Entrevistas
Nicole Peña: "El violonchelo puede transmitir desde un desgarrador susurro hasta el grito más desesperado"
Juan Carlos Tellechea

Elogiada por sus exquisitas interpretaciones, la violonchelista Nicole Peña Comas, formada en la República Dominicana, su país natal, y en la Universidad de Música y Artes Dramáticas de Viena, acaba de lanzar con gran éxito El canto del cisne negro, su primer álbum como solista, junto con el pianista chileno Hugo Llanos Campos.
Tocando como solista en orquestas e integrando conjuntos de cámara, una de sus grandes pasiones, Peña Comas, especializada en música iberoamericana, ha recorrido ya medio mundo, desde Europa a China, pasando por España, Italia, Alemania, Austria, Bélgica e Inglaterra, entre otros países, y ha participado en numerosos festivales de música.
Pero también le apasiona el campo de la docencia que ejerce intensamente en Viena. En 2012 fundó junto con sus dos hermanas (Nathalie, soprano; y Evelyn, flautista), la Fundación Musical Trébol en la República Dominicana, institución sin fines de lucro que ofrece gratuitamente programas de educación musical coral a niños y jóvenes, específicamente en la región sur del país.
Alumna de maestros como Wolfgang Aichinger y Bruno Weinmeister en violonchelo, Wolfram Wagner en composición, Franz Hofecker en gestión cultural, y Augusta Campgne en música antigua, Peña Comas ha creado y dirige tres proyectos principales. En medio de sus intensas actividades, la violonchelista dominicana ha aceptado muy gentilmente a una entrevista con mundoclasico.com. Estas son sus declaraciones exclusivas:
Juan Carlos Tellechea: ¿Qué reflexiones le inspira este parón de actividades culturales en general y musicales en particular por el coronavirus?
Nicole Peña Comas: Me he dado cuenta de las ventajas de la convivencia y los actos sociales para la salud en general. He aprendido a valorar más las cosas que tengo, porque uno a veces da por sobreentendido las cosas que posee y no las aprecia conscientemente, hasta que las pierde. También he llegado a la triste conclusión de que la cultura y la música son realmente dispensables para los gobiernos, aunque aportan tanto a la sociedad principalmente en el desarrollo del individuo y a la economía. En mi caso, en Viena, la capital de la música, todas las noches habría por lo menos unas 30 o 40 ofertas culturales entre conciertos en grandes y pequeñas salas, conciertos de turistas, óperas, musicales, exposiciones y obras de teatro.
¿Qué balance (positivo y negativo) extrae usted de la situación?
Por un lado me he podido concentrar más en mi salud, en compartir con mi familia, a leer, a dedicarme más a la enseñanza, que es una de mis pasiones, y a otros trabajos de tipo didáctico; y lo negativo es que por las restricciones y medidas tomadas por el gobierno austríaco, pues se cancelaron todos los conciertos y giras que tenía previstos desde marzo del año pasado. La presentación oficial del disco El canto del cisne negro aún no se ha podido llevar a cabo, tenemos fecha de posposición y estamos con la esperanza de que esta vez sí se pueda realizar.
¿Qué proyectos tenía usted en marcha y cómo ha tenido que modificarlos, y cuáles puede emprender todavía?
Una gira de conciertos de presentación del disco tanto en Austria como en el extranjero y todo tuvo que ser cancelado hasta próximo aviso. Por el momento puedo hacer grabaciones, planificar próximos proyectos discográficos y dar clases tanto en línea como presenciales, ya que ahora se permite en Viena.
Usted se crió y se formó inicialmente en la República Dominicana ¿Con qué música entró en contacto por primera vez allí?
Sí. Bueno la música típica de mi país es el merengue y la bachata y pues antes de seguir los pasos de mis hermanas e inscribirme en la escuela de música, esta es la música que siempre difundían en la radio, así que era inevitable no escucharla.
