Ópera y Teatro musical
Bicentenario de Der Freischütz2. La ópera romántica alemana
Josep Mª. Rota

Las Befreiungskriege (Guerras de liberación) marcan el renacimiento de la nación alemana. La lucha contra el invasor francés fue el aguijón que despertó al pueblo alemán. Los artífices de la victoria fueron los alemanes mismos: un ejército popular, la Landwehr, los cuerpos de voluntarios, los Freikorps, y un líder popular que los guiara, el Mariscal Gebhard Leberecht von Blücher, el “Mariscal adelante” (Marschall vorwärts), el general de alta graduación más amado por sus tropas en todas las Guerras napoleónicas; con él, los estrategas Scharnhorst, Gneisenau y Nostitz. Jóvenes labriegos, menestrales o universitarios se alistaban para expulsar de la patria al invasor, como el poeta y dramaturgo Theodor Körner, miembro del Lützowsches Freikorps y muerto en combate. Carl Maria von Weber, entre otros, puso música a sus poemas.
Los Discursos a la nación alemana (Reden an die deutsche Nation) del filósofo Johann Gottlieb Fichte, primero, y las reformas políticas, después, del canciller Karl Freiherr vom Stein y del estadista Karl August von Hardenberg sentaron los fundamentos del establecimiento de un estado alemán. Los hombres ya no luchaban por su rey, sino por su nación, nación que venía definida no por una línea en el mapa o un puesto fronterizo, sino por una lengua y una cultura comunes. Como los polacos, con su patria ocupada por Rusia y Austria; como Italia, dividida en reinos gobernados por potencias y monarcas extranjero;. Alemania era un mosaico de estados y la unidad política parecía un sueño después del Congreso de Viena.
La unificación cultural avanzaba mucho más aprisa. Al drama alemán, a la poesía y la narrativa alemana había que añadir un potente motor cultural, la ópera alemana. Max Maria von Weber, hijo y primer biógrafo del compositor, dejó escrito acerca de su padre y del Freischütz:
“Weber, en 1821 [año del estreno de Der Freischütz] representó para los partidarios de la ópera alemana lo que en junio de 1815 [Batalla de la Belle Alliance-Waterloo] el Mariscal Blücher fue para los combatientes alemanes… obteniendo una victoria decisiva en la gran batalla en favor del arte alemán.”
¿Inventó Haydn el cuarteto de cuerda? Seguramente no, pero le dio la forma definitiva y compuso tantos que se le puede bautizar como el “padre del cuarteto.” ¿Es Der Freischütz la primera ópera romántica alemana? Seguramente tampoco. El honor le correspondería a la Undine de Hoffmann; se podría hablar incluso del Faust de Spohr, estrenado en Praga en 1816, bajo la batuta, precisamente, de Carl Maria von Weber. La trascendencia de Der Freischütz, sin embargo, es superior a las anteriormente mencionadas y representa un punto de inflexión y despegue en el teatro musical alemán.
¿Der Freischütz, la ópera más alemana entre las alemanas, se basó exclusivamente en la escuela alemana de música? Claro que no. La ópera alemana no iba a nacer ex nihilo ni sponte sua. Der Freischütz tiene de italiano y de francés, evidentemente. Más de francés y menos de italiano, como pudiera parecer, porque es precisamente de la ópera italiana de lo que quería desligarse Weber. La terminología de procedencia italiana Arie, Duett, Kavatine ya está germanizada (el propio Wagner las utilizará aún en su Der fliegende Holländer). El aria con recitativo de Agathe (Nº8) y la coloratura de Ännchen provienen del estilo italiano, sin duda. La influencia francesa es mucho mayor, cosa que puede sorprender, dado que actualmente la ópera francesa se reduce a tres o cuatro títulos (que se repiten ad nauseam, eso sí). Las similitudes son, principalmente, con la opéra-comique, olvidada hoy en día incluso por los mismos franceses. El papel de Ännchen, una soubrette, es típico francés; aquí no la criada de la protagonista sino la prima. La parte sentimental de la gran aria de Max es más francesa que italiana. La nomenclatura Entre-Acte (Nº11) también es francesa.
