España - Cantabria
Festival de Santander 2021Imponente Kavakos
José Amador Morales
Con un programa un tanto conciso, pero eminentemente romántico, ha regresado la Orquesta Nacional de España al Festival Internacional de Santander tras su visita en la edición anterior. Ambas instituciones tienen innegables vínculos históricos y algunos veteranos asistentes compartían en los pasillos recuerdos entrañables protagonizados por la ONE en la Plaza Porticada de Santander.
Leonidas Kavakos se presentaba en la capital cantábrica en un momento de plena madurez artística con uno de los grandes títulos del repertorio para violín y orquesta. No en vano, ya con el ataque del Concierto de Chaicovsqui quedó patente su personalidad interpretativa, reflejada en un timbre límpido al tiempo que denso y en una posición hierática que, por el contrario, parecía condensar la cascada de ideas musicales transmitidas con arrojo al instrumento.
Kavakos supo comunicar desde la exaltación más fogosa hasta el pathos netamente chaicovsquiano pasando por un inspirado lirismo, con una técnica impoluta al servicio de una innegable musicalidad. La cadencia fue de un impacto brutal, personalísima, tras la cual emergió el aquí delicioso dialogo con el fagot en el pasaje lírico previo a coda. En la ‘Canzonetta-Andante’ asistimos a la expansión expresiva provocada por el incisivo sonido del violín sobre el colchón de la cuerda, donde destacaron las sugerentes violas. El violinista griego insufló un bellísimo fraseo de amplias arcadas de tremenda musicalidad, culminado con un maravilloso coloquio con los solistas de viento-madera. Mas sólo fue la antesala del furibundo ataque del primer tema del ‘Allegro vivacissimo’, con un arrebato solamente equiparable al del segundo. El célebre accelerando de la coda sobre el punteado en staccato fue tan técnicamente portentoso como soberbio en su efecto.
En este apasionante recorrido musical, David Afkham optó sensatamente por dejar y dejarse contagiar por el derroche de musicalidad de Kavakos, con momentos puntuales en los cuales la participación orquestal parecía lastrar al solista pero también otros, especialmente con la complicidad del viento-madera, en los que se sumó a su festín musical.
Sin embargo y sorprendentemente, Leonidas Kavakos no llegó a ofrecer ningún bis tras la entusiasta acogida del público. La mayoría de los presentes apenas se percató de la indisposición de un espectador durante el tramo final del concierto, que debió ser ayudado con suma discreción y efectividad para abandonar la sala.
Desde el personalísimo comienzo de la Sinfonía nº 1 de Schumann, Afkham pareció dejar claro que tenía más cosas que decir, a pesar de no ponérselo fácil unos metales algo faltones. El director alemán imprimió una notable intensidad desde el principio convirtiendo un ‘Scherzo’ de marcado carácter danzable, galante y refinado, en lo más destacable de su versión.
Finalmente, unas emotivísimas palabras por parte de David Afkham introdujeron un pequeño y encantador homenaje de despedida por jubilación de Antonio Arias, tras cuarenta años como solista de flauta, que culminó con la interpretación de ‘Amorosa’, de Diez melodías vascas de Jesús Guridi.
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