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John Frankenheimer había nacido en el barrio neoyorkino de Queens el 19 de febrero de 1930. El pasado 6 de julio falleció en el Cedars-Sinai Medical Center de Los Angeles, a causa de una embolia, hace pocas semanas había declarado: “Siempre he sido capaz de hacer lo que he querido hacer, que es dirigir”.Comenzó su carrera durante la guerra, al ser aceptado en el Motion Picture Squadron mientras servía para la fuerza aérea. Allí realizó una serie de películas y documentales de propaganda que probaron su destreza con la cámara. En 1953 entró como ayudante de dirección para la cadena televisiva CBS. Cuatro años después dio el paso a Hollywood, donde dirigió el film The young stranger, que tuvo una muy fría acogida. Volvió a trabajar para la televisión hasta 1961, donde dirigió a uno de sus actores fetiche, Burt Lancaster, en Los jóvenes salvajes. Su éxito le llevo a dirigir durante los años sesenta y setenta una serie de películas en las que dejó patente su peculiar ideario estético y político, con títulos tan importantes como The Birdman of Alcatraz, 1962, The Manchurian Candidate, Seven Days in Mai, 1964, The Train, 1964, Orgullo de estirpe o The French Conection II, 1975. Durante los ochenta y noventa su carrera se vio perjudicada por los diferentes sesgos del cine norteamericano. Al lado de obras comerciales y de formato televisivo, todavía demostró su maestría tras las cámaras en trabajos interesantes como The Island of Dr. Moreau, 1996, Ronin, 1998, o su última película, Operación Reno, 2000.Frankenheimer destacó para público y crítica por un cine de profundas connotaciones políticas y reivindicativas, que llegó a ser un jalón muy influyente para directores posteriores como Costa-Gavras o el mismo Coppola.Su implicación política no se dio solo en la gran pantalla, sino también fuera de ella: fue uno de los directores de la campaña de promoción política de John F. Kennedy, y un importante activista demócrata en la década de los sesenta.Durante los últimos años su carrera tomó un rumbo irregular, y se restringió en buena medida a la dirección de telefilmes como George Wallace y Path to War en los que seguiría plasmando sus crítica acerbas a las tensiones y contradicciones políticas de la sociedad americana.
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