Alemania
Entre Europa y el Cáucaso
Juan Carlos Tellechea

Fue un concierto impresionante de una orquesta de cuerda que impone admiración: la destacada Deutsche Kammerakademie, de Neuss, a orillas del Rin, que reúne a jóvenes talentos musicales 20 países, bajo la conducción de la renombrada violinista y violista Isabelle van Keulen, su directora artística.
El programa del singular concierto de este domingo, titulado Entre Europa y el Cáucaso, estuvo integrado por obras de compositores vivos, Pēteris Vasks, Tigran Mansurian y Fazil Say, a cual de ellas más apasionante. Antes de comenzar el recital, la directora pidió expresamente al público no aplaudir entre las primeras dos obras, sino al final de ellas y antes de pasar a la Chamber Symphony, de Say.
Una música confesional abre la velada: Vientuļais eņģelis (Ángel solitario), de Pēteris . Una pieza profundamente conmovedora, encantadora. El mensaje es misterioso. La orquesta de la Deutsche Kammerakademie Neuss hace suya la obra con un máximo de concentración y expresividad, lo da todo en pos de alcanzar esas grandes y claras emociones que procura el compositor.
Hay un primer motivo que siempre quiere llegar muy alto. En su afán el ángel está solo, no tiene acompañante. El segundo motivo es más oscuro, como una tela de seguridad tensa y resonante, que lo sigue por debajo a cada paso (¿para atraparlo quizás?). A veces se eleva, sobre todo hacia el cierre para luego soltarse por un momento. Al final el primero de los motivos se ha calmado y se diluye, se evapora como si se fuera de este mundo.
La música construida, lúdica y brillante, tal como la conocemos en Occidente, no es lo suyo. Vasks, nacido en Letonia e hijo de un pastor protestante, prefiere las emociones grandes y claras, y no la música sacra, sino los géneros clásicos, entre cuarteto de piano, concierto y sinfonía. Con una ingenuidad descalabrante la composición parece afirmar: Sí. Claro que quiero dar consuelo a los oyentes...no faltaría más. Es como si no tuviera otra opción; como si cada una de sus notas fuera la primera y la última.
Vientuļais eņģelis, una meditación para violín y orquesta de cuerda fue escrita en 1999 en una primera versión (no interpretada). Pero Pēteris Vasks revisó la obra en 2006 - y en esta versión, la interpretada aquí en Neuss, se estrenó el 3 de julio de ese mismo año con Gidon Kremer como solista, al frente de su Kremerata Baltica, en la Catedral de Riga.
Uno podría cortar la densa tensión hasta aquí acumulada con un cuchillo. El lírico Romance para violín y orquesta de cuerda (2011) de Tigran
En su estética musical, Mansurian profesa su creencia en las tradiciones heredadas, pero no se ve a sí mismo como un copista de formas antiguas, sino que se corresponde con las formas y ponderaciones antiguas. Siempre busca la unidad interior de una obra de arte y también concede gran importancia a la retórica musical en su realización moderna. Verbigracia, aquí retoma el estilo melódico libre de la antigua forma de canción armenia Tagh medieval con expresiones fascinantes.
Este Romance fue dedicado a la violinista Patricia Kopatchinskaja, ella misma inspiradora de la pieza, quien realizó el estreno el 11 de octubre de 2012 con la Amsterdam Sinfonietta, dirigida por Candida Thompson, en el Muziekgebouw de Amsterdam.
Chamber Symphony, compuesta por Orpheus Chamber Orchestra de Nueva York y estrenada en 2015, encaja perfectamente con este espléndido conjunto. La sinfonía muestra fuertes influencias de la música oriental, reflejando el compromiso del compositor con la Turquía contemporánea, del que informa el primer movimiento. En compás tradicional de 7/8 y con los característicos glissandi que la hacen sonar típicamente alla turca, la pegadiza melodía fue introducida de forma muy actual y directa por los chelos. El movimiento también contiene numerosos elementos de percusión con los instrumentos de cuerda y a menudo se divide en tantas voces como músicos hay en un registro.
Col legno, las voces de los pájaros, los tambores en el cuerpo, así como la riqueza de las ideas musicales se funden en un sonido muy denso y vivo, enérgico y decidido. Un movimiento medio melancólico y absolutamente encantador ilustra la importancia del romanticismo para Say. Los racimos abrazan un delicado pizzicato, un vals se balancea y lleva al oyente a un motivo lastimero del violonchelo en posición extrema del pulgar antes de que el movimiento final termine este breve desvío en una imagen sonora más europea, transportando al oyente de vuelta a Estambul y su barrio romaní con una danza turbulenta, impulsada por el bajo, que hace volar las crines del arco.
La Sinfonía de Cámara es una obra espectacular que exige una inmensa coordinación y familiaridad por parte de los músicos para dominar sus complejas estructuras, con una directora o director de orquesta que los guíe. Sin embargo, la Deutsche Kammerakademie Neuss am Rhein sorteó todos los escollos imaginables con una facilidad aparente y una precisión fascinante, incluso en los pasajes rítmicamente más exigentes que se puedan imaginar, lo que supuso un verdadero placer escucharla. Las ovaciones no se hicieron esperar y se prolongaron por largos y largos minutos merecidamente.
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