España - Cataluña
La Tosca de los divos
Jorge Binaghi
En una circunstancia como la actual es bien
comprensible que una de las dos presentaciones operísticas del Festival, y la
más popular, haya sido sin escena tirando del gancho de las representaciones
(16) en Madrid con tres repartos de fúlgidas estrellas (además de los presentes
estaban Netrebko-Eyvazoy, Sartori, Agresta-Fabiano, Calleja, tal vez no todos
tan fúlgidos) y aprovechando que este elenco, seguramente el más equilibrado,
había acabado ya sus compromisos en Madrid, y se podía permitir un final de
fiesta importando asimismo coro, orquesta y director a fin de economizar
ensayos. Yo sinceramente espero que las dos representaciones escénicas anuladas
el año pasado por la pandemia con Aida y un ‘gran elenco’ se puedan
recuperar tal cual porque las encuentro mucho más atractivas (con o sin
decorados importa poco) que la presente.
No recuerdo si Tosca se había hecho
antes en Peralada, pero tiendo a pensar que no, aunque no es título que yo no
vaya a ver lejos de mi base si no veo garantías. Y sobre el papel aquí las
había. Si el cansancio lógico, la acústica de un espacio abierto aunque con
micrófonos, u otros ‘imponderables’ (que de todos modos había yo ‘ponderado’),
hicieron que las cosas no salieran -a mi entender- como se persiste en decir
que salieron y como el público que fue a oír lo que le habían dicho saludó con
ovaciones y pateos porque no podía ser que aquí no se repitieran los bises que
tuvieron lugar en Madrid cada vez que soprano y tenor se presentaron en escena
(ella más demandada que él y con nuevos aplausos al final de la ejecución de su
aria como no fue el caso en la otra), pues…
Luisotti dirigió bien, con experiencia y
conocimiento de primera mano de los cuerpos titulares que sonaron
excelentemente, aunque tal vez algo fuertes y con algunos tiempos lentos que no
sé si son suyos o se avinieron a lo que los cantantes querían (fue claro que el
tenor le explicó lo que quería antes de su bis).
Los comprimarios cumplieron bien su cometido,
con mención especial para Bullón y Atxalandabaso en sus breves pero no fáciles
intervenciones. Lanchas es siempre un buen Sacristán, pero esta vez se vio
tentado por los aspavientos de Kaufmann -seguido de cerca por Radvanovsky- que
intentaba tal vez suplir la escena y/o distraer un poco de su prestación vocal.
Porque se habrá cansado de decir que cantar
unos cuantos Cavaradossi en medio de representaciones en Múnich del recién
debutado Tristán no (le) cuesta nada, pero esto fue la demostración de lo
contrario. Con todos los respetos, la voz estaba dura, opaca, los agudos (por
más calderones que colara vinieran o no a cuenta) estaban abiertos, la emisión
más engolada que nunca, y más de una vez hubo que temer un accidente ya desde
la segunda frase de ‘Recondita armonia’, pero el susto mayor quedó reservado
para ‘Amaro sol per te’ en el tercer acto. Sobre su especialización en ‘filar’
(o falsetear) notas, por ejemplo en ‘E lucevan le stelle’ (que se incrementaron
en la repetición) lo que se escuchó en ‘O dolci mani’ fue de un destemplado y
descolorido total. Claro, como es un artista, hubo aún algunas frases
atendibles…
Si alguien se toma el trabajo (no lo
aconsejo) de ver lo que decía yo de Radvanovsky cuando interpretó a Floria en
el Liceu no se sorprenderá si digo que ha mejorado algunas cosas y empeorado
otras. Sus graves me parecen cada vez más artificiales (‘io quella lama gli
piantai nel cor’ sonó espléndido hasta el ‘do’ de la dichosa ‘lama’, pero lo
que yo oí luego fue un murmullo poco inteligible concluido en un ‘cor’
sumamente desagradable). El agudo y el volumen o están intactos o incluso
aumentados, con el resultado de que hay notas ‘crecidas’ , y si la actuación
sigue insistiendo en un juego de dedos (no de manos) es siempre el que se
observa en algunas actuaciones hollywoodenses pero no de las mejores actrices
de los años cuarenta, cincuenta, o incluso treinta del pasado siglo. Sus
exquisitos piani, algo difícil para una voz de sus dimensiones, aparecieron -algo menos que lo usual- en el segundo acto (las dos coronas en las notas
finales de ‘Vissi d’arte’ causaron su efecto en el respetable, pero no los
encontré del mejor de los gustos, y desde luego no iban con el momento dramático, pero como los bises estaban claramente decididos de antemano las luces se
encendieron en ambas oportunidades y asistimos en ambos casos a un concierto de
soprano o tenor con acompañamiento orquestal, lo que creo que constituye una
devaluación total de lo que significa -¿o significaba?- un bis). Reaparecieron
por fortuna en todo su esplendor en el tercer acto, pero ni uno en el primero
(ni siquiera una media voz en ‘ma falle gli occhi neri’). Las explosiones
‘Giuro!’ del primer acto y ‘Assassino!’ del segundo fueron sencillamente dos
gritos.
Queda el tercer as, Carlos Álvarez. Con algo
menos de volumen (o así sonó) creo que fue quien lo hizo mejor, con más
equilibrio en todos los aspectos. Probablemente no es Puccini, ni este papel su
terreno de elección (que sigue siendo Verdi), y muchos colegas cuyo juicio
respeto encontraron que le faltaba una interpretación acorde con el nivel de su
canto. Yo siempre he pensado que Puccini lo escribió para cantarlo, no
berrearlo ni hablarlo, porque bien difícil que es, y las interpretaciones
pueden ser muy diferentes, pero el filón ‘verista’ no me parece el más
apropiado porque Scarpia es un barón, un aristócrata putrefacto en su interior
que se deja ir en un par de momentos (el deseo sexual despierta en él a la
fiera), pero se reprime enseguida; es, para decirlo con Mateo y luego otros, un
‘sepulcro blanqueado’ (‘¡ay de vosotros, maestros de la ley, fariseos,
hipócritas!’ dice antes de la expresión citada que podrían aplicarse con cierto
provecho varios de los jueces actuales, y no me refiero sólo a los españoles),
no el Tonio de Pagliacci.
Como queda dicho este ‘evento’ (palabra que
cada vez me hace temblar más cuando la oigo) ha sido saludado como un gran acontecimiento.
No en mi caso y hasta cierto punto lo lamento, pero lo que acabo de escribir es
lo que he visto y oído explicado lo más sinceramente posible.
(Nota: no es que me he olvidado del rol del
carcelero, un joven bajo de medios interesantes pero que deben aún ser
trabajados para no sonar monótonos o inexpresivos. He buscado no sólo en el
programa del Festival, sino en el sitio web del Real y no he sabido encontrarlo)
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