España - Cataluña

Del otro mundo

Jorge Binaghi
miércoles, 10 de noviembre de 2021
Christopher Maltman © 2021 by Life Victoria Christopher Maltman © 2021 by Life Victoria
Barcelona, miércoles, 3 de noviembre de 2021. Recinto modernista del Hospital de Sant Pau. Lieder de Ravel, Clara Wieck y Pauline Viardot por Carmen Mateo (soprano) y Mar Compte (piano). Ciclos de Vaughan Williams y Schumann y lieder de Schumann. Christopher Maltman (barítono) y Audrey Saint-Gil (piano). Life Victoria 2021
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En vez de hacer una crónica o como quiera que se llame esto debería remitir a las fotos y comentario del cantante ‘principal’ del programa porque allí está dicho todo. Pero como sería ‘poco’ (sucede en estos tiempos que el ‘todo’ sea ‘poco’ si por casualidad hay que apelar a la imaginación) mejor escribo porque, por otro lado, dejaría fuera la actuación, esta vez más que encomiable de las jóvenes artistas que en cada programa actúan de ‘teloneras’ (no es irrespetuoso ni desvalorizador, describe un hecho) y omitiría que la Fundación Victoria de los Ángeles tiene el firme propósito de proporcionar un espacio público a los nuevos intérpretes.

Y soprano y pianista (que anunció muy correctamente la preparación de las piezas en función de la programación ‘principal’) lo hicieron bien: la segunda es jovencísima y con mucho futuro; la primera canta bien y con arrojo aunque el color no sea destacable y el agudo sea, sí, seguro, pero metálico y en algunos momentos aparece un incipiente vibrato. La dicción es muy clara (hay que tener nervios de acero para empezar con el texto y canto del Kadish de Ravel, del que salió airosa). Lo más logrado, tal vez por ser el final, fueron las canciones de Viardot, aunque no hubo nada que reprochar a las de Wieck.

Pero, damas y caballeros, lo que vino después…

Maltman se presentó con una pequeña introducción sobre los no muy conocidos y poco frecuentados (incluso en su país de origen) ciclos de Vaughan Williams que estuvieron entre sus primeros amores musicales de adolescente, y manifestó que era un placer que se los hubieran pedido.

Todo eso se notó en su traducción de las Cuatro últimas canciones de R. Vaughan Williams, con textos de su esposa Ursula, que explicó también a la perfección, desde Procris hasta Menelaus, justificando de paso que cantaba una canción ‘femenina’ porque piensa que en el siglo actual (y el pasado) el amor es amor sin más (y su parte de razón tiene). Pero con ser estas composiciones ya toda una proeza por presentarlas y más en esta forma insuperable (la pianista y esposa del barítono, Saint-Gil, estuvo en su elemento en toda esta primera parte), lo mejor estaba por venir.

Las Canciones de viaje sobre textos de Robert L. Stevenson publicadas póstumas son una joya y a la dicción inmaculada -tanto como su inglés hablado- agregó el hecho poco frecuente de no ‘esconder’ su resonante voz operística, pero sin hacer uso indebido de las mismas. En todo el programa no recurrió una sola vez al falsete e hizo en cambio medias voces naturales. No sé cuál elegir de estas nueve composiciones, pero diría que la cuarta, Youth and Love, me pareció del otro mundo…

Christopher Maltman (barítono) y Audrey Saint-Gil (piano) en el Life Victoria 2021. Barcelona, Recinto modernista del Hospital de Sant Pau, 3 de noviembre de 2021. © 2021 by Life Victoria.Christopher Maltman (barítono) y Audrey Saint-Gil (piano) en el Life Victoria 2021. Barcelona, Recinto modernista del Hospital de Sant Pau, 3 de noviembre de 2021. © 2021 by Life Victoria.

Y después de la pausa apareció el lied ‘clásico’ en todo su esplendor: Robert Schumann. En primer lugar cuatro composiciones ‘independientes’, a cual mejor (tanto por la obra en sí como por la interpretación. Ya en este caso Saint-Gil bajó un escalón porque los momentos ‘tensos’ en forte no fueron siempre nítidos y precisos). Enumero: Belsazar, Die feindlichen Brüder, Die Löwenbraut, Die beiden Grenadiere (con Marsellesa incluida), Ballade des Harfners, y de citar una interpretación ejemplar no sabría tampoco: elegiría, probablemente, la primera y la tercera, profundamente dramáticas ambas, pero la segunda con un final sumamente melancólico. 

El público, numeroso, aplaudió con fuerza y obtuvo un bis tan corto como bello, también de Schumann (siguiendo el corte de ‘programa clásico’ de canto de cámara), Du bist wie eine Blume.

No me pareció ver entre el público, en el que había muchas caras conocidas del Palau y del Liceu, a ningún representante del Gran Teatre en el que en estos días el barítono está ensayando Rigoletto. Tal vez me equivoque. Ojalá.

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