Luego mis hermanas empezaron a escuchar música de los grandes maestros de la música académica Bach, Mozart, Beethoven, los rusos Rachmaninov, Chaicovski y Prokoviev. Yo, al ser la hermana menor, también escuchaba. Crecí escuchando todos los días el Concierto para piano nº 3 de Rachmaninov y de Chaicovski por Martha Argerich; el Concierto para violonchelo de Elgar por Jacqueline Du Pré, el Concierto para violín de Sibelius por Christian Ferras y obras de Fauré por Steven Isserlis.
¿Cuándo tomó usted por primera vez un violonchelo en sus manos? ¿Fue "amor a primera vista"?
Mi historia con el violonchelo es muy particular. Empecé a la edad de 10 años. Inicialmente quería estudiar violín pero no había profesores disponibles en ese momento, y me dijeron que estaban haciendo pruebas de admisión para el violonchelo. Todavía no sabía lo que era el violonchelo, pero decidí probarlo. Desde ahí inicié esta aventura musical, por eso pienso más bien que el violonchelo me eligió a mi.
¿Cómo surgió la idea de estudiar en Viena?
Realmente mis hermanas fueron nuevamente mi ejemplo a seguir, ya que la pianista y ahora soprano Nathalie siempre tenía el sueño de estudiar en Viena, mientras Evelyn, la flautista, ya estudiaba en Rotterdam. Cuando terminé el bachillerato no estaba segura si dedicarme o no a la música como profesión, y también conocía poco del movimiento musical en la educación de instrumentos de cuerdas en Austria. En ese momento sólo tenía como referencia el Conservatorio Nacional Superior de París, pero decidí arriesgarme y logré ser admitida en la Universidad de Música y Artes escénicas de Viena (Universität für Musik und darstellende Kunst Wien -MDW). Desde ahí me quedé en Viena.
¿Fue usted becaria de la Yehudi Menuhin's Live Music Now Foundation, qué puede decirnos de esta entidad?
Sí. Es una entidad que promueve un desarrollo tanto artístico como social, dándole la oportunidad a músicos jóvenes en Europa de compartir su talento con personas que ya no pueden asistir a conciertos, como por ejemplo en asilos de ancianos o en hospitales. Para ser parte de este selecto grupo de artistas, hay que realizar también una audición ante un jurado de reconocidas personalidades de la escena musical austríaca.
¿Recomienda usted empezar a aprender el violonchelo en la infancia, a partir de los 6 años de edad, o en edad adulta, y por qué?
Eso depende de las aspiraciones que se tengan: si sólo se ve como un pasatiempo se puede comenzar a cualquier edad, pero si las ambiciones son mayores, es decir, si se quiere desarrollar una carrera de solista se debe comenzar desde muy temprana edad, a los 5 o 6 años, aunque he visto casos en los que han empezado desde los 2 o 3 años. La ventaja cuando se empieza a muy temprana edad, sobre todo con un buen maestro y buena instrucción, es que el niño lo ve como un juego y aprende y desarrolla habilidades técnicas y procesos muy complejos inconscientemente, ya que los niños absorben todo como una esponja, por imitación. Además, la capacidad de desarrollar la motórica y la flexibilidad es optimal a esta edad.
¿Qué diferencias observa usted como docente en las nuevas generaciones que se acercan a sus clases?
Que hay muy poca curiosidad y poca ganas de aprender cosas a base de esfuerzo, todo se quiere fácil y rápido; esto pues es un puro reflejo de la sociedad en que vivimos, que todo está en constante cambio y hay que hacer todo rápido, sin analizarse, sin madurez y tristemente con mucha mediocridad. Pero, como en todo hay sus excepciones y hay también muchos jóvenes extraordinarios.
¿Cómo decidió usted finalmente convertir la música en su profesión? ¿Cómo es su carrera musical?
En mis inicios en Viena, cuando no estaba segura si todo iba a funcionar con la música, por seguridad comencé de manera paralela la carrera de interpretación y traducción de lenguas en la Universidad de Viena. Luego, a medida de que iba mejorando y avanzando en la música, llegó un momento en el que no podía llevar ambas carreras, ya que ambas requerían de mucha entrega de mi parte y fue ahí dónde decidí arriesgarme por y con la música. Luego de esto me fueron llegando invitaciones a realizar giras en orquestas, invitaciones a tocar música de cámara, mi mayor pasión, y todo vino por sí solo.
