España - Galicia
Ribeira Sacra 2021Brillante comienzo
Maruxa Baliñas

Cuesta creer el plantel de artistas que consiguió juntar el primer Festival Internacional de Guitarra de la Ribeira Sacra, organizado por la Asociación de Guitarra de Monforte de Lemos: David Russell, Zoran Dukic, Paul O’Dette, Jean Rondeau, Thomas Dunford, Lorenzo Micheli y Matteo Mela (SoloDuo), Andrea Roberto, Marcos Díaz, y alguno más que me perdí. La mayoría de estos guitarristas no sólo dieron conciertos, sino también clases magistrales, más o menos amplias, lo que convirtió a la pequeña localidad de Monforte de Lemos (unos 18.000 habitantes), entre el 26 de junio y el 3 de julio, en un sitio lleno de guitarristas y fundas de guitarra por doquier.
El primer concierto fue el de David Russell (Glasgow, 1953), lo que por un lado fue un comienzo brillante y por otro le puso las cosas bastante difíciles a los intérpretes que le siguieron, porque las comparaciones eran inevitables: "sí, tocó muy bien, pero Russell el primer día ..." (algo que sufrió especialmente el italiano Andrea Roberto, que dió el segundo concierto del festival al día siguiente)
Porque hay que decirlo desde el principio, fue un concierto impresionante, técnica, pero sobre todo emocionalmente. Aunque su aspecto físico ha cambiado poco a lo largo de los años, musicalmente en este momento Russell es un gran maestro con una veteranía que le permite hacer lo que quiere y como quiere. Y eso es un lujo que no siempre se puede disfrutar.
Algo que resultó especialmente evidente en la 'quinta' y última obra del programa: las Cantigas de Santiago (2014), una obra que el compositor y guitarrista galés Stephen Goss (1964) dedicó precisamente a David Russell y a su mujer María Jesús, también guitarrista, y que incluye arreglos de: Quen a Virgen ben servira (Alfonso X, EL Sabio), Ondas do mar de Vigo (Martin Codax), la Cantiga CLXVI (Alfonso X, El Sabio), el Kyrie Trope (Codex Calixtinus), A madre de Deus (Alfonso X, El Sabio), Ai ondas que eu vin ver (Martin Codax) y Non e gran causa (Alfonso X, El Sabio).
Desde el punto de vista del oyente, sobre todo del familiarizado con la música medieval gallega, se trata de un poutpurri muy 'sabroso', en el sentido que usan los chinos este término, como una conjunción de intérprete sabio y público que conoce los códigos, lo que permite al artista 'hacer lo que quiere': hubo ritmos raros, sonidos minimalistas, falso folklore, musical medieval 'a lo hippy' y demás parafernalia que sin embargo ha llegado, como la raza de 'can de palleiro' gallego, a ser un estilo musical genuino y propio con el que varias generaciones de oyentes nos sentimos muy a gusto.
Notarán acaso que entrecomillé 'quinta obra' del programa, porque -dado que el Covid no permite programas de mano- Russell, como la mayoría de los guitarristas del festival, se vió obligado a anunciar lo que iba a ir tocando, y aprovechó para dividir su programa en diversos bloques, agrupando las obras por autores, sin que a veces quedara muy claro lo que se iba a escuchar.
El concierto comenzó con una suite barroca de un compositor que me pareció entender que era belga, y que -navegando después por internet- creo que era la llamada Suite en re mayor "La Prise de Gaeta" del compositor valón Jacques de Saint-Luc (1616 - ca. 1710), una obra que está en el repertorio de bastantes guitarristas, porque es realmente encantadora y buen reflejo de una época en que la guitarra no era la guitarra, sino el laúd, pero sonoramente funciona muy bien. Russell no intentó sonar como un laúd, aunque mostró un sonido suave, bastante dulce, con una dinámica que parecía más variada de lo que era en realidad y una calidad de sonido espectacular.
Tampoco su segundo bloque era para guitarra, dos Sonatas de Scarlatti -las nº 308 y 309, si no me equivoco- en una transcripción realizada por el propio Russell, quien nuevamente no pretendió adaptar el sonido de la guitarra al del clave, sino hacer sonar las sonatas como si hubieran sido escritas idiomáticamente para la guitarra. Como yo había tocado una de las sonatas al piano hace muchísimos años, me sentí un poco desconcertada al principio, porque el resultado sonoro era muy distinto, pero al entrar en el 'juego/interpretación' me resultaron absolutamente fascinantes y me dejaron con ganas de oír más sonatas de Scarlatti a la guitarra.
Le siguieron a continuación las transcripciones, nuevamente realizadas por Russell, de dos de los más famosos corales de Bach, el preludio coral Wachet auf, ruft us die Stimme BWV 645 (tomado de la cantata BWV 140) y Jesus bleibet meine Freude, el famoso coral de la cantata BWV 147. Aunque no sé si Russell preparó estas transcripciones durante el 'confinamiento', sí explicó antes de tocarlas que estaban dedicadas a los sanitarios, lo que dió lugar a un aplauso especial del público.
La interpretación fué modélica. Aunque Russell toque con tanta sencillez y naturalidad que no lo asocies en el primer momento con el término 'virtuoso', su técnica es impresionante y resultó una verdadera delicia ver cómo lograba desarrollar la polifonía, no sólo separando con toda nitidez las melodías, sino también sus respectivos acompañamientos, algo que a menudo no se consigue ni con todos los recursos que permite un órgano. Quizá la transcripción de Wachet auf resultó más lograda que la de Jesus bleibet, que en algunos momentos sonó más entrecortada, menos coherente y unitaria.
El concierto continuó cronológicamente, y Russell ofreció a continuación lo que me pareció entender que eran unas variaciones de un compositor gallego, Julio Bergondo o algo así1, pero que -tras nuevas investigaciones- ha resultado ser el Air varié op. 21 del italiano Giulio Regondi (1823 - 1872). Música de salón ya propiamente guitarrística, con todos los recursos de la época, y nuevamente una obra conocida por los guitarristas y prácticamente por nadie más. La asociación de la guitarra con la música andaluza y flamenca, las connotaciones nacionalistas que fue adquiriendo desde finales del siglo XIX, nos han hurtado el conocimiento de un instrumento y un repertorio muy popular en la música doméstica del siglo XIX, que se merece una recuperación seria.
El concierto finalizó con las antes mencionadas Cantigas de Santiago, consideradas por Russell como música del siglo XX, y con muchos aplausos. No quiero adelantar acontecimientos, pero les anticipo ya que en los siguientes días hubo dos serios competidores al puesto de 'mejor concierto del festival' y un concierto aplaudidísimo, sobre todo entre la gente joven, que me dejó totalmente desconcertada y me hizo sentir muy vieja y fuera de las modas.
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