Entrevistas
Hera Hyesang Park: Extraño el verano cuando nieva, y en un día muy caluroso uno busca sombra
Juan Carlos Tellechea

Alabada por el público y la crítica, la joven y laureada soprano coreana Hera Hyesang Park se siente maravillada por el eco que recibe de la platea cuando proyecta su maravillosa voz en una hermosa armonía con los músicos que la acompañan tanto en un recital de canciones o de arias de ópera.
Hera I am Hera (Gluck, Pergolesi, Händel, Mozart, Rossini, Puccini, Bellini, y los surcoreanos Joowon Kim, Un-Young La), con la Wiener Symphoniker, dirigida por Bertrand de Billy. acaba de lanzar con gran éxito su álbum
El pasado lunes 17 de mayo se presentó en el Auditorio Nacional de Madrid para interpretar temas de esa grabación, así como canciones de Joaquín Rodrigo y la célebre romanza de Manuel Fernández Caballero (Rafael Aguirre, guitarra; Sophia Muñoz (piano).
Hera, toda energía, luchadora y minuciosa en su preparación, ha accedido muy amablemente a mantener una entrevista por correo electrónico con mundoclasico.com. Estas sus declaraciones exclusivas:
Juan Carlos Tellechea: ¿Qué reflexiones le inspira este parón de actividades culturales en general y musicales en particular por el coronavirus?
Hera Hyesang Park: El Coronavirus no es culpa de nadie. Pero en esta época cuando el odio se acumula, la música posee mucho valor.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el Theaterkahn Dresden había quedado quemado y los ciudadanos se reunieron para la reconstrucción del mismo por petición de la ciudadanía, que se tomó en medio de la incomprensión y el caos.
La música nos ayuda a reír, llorar, enojarnos y sumergirnos. En el momento en que la escuchamos se hace presente una reflexión en la que las emociones que sentimos quedan justificadas ante esta bella maravilla. ¡Cuánto amo esta música! ¡Cuánto necesitamos la música!
¿Qué balance (positivo y negativo) extrae de la situación?
He podido detenerme un rato y observar cómo el mundo funciona. Estaba solamente concentrada en la música como si no existiese nada más, y el coronavirus me hizo darme cuenta de la importancia de la naturaleza. Debido a mis cuatro viajes a Corea, permanecí dos semanas de cuarentena en cada visita, y tras ellas fue un valioso regalo poder estar con mi familia, con la que no puedo pasar mucho tiempo debido a mi larga estancia en el extranjero.
Por mi profesión viajo mucho y como tengo una planta de tomate y no puedo ver el crecimiento de la misma ni como va madurando, hace tiempo se la dí a un amigo. Recientemente la recuperé y he podido verla florecer. Algo que me embargó de una gran felicidad.
Las funciones se han ido cancelando una tras otra, e inclusive se ha interrumpido mi debut como protagonista en el Metropolitan Opera, el que he esperado durante años. Justo antes de mi debut en el tour mundial con Las 7 muertes de Maria Callas, la obra tuvo que ser cancelada, y eso me dolió. Pero el tiempo era demasiado precioso como para quedarme triste.
Extraño el verano cuando nieva, y un día muy caluroso uno busca sombra. Mirando al futuro no podía permitirme vivir llena de recuerdos amargos por estos contratiempos. Por eso, intenté dedicar este tiempo a amar más, estudiar más y a estar agradecida por cada momento.
¿Qué proyectos tenía en marcha y cómo ha tenido que modificarlos, y cuáles puede emprender todavía?
Como mencionaba antes, casi 60 funciones que esperaba con ansia y mucho cariño, se cancelaron. En la próxima temporada, tengo previsto participar en Romeo y Julieta en Canadá, y con el papel de Fámina en Die Zauberflöte en el Metropolitan Opera pero no se sabe si el teatro podrá abrir al público. A pesar de todas estas circunstancias, estoy enormemente agradecida al público que está esperando la música. El arte siempre está aquí, y no quiero que pierdan la esperanza.
