España - Euskadi
Despliegue de voces
Joseba Lopezortega

Si entre la ingente producción operística, masivamente olvidada, sobreviven unos títulos y no otros, es porque han logrado arraigarse lo suficiente en la programación de los teatros o, lo que en principio es lo mismo, en el gusto del público. Cualquier representación de una ópera debe, en primer lugar, manifestar las razones de ese arraigo, hacerlas patentes, y este deber es más apremiante cuando hablamos de un título no muy representado. Pues bien: Les contes no se hacía en Bilbao desde una primera vez en 1987, protagonizada por
, de forma que su mera reposición ya es un hecho a considerar.En su programación en 2021 Les contes, sin resultar memorable, mostró algunas de las razones de su permanencia en los teatros. No era una cita simple. Era la primera función tras el brutal parón en las representaciones causado por Covid-19: no por las restricciones impuestas, como se escucha a veces, sino por la enfermedad como tal, frente a la que las restricciones eran sólo una respuesta extrema, una defensa. El Coro, por ejemplo, cantaba con mascarilla; no se palpaba el ambiente cálido y colmado de otros inicios de temporada; y tampoco el título programado era de los que suscitan fácilmente el entusiasmo. Propone un recorrido imaginativo y complejo por las visiones de E.T.A. Hoffmann, muy lejos de la linealidad argumental de no pocos célebres títulos y sin hitos para el lucimiento, o al menos sin hitos mayoritariamente conocidos.
fue un Hoffmann muy interesante. Dispone una voz potente, sobradamente capaz en un auditorio tan tragón como el Euskalduna, y no la esconde en sus notables agudos, desenvolviéndose con menos clase en los graves. Su composición del papel pintaba un Hoffmann decidido y apasionado, muy vital, con un sesgo de animal enjaulado, y no de caballero encorsetado. No habría atisbo de duda en Fabiano, ni desconcierto, sino una notable resolución y una voz en un muy buen momento.
se probaba cantando cuatro roles, algo que normalmente no se suele hacer. Pratt es una cantante con capacidad para afrontar ese complicado reto con cierta holgura, pero al menos en la función inaugural no estuvo a la altura de otras citas bilbaínas. Lejos de sugerir una autómata, su Olimpia resultó jocosa, una marionnette, acentuando el efecto contrastante con su dramático final. Globalmente, Pratt demostró mucho poder tanto en la coloratura como en los papeles de Antonia y Giuletta, este dramático. Para ser sincero no me siento atraído por este tipo de reto, por bien que se solvente.
también hacía cuatro papeles, los cuatro villanos. Su concurso fue muy notable. No sólo aportó una vez mas que solvente y un buen canto, es que escénicamente resultaba muy poderoso y se imponía al resto del elenco. Muy buen cantante y actor, ese sería el resumen.
También Elena
gustó, yendo de menos a más. Es una cantante elegante, poco evidente, de las que van calando a medida que transcurre la función, y terminan imponiendo la calidad de un trabajo bien resuelto. Tiene un timbre muy bello y canta con mucha fluidez. Ya había triunfado en Bilbao anteriormente y creo que ha vuelto a convencer.Los comprimarios, en su conjunto, aportaron sobrado oficio y una gran entrega, con un Atxalandabaso que concita unánimes elogios.
El excelente Coro de Ópera de Bilbao fue, probablemente, el perjudicado de la noche, porque la escena de Vincent Huguet no favorecía ni su lucimiento ni su trabajo en escena. La escena fue en mi opinión lo más flojo de la velada, aportando un lienzo lúgubre y falto de profundidad a la trama. En lo positivo, los cantantes trabajaban bastante adelantados y eso les facilitaba un poco las cosas, pero fue una escena parca y poco encantadora. Resultó monótona. A lo largo de toda la función, parecía que en algunos momentos los cantantes deambulaban por el escenario por su propia iniciativa, conscientes del excesivo estatismo. Bien la Sinfónica de Bilbao, como siempre que está en el foso, y aceptable el trabajo de Montanaro, aunque no deslumbrara.
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