Danza y Ballet
Homenaje a Hans van Manen
Juan Carlos Tellechea
La Deutsche Oper am Rhein (Düsseldorf/Duisburgo) rindió un grandioso y emotivo homenaje al legendario coreógrafo Hans van Manen en el 50º aniversario de su cooperación con esta institución. Van Manen, quien pronto cumplirá 90 años, emprendió en mayo de 1971 con la coreografía “Keep Going“ (música de “Sinfonía“, de Luciano Berio), su primera creación fuera de los Países Bajos. Desde aquel entonces y hasta hoy mantiene una viva y fructífera relación con la compañía Ballett am Rhein.
Hans van Manen, un gran creador y siempre con nuevas ideas, es el último de la generación que hizo grande el ballet en Europa tras la Segunda Guerra Mundial: Roland Petit y Maurice Béjart estaban entre ellos, al igual que John Cranko y Birgit Cullberg. Sus obras son tan intemporales como él, igual de elegantes y, sobre todo, brillantemente ancladas en la modernidad.
En la función de gala que tuvo lugar entre ovaciones del público el sábado 6 de noviembre en la Ópera de Düsseldorf hablaron el actual director y coreógrafo jefe del Ballett am Rhein, Demis Volpi, su antecesor Martin Schläpfer (actual director y coreógrafo jefe del Wiener Staatsballett), quien pronunció el discurso laudatorio, así como el Director de Cultura de la ciudad de Düsseldorf Hans-Georg Lohe, y el director general de la Deutsche Oper am Rhein, profesor Christoph Meyer.
Durante la velada fue proyectado un filme de la realizadora cinematográfica Daisy Long titulado 50 Jahre Hans van Manen (50 años Hans van Manen) sobre la vida y obra de este creativo e inquieto artista, quien desde ahora es miembro de honor de la Deutsche Oper am Rhein Düsseldorf – Duisburgo, por decisión unánime de la dirección general de dichos escenarios. El correspondiente diploma de esta exclusiva distinción le fue entregado personalmente por el profesor Christoph Meyer, gesto que van Manen agradeció visiblemente conmovido.
Del total de 150 coreografías llenas de emoción y humor creadas por van Manen en sus 66 años de trayectoria, 22 fueron para el Ballett am Rhein, al que inspiraron en más de 400 sobresalientes representaciones. La última, la coreografía número 150 fue dedicada especialmente para su amigo y colega, el ex director del Ballett am Rhein, Martin Schläpfer, para que él solamente la bailara.
En medio de las aclamaciones de los espectadores que abarrotaban la sala, Schläpfer, elogió extraordinariamente en su apologético discurso a quien fuera su mentor, Hans van Manen. Su “arte dancístico“, señaló, “no es solo lo que se ve –por lo general tiene un sótano- esconde pozos...hay que aprender a ver sus refinamientos, a poder concentrarse, porque no se impone -está lleno de fuerza, a veces incluso de ira- pero pese a ello sigue siendo silencioso y sutil“. Ese arte “es todo lo que el ser humano es en su esencia, y nunca lo que deberíamos ser, o lo que desearíamos ser“, puntualizó Schläpfer.
“Estos ballets nunca son efectistas, pero sí bastante eficaces: no están orientados hacia el público; lo que ocurre en el escenario, ocurre entre las bailarinas y los bailarines...no se vende al exterior...si acaso, solo raramente. La línea de visión suele estar pegada al suelo -hundida en el espacio- porque para van Manen es esencial por qué y hacia dónde se mueven sus bailarinas y bailarines (…). Su espacio escénico representa el espacio vital“, afirmó Schläpfer, quien viajó expresamente desde Viena para este acto, tras el ensayo general de su nueva coreografía Im siebten Himmel (En el séptimo cielo), que se estrena el 14 de noviembre en el escenario de la Wiener Staatsoper..
“La vida interior de este arte, pese a toda la claridad y reducción de la apariencia en su forma exterior, sigue siendo cambiante, permanece en movimiento, - es similar al tiempo en última instancia, imprevisible (…) los ballets de Van Manen no existen en las zonas templadas (…) son capaces de brillar con fuerza apolínea, a la manera mozartiana, (…), pero también están plenos de un poder arcaico concentrado, que simplemente está allí al acecho de sí mismo“, dijo Schläpfer antes de describir también con sensibilidad al ser humano, al artista culinario, y al amigo Hans van Manen, uno de cuyos rasgos personales más notables es el de ¡su lealtad!, subrayó.
Entre las personalidades ilustres que presenciaron la ceremonia se encontraba asimismo la renombrada bailarina Marlúcia do Amaral, quien fuera primera bailarina, pareja de baile y musa de Martin Schläpfer.
La película de Daisy Long, permitió conocer un poco más íntimamente el trabajo de van Manen, su pensamiento y buen humor,: "La coreografía es mi profesión, lo único que sé hacer". No le gustan los bailarines cautos, prefiere los que se arriesgan, se lanzan con fuerza. Por eso ha convertido la rapidísima música de Johann Sebastian Bach en el ballet "Solo" que vimos al término esta velada con los bailarines Orazio Di Bella, James Nix y Kauan Soares. Una obra maestra de velocidad y brillantez que fue precedida por el elegante ballet "Danzas con piano", con música de Carlos Micháns, Frederic Mompou, Bach y Heitor Villa-Lobos, bailada por tres parejas: Norma Magalhães, Dukin Seo; Doris Becker, Damián Torío; So-Yeon Kim-von der Beck, Gustavo Carvalho, que deja maravillado al público.
Al comienzo de la fiesta, dos destacados bailarines principales invitados (Maia Makhateli, Remi Wortmeyer) del célebre Het Nationale Ballet, de Amsterdam, danzaron “Two Pieces for HET“, también de Hans van Manen, con música de Erki-Sven Tüür y Arvo Pärt. Los intérpretes volaron literalmente por el escenario con un desenfado y energía deslumbrantes. A tal punto, que el responsable de Cultura de Düsseldorf, Hans-Georg Lohe afirmaba en su alocución que con van Manen uno no quiere que los bailarines paren de bailar. Hans van Manen, quien nunca ocultó su homosexualidad, celebró también en este festejo sus Bodas de Oro con su pareja sentimental de toda la vida.
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