España - Madrid
Flamenco en amalgama
Germán García Tomás

Tras el concierto de Forma Antiqva, el Festival Asisa de Música de Villaviciosa de Odón clausuraba su decimocuarta edición con una nueva cita con la música antigua, en este caso en forma de Diálogos de viejos y nuevos sones, una propuesta artística del violagambista Fahmi
y su , uno de los más experimentales conjuntos de lo que se entiende como antigua en su sentido más amplio.En este caso, el violagambista ha contado con la participación casi
protagónica de una cantaora flamenca en ese ánimo de fusión o diálogo fluido y
natural entre las señas de identidad de la música netamente instrumental, la de
tradición oral y de las raíces flamencas. Y es la fabulosa voz de
En el presente espectáculo, un encuentro entre sones de ida y vuelta, de Andalucía a América, Fahmi Alqhai demuestra una vez más que es un auténtico alquimista de los sonidos, pues por medio de su viola da gamba, a la que complementa con la suya su hermano Rami, es capaz de extraer a partes iguales el componente armónico, melódico y rítmico de su riquísimo instrumento, de sonido siempre compacto y granítico, pero sumamente volcánico.
En ese ánimo polivalente, un soliloquio explorando todos los registros o un ostinato o un trémolo mantenido en el tiempo son bases ideales para que Rocío Márquez despliegue su terciopelo sonoro realzado por la amplificación, pura seda que acaricia el oído en páginas como la Bambera de Santa Teresa, sobre la famosa poesía “Vivo sin vivir en mí” de la mística de Ávila, en la Nana sobre El cant dels ocells y, por encima de todo, en su imaginativa versión de la hermosa “Si dolce è’l tormento” de Claudio Monteverdi, que recrea como una dulcísima y susurrada canzone con ribetes flamencos.
Está fuera
de toda duda que la onubense es una de nuestras mejores cantaoras, y su
capacidad de adaptación a casi cualquier género, siempre muy al lado de la
música clásica en toda su carrera artística, hacen de ella una cantante
multidisciplinar con una personalidad propia. Una garra que se impone a través
de un espectacular y nítido quejío
flamenco de vibrante emisión, que aporta expresión sincera a cada letra que
desgrana con intencionada prosodia, con un arte y un duende radiantes de
juventud.
La última parte del recital fue más deliciosa aún si cabe, pues la nutrida percusión de Merino, un perfecto mago en gradaciones e intensidades, el virtuoso desempeño de Fami Alqhai y el poso vocal de Márquez hicieron disfrutar al público de brillantes arreglos de los Canarios, con la reconocible melodía de Gaspar Sanz que tanto sedujera a Joaquín Rodrigo, las Peteneras y las Seguiriyas, puro folclore en mezcolanza y amalgama con variedad de cadencia y tempo.
Músicas todas ellas que lograban una comunión asombrosa
entre la rugosidad instrumental y la línea flamenca. Todo un logro a la hora de
aunar estilos no tan diferentes como nos señaló Alqhai explicando la génesis de
esta idea artística entre sus miembros, quienes antes de despedirse no
abandonaron el terreno de lo popular, pues en un nuevo cambio de rumbo nos llevaron
hasta Latinoamérica con un arreglo precioso del inolvidable bolero Angelitos negros popularizado por
Antonio Machín sobre el poema del venezolano Andrés Eloy Blanco, previo
agradecimiento de la cantaora a la audiencia congregada en noche de amalgama flamenca.
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