus composiciones fueron interpretadas en conciertos y transmitidas por radio. Mas también compuso algunos tangos, entre ellos El desbande en 1946 que luego lo consideró como su “primer tango verdadero”. Sin embargo, se concentró cada vez más en la composición de música contemporánea.

Beca para París

Alentado por Alberto Ginastera y el compositor Juan José Castro, Piazzolla presentó su opus 15, la Sinfonía Buenos Aires, al Premio Fabien Sevitzky  en 1953 - y ganó. Además de una suma de 250 dólares, el premio incluía una beca de un año para estudiar en París con la famosa compositora y pianista Nadia Boulanger.

En París con Nadia Boulanger

Al mismo tiempo, Dedé también recibió una beca en París para trabajar con el cubista André Lhote. La pareja emprendió el largo viaje. Por si acaso, Astor trajo consigo el bandoneón olvidado durante mucho tiempo. Cuando Piazzolla llegó a París en 1954, solo tenía la intención de convertirse en un compositor "clásico".

Diana Piazzolla, Astor. © 1987 by Emecé.Diana Piazzolla, Astor. © 1987 by Emecé.

Se avergonzaba de haber tocado tango y bandoneón. Pero Madame Boulanger le insistía; quiero conocer al verdadero Piazzolla, relata Diana Piazzolla en Astor, la biografía de su padre (1987).* Diana, quien falleció lamentablemente en 2009, con 65 años de edad, se había distanciado en ese momento de su progenitor por insuperables divergencias ideológicas.

Dicho sea al margen, el ejemplar para reseña me lo obsequiaría autografiado y con dedicatoria (Para mi gran amigo Tellechea, con cariño) el mismísimo Astor en su casa de veraneo en Punta del Este, donde seguía componiendo obras y donde lo entrevisté para la agencia de prensa alemana (dpa) en enero de 1988. Consciente de toda la problemática que rodeaba en aquel entonces a este libro, lo guardo en mi biblioteca como un tesoro.

Un día Boulanger le propuso que tocara un tango. Astor se sentó al piano y tocó “Triunfal,“ de su propia autoría. La maestra de maestros le pidió entonces que se lo repitiera. Lo hizo dos veces. Observó que ella lo miraba, seguía el ritmo con la cabeza y sonreía. ¡Deténgase!, le dijo de pronto y lo tomó de las manos. Por un instante ninguno de los dos habló. Su música me ha emocionado. Su tango es música nueva y sobre todo sincera. Su Triunfal es nada menos que auténtico. Éste es el Piazzolla que me interesa. ¡No lo abandone nunca!, le aconsejó. Gracias a Nadia Boulanger, Astor Piazzolla ganaría un nivel completamente nuevo de confianza en sí mismo como músico.

El comienzo del éxito

 Mientras aún estaba en Francia, firmó contratos con tres compañías discográficas. En seis semanas compuso 16 piezas que grabó con músicos de la Ópera de París. También pudo conquistar al pianista de jazz argentino Lalo Schifrin, con quien pudo hablar mucho sobre sus grandes modelos a seguir Duke Ellington,  Dizzy Gillespie  y  George Gershwin.

Schifrin había estudiado composición y contrapunto con Olivier Messiaen  y  René Leibowitz, pero tenía exactamente el swing que Piazzolla buscaba en su música. Sin embargo, debido a una gira, Schifrin no pudo participar en las grabaciones, por lo que intervino el pianista de jazz Martial Solal.  Contra todas las convenciones del tango, Piazzolla comenzó a tocar su bandoneón de pie durante estas grabaciones. Se sentía mejor, con más energía y dinamismo, no como un viejo apoltronado en un sillón, me decía él mismo en aquella entrevista.

Camino hacia el Tango Nuevo

Para Piazzolla, un concierto de jazz era como una fiesta en el escenario, con músicos que irradiaban alegría, y no como las tradicionales orquestas de tango con sus integrantes sentados en el escenario con expresión seria, amarga y esparciendo pesimismo.

Lo que le fascinaba del jazz era la libertad para improvisar y lo común de hacer música, aunque todos podían brillar con sus solos. Piazzolla también quiso lograr algo así en su Tango Nuevo. Así regresó a Argentina con la idea de revolucionar el tango.

El escándalo: una guitarra eléctrica

De retorno a Buenos Aires, fundó el “Octeto Buenos Aires”. Probablemente fue el conjunto más atrevido de Piazzolla, compuesto por dos bandoneones, dos violines, violonchelo, contrabajo, guitarra eléctrica y piano. Trataba a sus músicos como solistas y les permitía improvisar, algo que antes era inusual en el tango.

Cuando introdujo la guitarra eléctrica como un nuevo instrumento a su conjunto, provocó un grandioso escándalo nacional. Eso no estaba permitido en el tango tradicional. Tanto el guitarrista como Piazzolla recibieron amenazas de muerte por teléfono. Pero Piazzolla no se dejó impresionar por las críticas. Quería continuar en su camino musical y prosiguió luchando a brazo partido.

Adiós al padre

Estaba decepcionado y decidió mudarse a Nueva York. Vivió allí durante dos años y medio. Una vez más, no tuvo éxito. El momento del tango en Nueva York no era el adecuado. Luego su padre murió mientras estaba actuando en Puerto Rico. Después de regresar a Nueva York, se retiró. Quería estar solo y compuso el elegíaco Adiós Nonino. Envió la partitura de Adiós Nonino a su agente en París y recibió cuatro billetes de barco como tarifa para regresar de Nueva York a Argentina en junio de 1960.