Mi carrera actual es muy versátil, ya que toco como solista con orquesta, hago música de cámara con artistas de la talla de Erwin Schrott, toco en orquestas hasta junto a miembros de la Filarmónica de Viena y enseño. Actualmente tengo 3 proyectos principales: Spirituosi, Vienna Ensemble y Duo Selvaggio.
En Spirituosi tengo el honor de hacer música con mis hermanas Nathalie y Evelyn, soprano y flauta respectivamente, Damien Lancelle y Gonzalo Manrique, guitarras y Rubén Sánchez, contrabajo. Este ensamble se dedica más a la música folclórica latinoamericana presentada con arreglos clásicos y obras clásicas presentadas con ritmos latinoamericanos, por ejemplo Bach-Ata, una bachata con temas de J. S. Bach, Bachjoropo, un movimiento de una suite de Bach a ritmo de joropo (ritmo venezolano), Merenguenini, un capricho de Niccolò Paganini a ritmo de merengue, o interpretamos canciones populares como La flor de la canela, o canciones de arte de Carlos Guastavino o Gabriel Fauré.
Con el Vienna Ensemble, realizamos desde sextetos hasta sinfonías y óperas, un proyecto clásico más tradicional.
Con el Duo Selvaggio, junto al pianista chileno Hugo Llanos Campos, tenemos la misión de llevar la música clásica latinoamericana escrita para este formado de violonchelo y piano, sobre todo de autores desconocidos, a todos los rincones del mundo.
Además me dedico a la docencia en dos escuelas de música de Viena e imparto clases magistrales.
En su opinión, ¿es el violonchelo un instrumento solista subestimado? ¿Qué tiene de especial el sonido del violonchelo para usted?
Actualmente no. Cada día el violonchelo aumenta su popularidad y es más incluído en la programación de conciertos de los teatros más importantes del mundo. El sonido del violonchelo se ha considerado desde siempre como el que más se asemeja a la voz humana que aunque “ohne Worte” puede transmitir con calidez los versos más profundos desde un desgarrador susurro hasta el grito más desesperado que llega al alma. Además, el violonchelo es uno de los instrumentos más versátiles que existe, ya que puede acompañar, interpretar melodía, y hasta hacer efectos, por ejemplo en la música contemporánea.
Puede sonar banal pero es impresionante, que a través de varios tipos de madera en combinación con cuerdas de metal, se pueda transmitir emociones, se pueda expresar, educar y hasta curar. Y es tan especial, porque uno está siempre tan unido al instrumento como un bebé a su madre en el vientre; por ejemplo se pueden recibir las vibraciones que surgen a raíz de la resonancia del instrumento, lo que el oyente a simple vista no puede apreciar.
¿Qué violonchelo toca usted y en qué sobresale este instrumento?
Este instrumento que tengo actualmente, del cual no se sabe con exactitud su procedencia, es una copia de un Gagliano, que basado en los detalles de construcción se ha determinado que es de manufactura alemana de principios del siglo XX. Creo que es un instrumento que proyecta muy bien y tiene un sonido balanceado desde su registro grave hasta el agudo. Éste tiene la ventaja de que el sonido que emite puede ser brillante, lo que es esencial para la proyección, sin que le reste la calidez, que todo el mundo admira del violonchelo.
¿Cuál ha sido para usted lo más destacado de su carrera musical hasta ahora? Por ejemplo, ¿ha habido algún compromiso del que esté particularmente orgullosa?
La oportunidad de tocar como solista con la Orquesta Sinfónica Nacional de República Dominicana ha sido un gran privilegio y honor para mi. Más recientemente, el lanzamiento de mi primer CD como solista, El canto del cisne negro, el cuál ha sido muy bien acogido por las críticas, ha marcado un hito en mi trayectoria musical. Es importante mencionar que yo llegué a Viena sin instrumento, porque el que tenía en mi país no era de buena calidad y recibí uno prestado de uno de mis primeros maestros en Viena. Por esto pienso que no hay mayor satisfacción que cuando, a pesar de todos los obstáculos y carencias, uno logre superarse a sí mismo.
