España - Cantabria
Festival de Santander 2021Mutter y el estereotipo de un talento pasmoso
José Amador Morales
Uno de los indudables atractivos de la presente edición
del Festival Internacional de Santander ha sido la presencia de una Anne-Sophie
Mutter que viene retomando su actividad en los principales escenarios
internacionales tras el inevitable parón provocado por la pandemia. Acompañada al
piano por el competente Lambert Orkis, habitual compañero de gira, la violinista
alemana no defraudó las expectativas de quien tiene a sus espaldas una carrera
portentosa plagada de logros y encuentros, a menudo entre el mito y la leyenda, como su “descubrimiento” a finales de los setenta por Herbert von Karajan.
No obstante, en esta cita santanderina no fue hasta el tramo final del programa cuando cuajó de alguna manera la excelencia del dúo Mutter-Orkis con la Sonata de Franck. Hasta ese momento asistimos a una agradable velada con una excelente profesionalidad e indudable entrega por parte de los protagonistas, que sin embargo no traspasaría la impronta de un trabajo bien hecho. La Sonata de Mozart K. 304 fue ofrecida en una evidente fuera de órbita estilística, bien que la ejecución de Mutter jugara con una pretendida mirada historicista, con sonidos fijos, como en el ataque pianissimo del primer movimiento que luego responde en forte retomando el vibrato. Desde luego que hubo detalles de innegable personalidad, como el fraseo de largas arcadas y un sonido de gran belleza y transparencia. También aquí fue patente la sutileza del acompañamiento pianístico, de gran complicidad con el violín, como en los delicados pianissimi del último movimiento.
La Sonata “Primavera” de Beethoven probablemente se planteaba como epicentro teórico del programa y en ella los intérpretes parecieron estar progresivamente más en su salsa. Ya en el ‘Allegro’ la técnica de Mutter se reveló apabullante una vez más, aunque siempre al servicio de lo fundamental, musicalísima en claroscuros beethovenianos, probablemente más que su compañero que pareció dejarse por el camino demasiada enjundia pianística en algunos pasajes (especialmente el ‘Adagio molto espressivo’). No les faltó sentido humorístico durante el ‘Scherzo’ o la franqueza en el desarrollo melódico y la creatividad interpretativa en las variaciones del ‘Rondo’.
Sin embargo, como adelantábamos arriba, la noche despegó cualitativamente con el ataque del tema inicial de la Sonata en La Mayor de Cesar Franck con el sonido susurrante que Mutter imprimió a su violín, generando un clima de gran sensualidad y delimitando decisivamente el cambio tímbrico con respecto al universo beethoveniano previo. El célebre segundo movimiento devino apasionado, con momentos de gran vehemencia. Aquí Mutter logró un extraordinario efecto hipnótico con el tema tristanesco del desarrollo, esas inquietantes y misteriosas frases ascendentes y descendentes. Así, primero tímido luego dubitativo, su violín fue divagando entre las hermosas modulaciones franckianas hasta afirmarse en el entregado clímax al igual que, tras la lírica reexposición, en la trepidante coda. En el ‘Recitativo-Fantasía’ los pasajes solistas del violín lograron otro de los mejores momentos de la noche, en donde el extraordinario sentido legato del fraseo y la innata musicalidad de Mutter hicieron contener la respiración a toda la sala. Su actuación culminó más terrenalmente con las virtuosísticas recreaciones temáticas del último movimiento.
Al contrario que Mitsuko Uchida el día anterior, Anne-Sophie Mutter y Lambert Orkis no se hicieron de rogar ante las aclamaciones entusiastas del público y ofrecieron sendos arreglos de la canción “Nice to be Around” que John Williams utilizara para su banda sonora de Cinderella Liberty de 1973, así como de la celebérrima Danza húngara nº1 de Johannes Brahms.
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