¿Sintió siempre amor por la ópera? ¿y por la música clásica?
No sé si puedo limitarme en la música clásica. Aún tengo mucho que estudiar. Pero me gustó la música y sigo amándola, por eso estoy aquí. Sobre todo, me encanta la ópera y el recital de canciones.
En la ópera, según los gestos de las manos del director, a veces suave, otras veces fuerte , se crea un drama en el que hay un compromiso a partir de la armonía que crean los integrantes de la orquesta, junto a la energía de los compañeros. Entre los numerosos compromisos, se sitúa mi voz. En la ópera, desde su ensayo hay alegría cuando estamos todos juntos, colaborando.
En el recital entrego toda el alma a mi imaginación. Aunque el pianista y yo usemos la misma partitura no se puede encajar perfectamente. El público tampoco puede entender perfectamente mi concepto. Pero unidos ofrecemos la mejor energía posible, y al final logramos crear una armonía hermosa.
El eco que está dentro de mi cuerpo, crea una figura situada donde comienzan los asientos del público, y el público responde con su energía en el eco. Es maravilloso y mítico.
Me gusta la música de todo tipo de género, pero quizás lo que más me gusta y me resulta adictivo es la profundidad al cantar sin micrófono.
¿Cuáles son sus compositores preferidos, tanto en la ópera como en la música clásica, y por qué?
En este momento, me gusta mucho la música de Mozart. Creo que Mozart me invita a su hogar. Algunos compositores, aunque quiera conocerlos más, se esconden y no se muestran. Y otros compositores son muy detallados, similares a un maestro relojero.
Bach, me lleva a un lugar reverente donde no puedo disminuir la tensión ni por un momento.
Para mi, Mozart posee la humanidad. Con Mozart, disfruto de la comodidad de la casa. Es como que estoy echada en el sillón descalza, a veces caprichosa, a veces riendo a carcajadas mirando un programa de la comedia. Como fluya la historia, me siento viva. Cuando siento el alma de Mozart, me siento acompañada, incluso siento que si le pregunto por qué me visita gruñendo, creo que él también me va a responder con un gruñido.
El escenario es un espacio donde implementamos el compromiso que establecimos durante el ensayo, pero el humor de Mozart, está emboscado en mi, y depende mi energía día a día, se exalta de manera entretenida, sorprendiendo al público.
¿Siente usted admiración por algunos otros compositores de ópera cuyo repertorio no canta en estos momentos?
Respeto la música de Bach. Cuando escucho su música, es cruelmente elegante, sintiendo que dejo de respirar. Si alguien me castigase diciéndome que tengo que escuchar la música de Bach todo el día, yo pensaría que esta persona no sabe cómo castigar.
Si Bach estuviese vivo, me gustaría observar quietamente su mirada. Como la representación de Marina Abramovic en el Museo MoMA de Nueva York, me gustaría observar sus ojos durante el día, intentando sentir incluso su respiración y preguntándome cómo es.
No podré ser como Bach, y por eso con el deseo de no perjudicar la partitura que escribió Bach, juntaré mis dos manos y cantaré. Me esforzaré mucho más hasta llegar a un punto donde solamente se escuche la música pura, no yo.
¿Es usted curiosa? ¿También con su voz? ¿Ha probado cantar en otro registro que no sea el suyo? ¿Puede una experiencia de este tipo llevarla a cantar otro repertorio o a integrarlo al suyo?
Cantamos con la respiración que Dios nos ha dado. Nuestro instrumento está en nuestro cuerpo. Mi parte llega hasta donde me permite. Cuando expiro el aire que no me está permitido, se mezcla con mi codicia y el eco envasado en esa voz forzada, refleja el alma borrosa.
Tengo mucha curiosidad en mi voz. Pero también estudio continuamente mi identidad, mi naturaleza y mi alma. Cuando el sonido existe tal y como es, sería como mirar una película sin drama.
¿Le asusta (o le asustaría) notar un cambio en su voz?