¿Puede usted decir que el violonchelo ha determinado su vida?
Definitivamente. Creo que sin mi experiencia de haber venido a estudiar a Europa no hubiese evolucionado como lo he hecho y esto fue impulsado principalmente por mi dedicación, entrega e inmersión en el estudio del violonchelo. A través de mis sesiones de práctica, he adquirido un sinnúmero de conocimientos y habilidades que se pueden aplicar en la vida en general tales como: el pensamiento analítico, la importancia de la respiración, del ejercicio físico y de su impacto tanto en nuestra salud física como mental, la capacidad de resistencia y de concentración, la anatomía humana y la función de cada una de sus partes al tocar un instrumento, la aplicación de teorías de la física en la praxis, eficiencia en el uso de la fuerza, la paciencia sobre todo conmigo misma. Aprendí que existen diversos tipos de aprendizajes y que hay múltiples posibilidades para alcanzar una meta.
¿Qué aprendió en las orquestas y conjuntos de cámara en los que ha tocado usted?
Trabajar en una orquesta o conjunto de cámara es como una pequeña sociedad, donde se trata de contribuir por el bien de todos. Aquí desde la sección de los violonchelos he aprendido a primeramente trabajar en equipo, a liderar una sección, a crear hermosos o mágicos momentos intercambiando energías con los colegas, a desarrollar tolerancia, a respetar tanto a la música como a los individuos envueltos en cada proyecto; y todo se trata de esto: trabajar juntos por un bien común.
¿Qué importancia tiene para usted la música de cámara?
La música de cámara es la tertulia musical más íntima que existe y para mí, mi mayor regocijo. Esta es la forma de hacer música con la cual me siento más en casa. Aquí se tiene la ventaja de que se puede expresar con más libertad o más personalidad que dentro de una masa, como en el caso de la orquesta, donde la individualidad no es la prioridad. El cuarteto de cuerdas es tal vez, porque es donde tengo mayor experiencia, mi elixir de amor.
¿Es cierto que con un violonchelo uno tiene la garantía de llamar siempre la atención en el metro, en el tranvía o en el autobús? ¿Hay alguna anécdota divertida sobre esto o algo más en su carrera como violonchelista?
Sí, en el tranvía siempre me preguntan que por qué no escogí el piccolo, a lo que yo respondo: -es muy tarde, aunque tengo mi hermana que lo toca.
Anécdota: Una vez que tenía un concierto en trío y nos perdimos, porque tomamos el transporte equivocado, las distancias eran muy largas y el próximo transporte era en 20 minutos en pleno invierno. Finalmente logramos llegar al lugar corriendo justo a la hora que tenía que comenzar. Pero, como veníamos de temperaturas bajo cero, la confrontación con la calefacción causó que la cuerda de Do no se quedara estable. Tuvimos que empezar así y la iba afinando entre piezas. Cuando el violonchelo por fin alcanzó adaptarse a la temperatura del lugar, ya había acabado el concierto. ¡Qué experiencia más estresante!
¿Cómo conoció al pianista Hugo Llanos Campos?
Fue gracias a mi hermana Evelyn, la flautista. Ella tenía un examen final y Hugo fue su pianista acompañante. Cuando tuve claro el proyecto del álbum, le contacté y le pregunté si estaría interesado en realizar este proyecto conmigo, a lo que me respondió que él lo haría con mucho gusto. Desde entonces se ha vuelto más que un amigo, un gran aliado y me siento muy afortunada de conocerlo y de hacer música con él.
¿Qué papel desempeñaron sus padres y su familia, en general, en su formación musical?
Mis hermanas se iniciaron en la música, porque un primo de nosotras estudiaba piano en la escuela de música estatal de Santo Domingo. Mi madre se motivó a inscribir a mis hermanas y luego seguí yo. Desde siempre el primer ejemplo a seguir han sido mis hermanas, ya que eran mayores y decidieron dedicarse a la música también. Todo este proceso no hubiese sido posible sin el esfuerzo y sacrificio de mi madre, quien aunque no música, más melómana, siempre nos incitó a dar lo mejor de nosotras y a perseguir nuestros sueños.
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