Recensiones bibliográficas
El fenómeno fan hecho libro
Daniel Martínez Babiloni

El libro La intertextualidad entre la música clásica y el rock duro1 tiene su germen en el discurso que uno de sus autores, Andrés Valero-Castells, pronunció al ser investido Académico Numerario de la M.I. Academia de la Música Valenciana. Un hecho que podría parecer transgresor, de no ser porque la llamada música clásica y el rock hace tiempo que mantienen una enriquecedora relación. Un diálogo, en palabras de Eve Klein2, tan productivo en lo que se refiere a creación sonora como de literatura divulgativa y académica.
De la primera da buena cuenta el libro que nos ocupa, cuya autoría comparte Noelia Barros da Cuña. De la segunda son testimonio los numerosos fanzines, revistas, blogs, webs, artículos, libros y tesis doctorales dedicadas a analizar dichos nexos, desde la década de 1960 hasta la actualidad. Por ejemplo, AC/DC, Black Sabbath, Deep Purple, Def Leppard, Iron Maiden, Judas Priest, Metallica, Van Halen, The Who o Queen, entre otros, cuentan con entrada propia en el diccionario Grove Music Online, una de las autoridades en la investigación musical. Y si al Estado español nos circunscribimos, es ineludible hacer referencia a los trabajos de la etnomusicóloga y especialista en músicas populares urbanas Sílvia Martínez, cuya tesis doctoral versó sobre el heavy metal. Su libro Enganxats al heavy. Música, cultura i trangressió es un clásico3.
De este modo,
recomendaría la lectura de La intertextualidad entre la música clásica y el
rock duro a quienes recelan de los vínculos establecidos entre ambas
músicas, “algunos compositores y musicólogos provenientes del ámbito culto e
intelectual” (Valero-Castells es elegante y no da nombres, p. 110) y que, según
él, menosprecian a una de ellas (ya se pueden imaginar). Al mismo tiempo se
puede escuchar en cualquier plataforma digital algunos de los títulos, grupos y
proyectos que se mencionan. Incluso se pueden crear listas de reproducción, el
texto se presta a ello. Sobre todo, la primera parte, tan prolija en nombres.
Esta es una sección que
supone haber estado muy atento al desarrollo del rock, en concomitancia con
otras músicas. El autor hace participe de ello al lector en la introducción, donde
manifiesta que las etiquetas “clásica” y “duro” utilizadas en el título son
meramente funcionales. Los matices, aún sin ser sistemático, vienen después:
metal sinfónico, folk metal, rock-folk, rock progresivo, black metal, rock
experimental, heavy metal, trash metal progresivo, death metal, punk, metal
neoclásico, noise rock, rock alternativo y art rock. Además, no es un volumen
que se enrede en establecer relaciones culturales, sociológicas o políticas,
que tanto jugo darían, ni que pretenda teorizar en exceso sobre los vínculos intertextuales
que se establecen al fundir unas músicas con otras. Tal vez, como argumenta el
autor del prólogo, Juan Durán, sea materia para posibles ampliaciones del libro
en un futuro.
A tan vasta relación de
subestilos llega Valero-Castells, como buen roquero, desde un punto de partida
muy claro: la cualidad sonora de cada uno de ellos. Hay que tener en cuenta que
el sello de un grupo de rock es su forma de sonar, a la que se le pueden añadir
más o menos aditamentos performativos. Por cierto, cabe recordar, que la marca
sonora también era un hecho diferencial de las orquestas sinfónicas, estandarizadas
a partir de la llegada del disco. Por ello, de las producciones que grupos como
Metallica, Scorpions o Kiss compartieron con orquestas sinfónicas (San
Francisco, Berlín y Melbourne, respectivamente) el autor destaca que no
pretendía fusionar tanto el material musical como “el sonido en sí” (p. 15).
