España - Madrid
Una canita al aire
Germán García Tomás
Venía a visitar Madrid
Pero en la presente ocasión el bueno de William Christie no nos venía a deleitar con una nueva edición de su ya imprescindible Le actuales con instrumentos de época, sino todo un coqueteo con el mundo del musical de Broadway y las canciones americanas de los años 30.
, sino que ha destacado por encima de todo el componente de eclecticismo y la reinvención de un conjunto especializado a la hora de transitar por otros géneros. Porque este Pasticcio, inevitable referencia a un tipo de ópera del siglo XVIII cuya música se nutre de varios compositores, ha supuesto no sólo una brillante exhibición y lucimiento en toda regla de uno de los mejores gruposUna amalgama muy sabrosa cuya salsa la sirvieron con soltura cada uno de los integrantes (2 violines, viola, violoncelo, contrabajo, flauta, oboe, fagot, tiorba y percusión) quienes con Christie dirigiendo desde el clave, ofrecieron lo mejor de sus capacidades técnicas y virtuosísticas, a lo que se añadió la colaboración de dos jóvenes promesas del canto que vienen pisando fuerte en el terreno historicista: la mezzosoprano Lea (1993) y el mediático contratenor Jakub Józef (Varsovia, 1990).
Abrieron fuego Les
y Christie con Jean Philippe Rameau y sus danzas de Zaïs, un compositor que ha sido siempre uno de sus grandes caballos de batalla y en el que no tienen rival alguno, como parte de sus vías de identidad. A partir de ahí, el collage musical que hacía honor al título de la propuesta artística se desarrolló con soltura y naturalidad, confiriendo variedad y ritmo entre la alternancia de números instrumentales y vocales, algunos de ellos primicias y descubrimientos para el gran público.Orlinski y Desandre unieron sus fuerzas para brindar prestaciones de altísimo nivel y gran solvencia a nivel expresivo y técnico, tanto a solo como en dúo, demostrando a partes iguales delicadeza, finura y refinamiento en este diálogo entre estilos. El contratenor polaco, que presentaba un aspecto informal en escena, dio sobradas muestras de una sobresaliente coloratura, penetrantes agudos, limpidez en la línea de canto y entera facilidad para los ornamentos en números como el aria di furore “Furibundo spira il vento” de Partenope de Handel, o a dúo con la flauta del espléndido solista Sébastien
La hermosísima voz de Desandre, cuya tesitura, de tintes muy líricos y graves consistentes, nos pareció muy pareja a la de soprano, se adecua como un guante tanto a las florituras y adornos de los afectos barrocos como al tono ligero del musical americano. Así, la franco-italiana, proveniente de la cantera de Le Jardin des Voix, sirvió delicados momentos en solitario como la mélodie “Á Chloris” de
acompañada al laúd por Thomas (que sirvió su improvisación a solo), o mostrando coloratura en el vibrante aria “Gelosia, tu già rendi l’alma mia” de Ottone in villa de Vivaldi.El punto de inflexión de la velada, que provocó una cálida ovación de un público divertido y entregado, llegó con el musical My fair lady de
Así, con la orquesta barroca transmutada en una jazz band, los diversos arreglos instrumentales de esta música americana sonaron magníficamente, con una paleta de color imaginativa en el empaste ideal de Les Arts Florissants, como el tema Night and Day (de la película La alegre divorciada de
). Y es que el ambiente se iba animando por momentos a la manera de un crescendo, no sólo por el dinamismo de los instrumentistas y de Christie, que disfrutaba como un enano sentado desde el clave, sino por el entusiasmo de los dos jóvenes cantantes, con el polifacético e instagramer Orlinski exhibiendo en el escenario sus dotes de bailarín y sus conocidas habilidades para el breakdance junto a Desandre, con un auditorio enteramente conquistado ya en el dúo Cheek to cheek de Irving Berlin, en donde revivieron magníficamente con su canto y sus pasos de baile a Fred Astaire y Ginger Rogers.En ese contraste buscado entre lo desenfadado de la comedia americana y la melancolía y las pasiones amorosas del Barroco, ambos entonaron delicadamente ese prodigio de sobriedad que es el dúo de Poppea y Nerone “Pur ti miro godo” escrito por Benedetto Ferrari para L’incoronazione di Poppea de Monteverdi.
Pero el festín no había concluido. Como un deseo lanzado a los espectadores, All you need is Love de The Beatles puso el broche a este delicioso cóctel. William Christie y sus chicos han querido tirar una canita al aire con este pastiche, en lo que ha sido la faceta más descarada y juerguista del maestro. A estas alturas, y a la vista de los resultados, se lo permitimos. Viva el Amor.
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