España - Cataluña
Aquí la ‘sensación’ era Dudamel
Jorge Binaghi

Después de la deslucida (soy generoso) última vez la historia del moro de Venecia (nadie se espante, así se llama la obra porque Shakespeare era un racista total y habría que suprimir todos sus títulos de acuerdo con el pensamiento correcto actual… Además, tranquilos, que el protagonista es y queda blanco como una patena aunque nadie entienda demasiado que el libreto del racista Boito y el colonialista Verdi diga todo el tiempo ‘moro’ con carga despectiva). En el caso de que alguien sienta su sensibilidad herida puede dejar de leer e incluso enviar una protesta a esta publicación pidiendo la cabeza (metafóricamente, más vale aclararlo porque hoy todo se entiende en primer grado) del responsable de tamaña atrocidad.
La producción iba a ser una coproducción con X, pero al final, entre Brexit y otras pandemias, se escogió la de Múnich, que ya había visto. Como uno se acostumbra a todo y no estamos para tonterías me pareció menos discutible que entonces y encontré un buen momento de teatro en el concertante con que prácticamente se cierra el tercer acto. Retomo por lo demás aquellas impresiones:
Se puede discutir mucho el aspecto escénico (el vestuario, con excepción del de la protagonista, es francamente horrible; las luces y videos funcionan bien – no es que el video me haya parecido necesario, pero pase-, el decorado, si se acepta el cambio a época moderna, es funcional, y el trabajo sobre los personajes de Desdemona –verdadera protagonista- y Yago –auténtico factótum- es inteligentísimo.
En el caso del protagonista se nota menos por la gran adecuación del actual que “carezca casi por completo de una personalidad y sea un juguete en manos de los otros dos”.
Aquí la ‘sensación’ era Dudamel. Realmente lo prefiero en el repertorio sinfónico (no es que su Bohème en Milán haya quedado en el recuerdo). Y por supuesto le queda bastante por llegar a la perfección de Petrenko. Tal vez si, como se dice, va a París y a la Opéra pueda profundizar en el repertorio lírico en el que no tiene tanta experiencia. Como es obvio (y correcto) estuvo mejor en los momentos de efecto que en los de intensidad interior, y cuando se mezclan, como ocurre por ejemplo en el dúo final del segundo acto, prefiere lo altisonante. Pero la orquesta le respondió bien y no hubo ni un solo error material (chapeau). Muy bien el coro con la mascarilla de costumbre.
Kunde y Álvarez estuvieron excelentes en lo vocal. Kunde hizo lo que pudo con la parte y resultó más creíble que el moro que vi en Múnich (que no fue Kaufmann por típica cancelación de última hora), pero a su edad y habiéndolo visto ya una vez en el rol lo deja a uno boquiabierto: es impactante su dominio de un papel tan exigente en el que sólo el color es a veces menos bonito que el de otros grandes protagonistas, ninguno de los cuales llegó cantando de este modo su Otello a la edad que hoy ostenta con gallardía Kunde. Me descubro ante él.
Álvarez está en un momento descollante de su ya larga carrera: la lozanía vocal es inaudita, y lo único que puede decirse es que intentó en lo posible adaptarse a la puesta en escena que había sido creada (ahora se ve bien, y es otro problema de las puestas en escena actuales) para un cantante y actor fantástico pero diametralmente opuesto como Finley, pero creo que a él le habría convenido otro enfoque del pérfido Yago.
Stoyanova es una garantía de profesionalidad, pero a mí me sigue pareciendo anodina. En esta versión tan feminista en la que está casi todo el tiempo presente (se arruina el efecto de su aparición para el dúo final del primer acto haciéndola aparecer al principio y creando un caos con la tempestad) ella también hace lo posible sin llegar a los niveles de la gran Harteros en la misma producción. Vocalmente está segura aunque empieza a notarse algún cansancio con notas metálicos y algunos ‘piani’ no tan seguros y etéreos como antes aunque es casi seguro que esté mostrándome poco generoso.
El resto del reparto fue bueno, con Vas en un excelente Roderigo, un interesantísimo Casio (Hernández), una buena Emilia (Pintó, vestida de juzgado de guardia), un correcto Bou (Ludovico) y un discreto Montano (Latorre). No tengo modo de saber quién fue el heraldo.. Mucho público y mucho aplauso.
Un segundo elenco en que los tres principales son Jorge De León, Eleonora Buratto (en su debut en el rol), y Zeljko Lucic no me será posible reseñarlo porque con la limitación del aforo las invitaciones de prensa se han limitado a una función.
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