En su época de director en Praga, Weber programó mucha ópera francesa: Raoul barbe-bleue y Richard coeur de lion (Gréty), Adolphe et Clara y Les deux petits savoyards (Dalayrac), Le caliphe de Bagdad y Jean de Paris (Boïeldieu). Seguramente fue Étienne Méhul una fuente de inspiración para Weber. La opéra-biblique Joseph y la opéra-comique Uthal le eran de sobras conocidas. Otro modelo que Weber conocía perfectamente era Luigi Cherubini, el italiano que escribía ópera italiana pero también francesa, muy respetado en Alemania, admirado y reconocido por sus colegas de oficio (Beethoven). Eran muy populares en Alemania sus óperas Faniska y Les deux journées, con libreto de Jean Nicolas Bouilly, el autor de Leonore. El Dourlinski de la Lodoïska de Cherubini es el modelo de malvado que inspiró al Kaspar de Weber, pero también al Don Pizarro de Fidelio.
Sin embargo, son típicamente alemanes los lieder de Kilian, Kaspar y las Damas de honor, así como los coros de lugareños y cazadores. Incluso el aria de Kaspar, de agilidades alla italiana, tiene como modelo a Beethoven. El melodrama en la Wolfsschlucht también es beethoveniano.
El Singspiel alemán está emparentado, pues, con la opéra-comique, pero es independiente, propio e inseparable de su pueblo, como también lo es la zarzuela. Caveat lector: cuando se habla de la influencia de la ópera francesa o italiana en el Freischütz no quiere decir directamente en esta obra en concreto. Dichas influencias ya estaban incorporadas en la música alemana, en Beethoven, Spohr o Hoffmann. Si acaso, para el Freischütz Weber se inspira en si miso. Así, su Ännchen tiene más que ver con su Preciosa y Agathe con su Silvana que con cualquier otro ejemplo concreto francés. De hecho, Der Freischütz es inconcebible sin el oficio ganado después de Peter Schmoll und seine Nachbarn y Abu Hassan; pero el espíritu del Freischütz, el ser humano en contacto con la naturaleza, el bosque omnipresente, las fuerzas telúricas, ya están presentes en su obra de adolescente Das Waldmädchen y en su posterior reelaboración Silvana.
Weber también conocía a Hoffmann y apreciaba su Undine. Y es Hoffmann quien acierta con el mundo de los espíritus que envuelve a los ignorantes humanos; las fuerzas de la naturaleza benigna y protectora cuando se la respeta, destructora cuando se la pervierte (el robo del oro del Rin). La noche se convierte en protagonista (nocturnos de Chopin): medio Freischütz pasa en la oscuridad o en plena noche. Pero la noche también es el momento de los sueños, de la fantasía, de la evasión romántica. Y este es el mundo también de Weber y su Freischütz. Sus personajes son eminentemente germánicos, campesinos y cazadores, habitantes de esa naturaleza madre que, de nutricia puede pasar a mortífera, fuente de espíritus malignos si se la contraría. La gran escena de la Wolfsschlucht es absolutamente alemana y romántica.
La ópera había fagocitado en Italia el género sinfónico-orquestal. La orquesta se había convertido en esa gran guitarra que solamente acompañaba las piruetas vocales de los cantantes. Del esplendor orquestal de la pasada centuria quedaba muy poco en Italia. En Alemania, en cambio, el género sinfónico, junto con el Lied, era el pilar fundamental de la música. La ópera romántica alemana iba a sustentarse en la orquesta, en el tejido armónico, no solo para acompañar la melodía, sino para para envolverla y realzarla. Los instrumentos de la orquesta iban a ganar protagonismo, no tanto como solistas a la hora de introducir la melodía de esta o aquella aria, sino como bloques por familias, para completar la armonía. La orquesta ya no es un elemento secundario sino principal. Para entender mejor las necesidades de la ópera romántica alemana, nada como las reflexiones del mismo Weber en su puesto de director en Dresde:
“La naturaleza de la ópera italiana exige pocos pero sobresalientes artistas. Unas pocas gemas brillantes, sin importar demasiado su disposición. Todo lo demás es secundario y sin importancia. Para la ópera alemana hace falta profundizar más. Se requiere una obra de arte en la que todas las partes formen un hermoso conjunto.”
