Discos
Very British, añoranzas del Imperio
Juan Carlos Tellechea

¡Ahhhh...qué tiempos aquellos! Cómo los echan de menos ahora los británicos, a medida que las estanterías de sus supermercados se van vaciando y las gasolineras se van quedando sin combustible. Pero, por fin alguien con influencia se atreve a quitarse el antifaz y decirlo en voz alta: el Reino Unido puede estar muy orgulloso de su historia colonial. Es posible que hayan muerto algunas personas en el proceso, pero así es un imperio: se trata de la imagen general, no del individuo en particular.
Al menos esto es lo que afirma un profesor de moral y teología de la Universidad de Oxford, Nigel Biggar, en el periódico Sunday Telegraph, de Londres. No crean que está solo. Muchos británicos conservadores consideran que el ha sido una exitosa ayuda al desarrollo por medios equivocados. Quienquiera que emita un juicio de este tipo o tiene una comprensión bastante extraña de la moral o glorifica los hechos históricos.
En 2016, el 44% de los británicos afirmaban en una encuesta estar orgullosos del colonialismo. Entre los votantes de los conservadores en el gobierno de la entonces primera ministra Theresa May, la cifra llegó a ser de casi el 60% (en la actual era Boris Johnson no hay cambios significativos). Por lo tanto, Biggar no es un caso aislado: es el portavoz académico de una clase social que considera el colonialismo como una empresa significativa y honorable.
Por muy complejos que fueran los efectos del colonialismo británico, su núcleo era sencillo: un sistema de sometimiento intencionado para explotar materias primas y a seres humanos, surgido de una visión del mundo que subordinaba a las personas de piel oscura a las de origen europeo (porque piratas no solo fueron los británicos...), algo que ni el mismo teólogo y moralista de Oxford puede desmentir, como tampoco que una las razones del
¡Qué época tan gloriosa para Gran Bretaña, señoreando sobre las dos quintas partes del planeta que consideraba su “tierra de esperanza y gloria" (Land of hope and glory!). Publicada por primera vez en 1902, la popular canción homónima de Edward Elgar, probablemente su pieza más conocida, se convertiría rápidamente en el himno nacional no oficial de ese país y mantendría su popularidad hasta nuestros días. A lo largo de su vida, el compositor había añorado las glorias pasadas de la era victoriana, una época dorada de la historia británica que duró más de sesenta años.
La filarmónica de cámara Metamorphosen Berlin, un conjunto de músicos de varias orquestas de la capital alemana fundado en 2010, ha sacado ahora un nuevo álbum titulado Very British con obras de Benjamin , Peter , Karl y Edward . Es este el segundo CD para el sello Sony Classical después del que grabara el colectivo con compositores de la República Checa y Rusia. Fundadores del conjunto son el violonchelista Wolfgang Emanuel Schmidt y la celebrada primera violinista de la orquesta de la Deutsche Oper Berlin, Indira Koch.
Hete aquí que Land of Hope and Glory, provocó cierto revuelo hace un año. Tradicionalmente se interpreta en la última noche de los bailes de graduación y se canta a todo pulmón. Ahora, sin embargo, se sospecha que glorifica el Imperio Británico y también la esclavitud. La Serenata para cuerdas (1892) parece poco sospechosa en este sentido. Sin embargo, Elgar lamentó la desaparición del viejo orden victoriano, que llegó a su fin a más tardar con el comienzo de la Primera Guerra Mundial. Elgar murió en 1934, el año en que se publicaba la Simple Symphony de Benjamin Britten, a la sazón de 21 años de edad.
Britten siguió siendo durante toda su vida un hombre testarudo, musicalmente hablando, ya que prefería -de forma bastante inusual para su época- la música tonal, y políticamente, era un pacifista convencido, incluso durante la Segunda Guerra Mundial.
Peter Warlock fue el seudónimo de Philipp Arnold Heseltine. Heseltine escribió crítica musical, pero se hizo más conocido como compositor con el seudónimo de Warlock. Su obra se inspiró en el siglo XVI y en el reinado de Isabel I (plagado también de piratería). Basse-Danse, una de las seis danzas de Very British conmemoran esa época. Peter Warlock murió de envenenamiento por gas en 1930, solo vivió 36 años.
Al final de Very British, hace su aparición un compositor vivo, el galés Karl Jenkins. En los años setenta se unió a la banda Soft Machine, que también actuó junto a Pink Floyd. Jenkins es oboísta, teclista y también músico comercial. Su Palladio de 1996 fue escrito originalmente como un anuncio publicitario para la venta de diamantes.
Jenkins se quedó un poco prendado de esta versión. El director de Metamorphosen, Wolfgang Emanuel Schmidt, sostiene que esta enérgica obra es un bis que no debería faltar en una velada de concierto. La afirmación también encaja con el concepto general de este CD que realmente funciona como una tarde de concierto en la preciosa sala de la Konzerthaus de Berlín, sobre cuya escalinata principal posan los músicos para la fotografía del conjunto.
Para Schimidt el álbum encarna la doble identidad de un concierto digital holístico y un libro de 23 relatos cortos, todo ello manteniendo la inspiración de lo inesperado que supone la actuación en directo:
Nuestra idea era grabar repertorio que pudiera interpretarse en un concierto con presencia de público. Un concierto tiene una forma natural: una obertura al principio, una pieza con solista, algo parecido a una sinfonía, una pieza llamativa para el final del concierto y un bis... Por otro lado, hemos querido crear un conjunto de 23 bodegones, “moments musicaux“, un ciclo de cuadros musicales, haciéndolo como un libro de cuentos.
El tema de la alegría - música chispeante, emocionante y vívida- une las casi dos docenas de piezas del álbum.
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