Estoy con mucha expectativa. Voy despacio, siguiendo el instinto. Sin apurarme, sin forzarme. La voz se renueva cada día, respaldada por la experiencia de la vida y el alma. Creo otro color, dependiendo de la energía del público cada día. Es muy divertido. El sonido que sale de mi cuerpo, se encuentra con los instrumentos de otros, va explorando ciertas cosas y crece con ellos, y se renueva. Esto me causa euforia. Algún día, por la vejez, si no puedo cantar como yo quisiera, recordaré el hoy, - aunque hoy tampoco logro a sacar el sonido ideal que reside en mi cabeza- recordando que estaba tan feliz, dándole a mi yo consuelo en la vejez.
Hay tres partes fundamentales en el canto. Mi instinto, alma equilibrada, y una técnica segura. Creo que no tendré miedo aunque mi voz cambie, siempre y cuando mantenga este balance. Al final, no hay nada que no cambie.
¿Le agota (o le cansa) a usted Rossini? ¿Se siente más cómoda con Mozart o Donizetti? O ¿con cuál de los compositores, cuyas obras canta, se siente mejor?
En Rossini, no se sabe exactamente por qué, pero se siente libertad. Gracias a esa libertad que existe entre las reglas, sale la nueva energía en cada función. La actuación de otro actor y su mirada provoca las curiosidades a Rossini: Oh, ¿tú vas a salir así hoy? Bueno, pues te lanzaré una flecha de amor con el piano en lugar de forte.
Mozart, posee reglas en la libertad. Como mencioné anteriormente, Mozart dice así: Si no quieres que te echen de casa, más vale que hagas caso a tus padres.
Donizetti es más generoso que Belini, pero es quizás generoso de más. Debo ser más adulta, para tratar a Donizetti. Si no me modero, puedo caer muy torpemente en la trampa escondida que ha diseñado Donizetti. Todos los compositores dan a conocer su vida. Cuando los estudio detenidamente, intento observar el mejor camino para comprenderlos, al mismo tiempo que rezo para lograr esa sabiduría con el deseo de conectarse con ellos. Sr. compositor, por favor hábleme.¿Qué quiere decirme?, Le sigo con todo respeto y humildad, por favor no tarde en mostrarme su alma .
¿Dónde ensaya usted mejor?
El ensayo como de verdad, de verdad como el ensayo. El escenario, del día de concierto, es un lugar donde cumplo el compromiso ya hecho durante el ensayo. Con más detalle, sería mejor un espacio grande, un lugar donde se ve claro la figura que se forma al expulsar el sonido con el temblor del cuerpo y en el que el sonido puede reflejarse bien claro. Un espacio abierto me permite prepararme mejor que un lugar en el que el techo es demasiado bajo, o un lugar muy seco.
¿Canta usted en su casa? ¿O tiene problemas con los vecinos? ¿Tiene usted alguna anécdota divertida al respecto?
Primero, no tengo casa. Soy nómada, voy de aquí a allá. Pero por el Covid-19 muchos tienden a trabajar desde casa, y en estas circunstancias conseguí un apartamento en Berlín, y en mi estancia recibí cartas de dos vecinos: Gracias por sus grandes canciones y Por favor se oye mucho ruido desde la calle.
Aunque siento mucho el ruido causado, también me pareció gracioso y me reí un buen rato. Sin embargo, he evitado ensayar hasta que pude mudarme a otro lado por respeto a los vecinos. Después del lanzamiento del álbum, estaba en cuarentena en Corea. Allí estaba en un lugar muy retirado con solo fábricas alrededor, así que podría ensayar hasta de madrugada. Un lugar muy tranquilo. Fue como un sueño, estar esas dos semanas en ese lugar.
Desde la mañana hasta la madrugada, he vertido toda mi energía practicando en vez de recuperarme del jet lag. El canto en un lugar lleno de estrellas, tomando una copa de vino de madrugada. La melodía de la música que resonaba hasta muy tarde me hizo olvidar la soledad de la cuarentena y no tenía nada más que desear.
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