Se instaló en Buenos Aires e inició su revolución. Olía a tango, pero no era tango. Era música de Buenos Aires. Finalmente tuvo algo de éxito con esta acción. Fue invitado por diversas emisoras de radio y televisión y dio conciertos con su recién formado quinteto. Además de Piazzolla en el bandoneón, este nuevo quinteto incluía a: Jaime Gosis (piano), Simón Bajour (violín), Enrique Kicho Díaz (contrabajo) y Horacio Malvicino (guitarra eléctrica). Así lo vi por primera vez en la sala Verdi de Montevideo.

Tango para escuchar

En la década de 1960, la situación política y económica en Argentina (lo mismo en Uruguay) había cambiado mucho: los cambios sociales también incluyeron los lujosos cabarets dando paso gradualmente a clubes más pequeños donde la gente ya no bailaba, sino que escuchaba música, jazz y folclore, pero también tango. Aquellos locales se llamaban Tanguerías. Uno se reunía aquí mayormente con intelectuales y un público de la escena artística. Ese era exactamente el público que quería Piazzolla para su Tango Nuevo.

En el escenario de la ópera

Astor Piazzolla llevaba mucho tiempo sopesando la idea de crear un musical. Hasta que en 1967 escribió una operita junto al escritor y poeta Horacio Ferrer y así abriría un nuevo capítulo en el Tango Nuevo. Ferrer creó el libreto, Piazzolla la música. La pequeña ópera que lleva por título María de Buenos Aires, el nombre original de la metrópoli fundada en 1536 por Pedro de Mendoza, "Nuestra Señora Santa María del Buen Aire“, fue estrenada en 1968.

Una producción que fue llevada a París sería preestrenada en el Teatro Municipal de Tourcoing el 20 de noviembre de 1987, con la mezzosoprano Margarita Zimmermann en el papel protagonista, en presencia de Piazzolla y Ferrer.

Siempre en movimiento hasta el final

En 1976 Piazzolla fundó su Octeto Electrónico, en el que participaría también su hijo, Daniel,  y poco después su segundo quinteto, con el que recorrería el mundo durante once años. Con sus grabaciones con el vibrafonista estadounidense Gary Burton, escribiría otro capítulo en la historia del Tango Nuevo. Uno de los mayores reconocimientos para él como compositor y músico fue sin duda el estreno mundial de su Le grand tango para violonchelo y piano en Nueva Orleans, interpretado por Mstislav Rostropóvich, a quien dedicó la obra.

El Noneto

Pieza enlazada

Tuvo una vida breve, aunque prolífica, y ha quedado casi olvidado, pero entre 1971 y 1972 Piazzolla formó un noneto (Conjunto 9), a mi juicio el clímax de su obra, evoca el compositor y bandoneonista argentino Marcelo Nisinman en una breve entrevista con www.mundoclasico.com por correo electrónico. Fueron dos LPs increíbles (Música popular contemporánea de la Ciudad de Buenos, volúmenes 1 y 2), uno con Osvaldo Tarantino y el otro con Osvaldo Manzi, ambos pianistas. La opinión de Nisinman es compartida por numerosos musicólogos. Fue, sin duda, la formación con la que Piazzolla alcanzaría su mejor producción musical.

Astor Piazzolla murió el 4 de julio de 1992 en Buenos Aires. Aquel fue un momento de gran dolor para quienes lo conocimos y admiramos su obra. Cuatro años antes había sido sometido a una operación de (cuádruple) baipás. Pocos meses después, en 1989, lo entrevisté por última vez personalmente en Colonia, durante una cena junto al Rin. Estábamos con el director del servicio para Iberoamérica de la emisora de radio de onda corta La Voz de Alemania (Deutsche Welle), Alfredo Herzka. Astor había venido con su nuevo sexteto y los músicos, recuerdo, estaban inquietos, porque no sabían si Piazzolla, en su estado de convalecencia, podría continuar trabajando.

En 1987 había realizado múltiples grabaciones en Estados Unidos, como si hubiera presentido que le quedaba poco tiempo para hacerlo; en vivo en el Central Park con Lalo Schifrin, Tango Zero Hour, Tango apasionado, La Camorra (un homenaje a la mafia napolitana), y Five Tango Sensations.

Este último CD fue grabado con el Kronos Quartet, en un pequeño estudio de Manhattan. Después de tres horas todo estaba en "caja". Fue la sesión de grabación más corta que jamás haya experimentado el cuarteto.

En julio de 1990 mantuvimos una postrer comunicación telefónica con Astor en París. Todo estaba bien, aparentemente, seguía muy optimista, recuperándose. Lo del baipás era cosa del pasado. El 4 de agosto, sufrió una trombosis cerebral al caerse en el baño del apart-hotel parisino donde se hospedaba. Internado en un hospital, no se recuperaría más del infarto. El 12 de agosto sería trasladado vía aérea a Buenos Aires, sobreviviría dos años más, pero sin ninguna esperanza de volver a la vida activa.

Su legado: más de 300 tangos y música para 50 películas; grabó alrededor de 40 discos; trabajó con escritores como Jorge Luis Borges, con actrices como Jeanne Moreau y Milva, con el director Fernando Solanas; dirigió proyectos transgénero además con Gerry Mulligan; y compuso la música de la pieza Bandoneón para el teatro-danza de Pina Bausch.

Notas

Diana Piazzolla, «Astor», Madrid: Emecé, 1987, 274 páginas. ISBN 978-9500407236

Comentarios
Para escribir un comentario debes identificarte o registrarte.