España - Madrid
Una joya de la zarzuela
Maruxa Baliñas
Temo no poder ser objetiva al valorar esta representación de La Tabernera del Puerto. En primer lugar,
me gusta siempre y en esta zarzuela estuvo especialmente inspirado.En segundo lugar, fue una de las primeras zarzuelas de mi vida, y de hecho una de las primeras obras de teatro lírico a las que asistí (no había visto nunca una ópera en vivo).
Y además, sea por estos recuerdos infantiles o por cualquier asociación, me gustan las zarzuelas al aire libre en las noches de verano, rodeada de desconocidos que están disfrutando tanto como yo.
Claro que en esta ocasión los desconocidos me fallaron porque tras de mí se instalaron un grupo de personas de las de 'España va mal' y 'todo es culpa del gobierno', cuestión que no necesito que se me explique cuando me dispongo a ver una zarzuela a las 10 de la noche. Pero sobre todo me amargaron el final de la zarzuela porque su discurso se intensificó cuando a punto de terminar la representación a una señora cerca de nosotros le dió un grave ictus y hubo que parar la función hasta que la atendieron los sanitarios y la evacuaron, cosa que no es culpa del gobierno ni de nadie, sino una tragedia, y por humanidad nadie debería quejarse del aburrimiento que les provoca el retraso en el final de la función (ciertamente España no va bien si personas supuestamente educadas y sensibles a la música se atreven a hablar así en público).
Me encantaría poder decir que los cantantes fueron de primera categoría pero no fue así. Y sin embargo no hubo tampoco decepción, porque fue una buena ocasión de disfrutar de algo que se está descuidando tanto que prácticamente ya ha desaparecido: la tradición, la escuela de compañías a veces llamadas 'de bolo' pero mucho más serias de los que el nombre da a entender. Alberto , como tantos otros estudiosos del teatro lírico, pero él fue para mí el más cercano, insistía mucho en la historia de la música como historia de la interpretación, especialmente en los géneros escénicos, y eso fue algo de lo que se disfrutó en abundancia.
Rafael
(Chinchorro) y Amelia (Antigua), que se anunciaban como actores cómicos, con papeles simplemente hablados (aunque en realidad son cantantes de larga trayectoria), hicieron mucho más: cantaron muy bien, actuaron estupendamente y sobre todo revivieron una tradición que a pesar de lo poco que se hace desde las instituciones por mantener -y lo poco que se aprecia en general desde los estamentos supuestamente cultos- es una riqueza enorme que se sigue heroicamente manteniendo desde por lo menos las primeras décadas del siglo XX (¡un siglo ya!), sin más apoyo que el de unos pocos entusiastas a los que casi nadie hace caso.El Rafael Álvarez de Luna son historia de la música española, musicología si se prefiere decirlo así, y que su desaparición si no han formado a generaciones futuras o han quedado debidamente registrados (y no en grabaciones 'voluntaristas' en youtube) serán una pérdida que se lamentará algún día, como hemos lamentado ya que los primeros musicólogos españoles no trabajaran apenas sobre la música de su tiempo y ahora nos esté costando tanto tiempo y esfuerzo reconstruir el tejido musical de las últimas décadas del XIX y primeras del XX.
de Madrid, con sus pretensiones de modernización del género, calidad y musicológicas -importantes también, sin duda- no parece darse cuenta de que figuras como Amelia Font oIgualmente Juncal Ay que me muero por unos ojos.
, Abel, otro papel que se anuncia como 'hablado', fue una de las protagonistas de la función. Aunque empezó con voz algo temblona e insegura, lo cual no está en desacuerdo con su rol de adolescente enamorado, su casi continua presencia en escena y su capacidad para atraer la atención incluso sin hacer nada especial, la convirtieron en uno de los puntales de la función. Por momentos conmovió con suCorrectos en conjunto Karmelo (Ripalda) e Isidro (Verdier); y convincente actuando y cantando Carlos (Simpson), quien es otro de los cantantes que conoce muy bien su papel. Insuficiente el rendimiento del coro, lo cual es habitual en este tipo de compañías no estables, sobre todo en funciones amplificadas como esta, y más en tiempos de COVID en que tampoco pueden moverse con libertad, aunque debo decir que estos tendían a amontonarse bastante.
Pasando ya a los principales, la tónica fue la inversa que en los papeles secundarios. La actuación fue correcta, pero en absoluto destacada y en el caso de César un poco decepcionante, de modo que no llegó a convencer como enamorado dispuesto a luchar por su amada. Vocalmente, sin que hubiera grandes alardes, todos cumplieron, en buena medida ayudados por la espléndida partitura de Sorozábal, un compositor que ayuda a los cantantes, no se opone a ellos.
Ruth Marola correcta, no muy expresiva pero bien interpretada. Sergio (Juan de Eguía) fue el mejor del trío protagonista, cantando con una seguridad y decisión que iba con su carácter pero también era característica propia. César San Martín resultó un Leandro anodino también vocalmente, sin errores pero sin convicción, que no llegó a definirse ni como enamorado, ni como propietario de la barca, ni como líder de sus amigos.
hizo unaObviamente lo que estoy diciendo es que la dirección de actores de Antonio fue insuficiente, como tampoco el montaje escénico tuvo nada que destacar. Se colocaron enfrentados el Café del Puerto y la taberna de Juan de Eguía a ambos lados del escenario, y en medio una mesa amplia y algún elemento más, y con pocos cambios y algunas proyecciones de vídeo se resolvió todo. A priori, si se quería hacer un montaje sencillo y no muy caro, esto hubiera sido suficiente, pero en ese caso se debía haber cuidado mucho más la dramaturgia e incluso las proyecciones.
O sea, lo mejor de las actuaciones fueron las partes que no se deben a Antonio Ramallo, sino a unos cantantes 'secundarios' que beben de unas tradiciones aprendidas oralmente que desarrollan motu propio (no he podido investigar apenas sobre Rafael Álvarez de Luna, pero el caso de Amelia Font, hija de (1935-2005), la única directora de orquesta en activo durante la posguerra española, y con una familia dedicada a la zarzuela desde principios del XX, es clarísimo).
Tengo dudas respecto al director musical. Se anunciaba a José Antonio , un director con una gran experiencia y rondando los 60 años, por lo que miré en internet. Pero desde mi silla lo que ví fue a un director joven y con poca experiencia, que físicamente tampoco se me parece a Irastorza, por lo que acaso en mi función hubo otro director. Para mi era un director que hizo cosas muy buenas, pero que no siempre supo imponer su criterio a la orquesta. Acompañó bien a los cantantes y supo adaptarse a sus particularidades (estoy pensando sobre todo en los secundarios, con su modo de hacer las cosas), pero la orquesta en sí, la , se le resistió; y del que anoté que "habrá que escucharle en ocasiones posteriores, con más experiencia".
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