Finalmente, una de las características básicas de la ópera romántica alemana está en el texto más que en la música. A Hoffmann y su Undine se le debe reconocer la creación de un texto, por fin, de calidad literaria. Lástima que su talento musical no estuviera a la altura de su talento literario. Habrá que esperar a Wagner, pasando por el injustamente infravalorado Lortzing, para hallar, por fin, a un compositor y a un literato.
Dresde y Berlín. Sajonia estuvo a punto de desaparecer en el Congreso de Viena. El colaboracionismo con los franceses de Federico Augusto I de Sajonia, encumbrado a rey por el mismísimo “pequeño corso”, había causado la aversión unánime de los estados alemanes, liderados por Prusia. Solo la diplomacia inglesa y austríaca consiguió mantener la existencia del reino, aunque reducido prácticamente a la mitad. Dresde no podía ser ya un centro de decisiones políticas, pero sí una capital cultural. Esa sería la tarea del conde Heinrich Vitzthum von Eckstädt, Geheimrat, director de la Academia de artes y del Hoftheater. La mano ejecutora del proyecto, el Hofkapellmeister Carl Maria von Weber. Sajonia fue el asilo favorito también de literatos, como Ludwig Tieck, Wilhelm Heinrich Wackenroder, Friedrich y August Wilhelm Schlegel, y de los pintores Philipp Otto Runge y Caspar David Friedrich. Pero la capital de la ópera alemana tenía que ser Berlín, la capital intelectual, ideológica, política y militar de la renacida Alemania. Allí estaría Weber con la piedra fundacional: Der Freischütz.
El género Singspiel
En la mayoría de diccionarios, el Singspiel todavía viene definido con términos como “género menor”, “ópera popular o pequeña obra de teatro”, “las estructuras son más sencillas y las arias más simples (que la ópera)”, “menor tamaño y su tono ligero”, “cercano a la opereta”.
¡Menudo disparate! Die Entführung aus dem Serail, Die Zauberflöte (Mozart ambas) y Fidelio (Beethoven) son Singspiele. ¿Pequeña obra? ¿Arias simples? Algunos críticos, empeñados en denigrar el género Singspiel, tratan de excluir las obras de Mozart y Beethoven de la clasificación. Son Singspiele, dígalo Agamenón o su porquero.
La palabra alemana Singspiel está formada por los verbos singen, cantar, y spielen, actuar; es decir, obra de teatro cantada. Se trata de un género musical que surgió en Alemana en el siglo XVIII, que se diferencia de la ópera italiana en que los números musicales no están entrelazados por recitativos sino por diálogos. Esta alternancia de partes cantadas con partes habladas es común a otros géneros nacionales como la opéra-comique francesa, la ballad opera inglesa y la zarzuela española.
Der Freischütz es también un Singspiel. In claris non fit interpretatio.
Tendría que llegar Wagner para acabar con la ópera de números cerrados. Pero el Wagner del Tristán y el Anillo, pues los números musicales todavía son evidentes en sus óperas de juventud e incluso en sus óperas románticas. Sin embargo, la denominación, que tampoco es determinante, no es unánime. Así pues, en la Wikipedia, principal fuente de información global, Der Freischütz viene definida como ópera (español, euskera y gallego), German opera with spoken dialogue (inglés), romantische Oper (alemán), opéra allemand (singspiel) (francés) y Singspiel (italiano y catalán).
A pesar de ser diferentes las definiciones, todas son ciertas. No hay duda de que es un Singspiel, que es una ópera alemana con diálogos y que es una ópera romántica alemana. Si no la primera, la más influyente en las demás. Cornelius, Flotow, Kreutzer, Marschner, Mendelssohn, Nicolai y Wagner no habrían sido lo mismo sin Carl Maria von Weber y su Der Freischütz1.
Comentarios