Entrevistas

Recordando al maestro Bernaola. Una conversación con Zuriñe F. Gerenabarrena

Mikel Chamizo
viernes, 12 de julio de 2002
0,000143 El pasado 5 de Junio moría en Madrid una de las personalidades más influyentes de la vanguardia musical española de la segunda mitad del siglo XX: Carmelo Bernaola. Influyente sin duda, pero no solamente por una calidad como compositor que le permitía sumergirse con éxito en los más diversos proyectos musicales, sino también por una faceta, la de pedagogo, que lograría convertir al hasta entonces pequeño conservatorio de Vitoria en sede de una de las más importantes escuelas de composición a nivel nacional.Zuriñe F. Gerenabarrena, compositora y sucesora tras Antonio Lauzurika del trabajo de enseñanza iniciado por Bernaola, fue también una de sus primeras alumnas en el centro vitoriano, y recuerda así aquellos años junto al maestro: No teníamos horario para las clases. Te llamaban a la noche y te decían "Mañana tienes clase, a las diez de la mañana aparece por aquí". Y era comenzar a esa hora pero sin saber a que hora íbamos a terminar, ya que nos podían dar fácilmente las tres o las cuatro de la tarde. No teníamos fechas definidas, pero sabíamos que cuando jugaba el Athletic seguramente tendríamos clase.Gerenabarrena recuerda la dinámica de las clases: Íbamos haciendo temas, modulaciones, analizando la armonía, todo junto al trabajo de la interválica, a la que él daba gran importancia. También hacíamos orquestación, y la esencia de la clase consistía en ver que es lo que funcionaba y lo que no funcionaba de nuestro trabajo y por qué otras opciones lo cambiaríamos. Todo eso siempre al piano, cantando y tocando, todo ello salpicado por innumerables anécdotas. Recuerda también la enorme cantidad de trabajo que mandaba a sus alumnos: Él decía que solo podías dedicarte a estudiar composición, y no teníamos tiempo para nada más. Te decía: "escribe la exposición de una sonata y el jueves que viene la traes orquestada". Trabajábamos de semana a semana con un gran volumen de trabajo, y si no lo hacíamos se enfadaba muchísimo. Bernaola seguía el método según el cual la composición se aprende de una manera activa, escribiendo. Como él decía: "mucho culo y mucha goma". Cuando pienso en todo esto desde la perspectiva actual, me doy cuenta que esta forma de trabajar nos aportó mucha mano y rápidez.En cuanto a su talante como profesor, lo importante para Bernaola era que la música funcionase. Él no hablaba casi nunca de procesos estéticos, para él lo primordial era el oficio. Tu podías ir contándole tu idea estética y él te decía: "Sí, pero enseñame la música, como funciona, no me cuentas nada porque lo que importa es el resultado". Cuando tu trabajo estaba bien te alababa, pero cuando estaba mal acababa contigo. Era una persona muy especial en el sentido de que te daba un beso y te daba una torta; te tenías que medir con él constantemente.Con el resto de la gente podía parecer en cierto modo tiránico. Él decía que la música no es algo democrático, que muchas veces se toman decisiones de manera democrática cuando no todo el mundo puede estar preparado o puede tener un buen criterio. Recuerdo la anécdota de estar en el conservatorio escuchando algo para orquesta, y levantarse Bernaola y decir: "¡Escuchad las trompas como están haciendo el enlace con el tema B!, y la gente diciédole que se callase y él "¡No, no! Esto no es un concierto, estamos oyendo la música, es importante que sepamos escuchar", y la gente "¡Que se calle! ¡Que se calle!". Bernaola no entendía la música como algo sagrado en que hubiera que guardar un silencio religioso escuchando por enésima vez a Beethoven, él creía en la escucha activa como forma de nutrirse, y pensaba que era su deber que todo el auditorio comprendiese que función tenía cada elemento de la música en cada momento. Esa era la idea de su profesión, pero había mucha gente que no entendía ese tipo de actitud.En cuanto a la pertenencia de Bernaola a la denominada generación del 51, Gerenabarrena opina que los miembros de tal grupo siguen caminos muy diferentes y con universos sonoros muy diferenciados. Cristobal Halffter es una persona cuya música está regida por el gran trazo, por la expresión. Luis de Pablo trabaja sobre los intervalos, sobre una especulación diferente, con el texto o la semántica dentro de la música. Bernaola tiene una ordenación enfocada sobre el intervalo y también sobre la tímbrica. Tomás Marco es en cierta medida la persona cerebral que recompone todo lo anterior. Por lo tanto, lo único que tienen en común los compositores de esta generación es la edad y una ruptura con lo anterior.Interrogada Gerenabarrena sobre la opinión que Bernaola tenía de un aspecto tan importante de su producción como es la música popular, para el cine y para el teatro, explica que para él todo era música, y no había diferenciación entre lo que llamamos música moderna y la denominada música clásica. Se involucraba de tal manera en todos los proyectos que no podemos pensar que considerase a ninguna música menor que otra.Concluye Gerenabarrena haciendo un balance de lo que el aprendizaje con Bernaola supuso para ella: A mi me aportó el encuentro con la música. Era capaz de descubrirte una perspectiva diferente, en la que ya no eras un alumno sino que ibas a ser un compositor, y además confiaba en tí. Recuerdo ver en el conservatorio de Vitoria nada menos que al Cuarteto Enescu, al Arditti, a los Percusionistas de Strasburgo actuando para seis personas, todo porque lo consideraba importante para nuestra formación. Lo que más me impresiona de él al cabo del tiempo era su voluntad para hacer sacar del alumno las soluciones, y hasta que no conseguías completar aquella modulación no te ibas, por mucho tiempo que hicera falta. El sacaba de tí el músico, la consciencia de ser un compositor, y esa era su gran virtud como pedagogo, dejar a cada uno encontrar su forma y su estilo. Fuera de clase te contaba mil aventuras y mil anécdotas, pero siempre con el tema de la música de trasfondo. Dentro y fuera de clase seguía siendo maestro, de la misma manera en que trataba de involucrarnos que el músico y el compositor lo es las veinticuatro horas del día.
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