Después, toda esa
variedad estilística es ordenada por su relación con la música clásica: óperas
rock, influencias de los clásicos en el rock (Beethoven, Monti, Bach,
Stockhausen…), rock interpretado por orquestas, bandas de música o conjuntos de
cámara e influencias del rock en los clásicos (Berio, Ligeti, Murail,
Bernstein, etc.), siempre con algún verso suelto como Frank Zappa. Y un hecho
que se pone de manifiesto en el libro es que el rock es un mundo predominantemente
masculino. De las casi ochocientas entradas que contiene el índice onomástico
solo siete son mujeres. Si no me he descontado: Eva Dinora, Gloria Aleza,
Amaral, Vanessa Mae, Katherine Thomas, Tarjia Turunen y Judith Mateo.
En la segunda parte,
Noelia Barros analiza nueve partituras creadas para distintas formaciones por
Valero-Castells, a quien siempre se dirige por su nombre de pila, Andrés. Barros
complementa con habilidad el contenido teórico con la exégesis argumental de
las obras, por lo que la lectura es amena y accesible. De este modo, desgrana
con detalle, por ejemplo, las conexiones que hay entre Reencontres
(2005-AV57), una pieza para ensemble de metales, y Sweet Child o’Mine,
de Guns’N Roses (pp. 87-92), o las interferencias que se producen entre el rock
y el folklore, la medicina, las matemáticas o la literatura en otros tantos
títulos. Y aunque se trate de una sección analítica, tampoco faltan las
alusiones a elementos sonoros, como la explicación del cuarto movimiento de Cardiofonía
(2010-AV76), “Fantasía sobre un riff de Sherpa”, es decir, sobre el primer riff
de la canción Al centro del corazón, de José Luis Campuzano “Sherpa”
(pp. 109-111).
Ambas secciones se
complementan y conceptos transversales como sampling, cover o
intermusicalidad les profieren unidad. Además, ambos autores emplean el
socorrido sintagma “músicas sobre músicas”, que tanta fortuna hizo en la
historiografía española a partir de los escritos de Tomás Marco. No obstante, y
he aquí lo significativo, con estos procedimientos de reutilización y reciclaje
se produce una resignificación de las piezas. Así, lo que López-Cano denomina crossover4 lo encontramos en casos
como Smells like Prelude (2016-AV85) y RachmaNirvanoff
(2019-AV85b), partituras que funden (hibridan, apunta Noelia Barros) temas del
grupo grunge con los del pianista y compositor ruso, con la finalidad de “absorber
cada gesto musical contenido en sendas partituras, para fantasear libremente”
en una especie de homenaje a dos espíritus atormentados, aunque por motivos
diferentes (pp.112-119).
En varias ocasiones la autora de la segunda parte menciona que estos rasgos de la música del músico valenciano provienen de su “biblioteca vital” (p. 117). Otro de los rasgos del libro, y del género: los fans del rock, sea cual sea su adjetivación, muestran un fuerte sentido de pertenencia e identificación, llegando a constituirse en tribus urbanas. De ahí, que el texto tenga mucho de memoria personal (el intermedio iconográfico es ilustrativo al respecto) y, por qué no decirlo, generacional. En definitiva, La intertextualidad entre la música clásica y el rock duro es un encuentro entre lo clásico y lo roquero, o viceversa, que tiene mucho de fenómeno fan de ambas músicas. Pero de un fan ecléctico, Valero-Castells, que premeditadamente no renuncia a cualquier tipo de estímulo exterior y declara: “la creación para mí es un acto de suprema libertad” (p. 97).
Notas
1. Valero-Castells, Andrés y Barros da Cuña, Noelia. La intertextualidad entre la música clásica y el rock duro. Valencia: Piles, 2021. 187 págs. ISBN: 978-84-17195-72-4
2. Klein, Eve. “When Divas and Rock Stars Collide: Interpreting Freddie Mercury and Montserrat Caballé’s Barcelona.” Popular Music, Stars and Stardom, edited by Stephen Loy et al., ANU Press, 2018, pp. 115-36
3. Martínez, Sílvia. Enganxats al heavy. Música, cultura i trangressió. Lleida: Pagès Ed., 1999
4. López-Cano, Rubén (2018). Música dispersa. Apropiación, influencias, robos y remix en la era de la escucha digital. Barcelona: Musikeon Books. pp. 198-199
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