España - Andalucía
La soledad de Floria Tosca, sin novio y sin maltratador
José Amador Morales
Después de dieciséis años el
de Málaga ha recuperado la Tosca de Puccini, en este caso como título operístico para abrir una temporada cuya inauguración oficial en todo caso tuvo lugar con el concierto lírico protagonizado por .Esta producción, también la primera desde la era previa a la pandemia, procedía de la Ópera de Tours y utilizaba el reclamo de continuas proyecciones digitales - de relativo interés estético – sobrepuestas sobre un escenario de mínimo atrezzo, un vestuario clásico y, eso sí, un cuidado juego luminotécnico.
En lo musical, si la inevitable cancelación de Ainhoa Arteta, cuya recuperación no ha sido lo suficientemente rápida como para acudir a esta cita en condiciones óptimas, dio al traste con el gran interés que despertaba su abordaje del rol titular en este momento de su carrera, estaba claro que la cantante elegida para sustituirla no era precisamente una desconocida en el panorama lírico actual.
Lianna
ha venido mostrando un imparable ascenso en la escena internacional gracias a una sabia planificación del repertorio y a un incuestionable buen recibimiento por parte de público y teatros. La soprano armenia, sin lugar a dudas, sostuvo el éxito de estas representaciones malagueñas, pues ni lo visual, ni lo orquestal, ni muchísimo menos su partenaire masculino brillaron especialmente.Aunque quizá no es lo mejor de su repertorio, Harotounian delineó una ‘Tosca’ con un fraseo de gran aliento lírico, con grandes dosis de morbidez y efusividad, aún con margen para dotar su caracterización de mayores matices expresivos y de más personalidad, pero ya considerable para entusiasmar y poner boca abajo al teatro con un “Vissi d’arte” intachable.
Lamentablemente , que ya fue su pareja en Un ballo in machera sevillano del pasado mes de febrero, tuvo uno de esos días malos de los que todo cantante huye como de la peste. Ya en los primeros compases advertimos una voz achicada, ahogada y estrangulada en un pasaje que pocas notas permitió colar con naturalidad al tiempo que privaba a la misma de su acreditada belleza tímbrica. El buen hacer y elegancia del tenor mejicano no lograron evidentemente arrebatar pero sí sacar adelante su personaje con honestidad y hasta coronar con cierto arrojo los temibles ‘Vittoria’ del segundo acto. Pero en el tercero sufrió e hizo sufrir, primero con un forzadísimo ‘E lucevan le stelle’ y después durante su dúo en el que se parapetó vocalmente tras la soprano.
Por su parte, Kostas Smoriginas ofreció un impactante ‘Scarpia’ en base a una imponente presencia escénica y extraño idiomatismo, pese a una materia prima demasiado clara y, como evidenció en el “Te Deum”, falta de proyección y fuste.
El resto del reparto funcionó muy correctamente, destacando el estupendo “Spoletta” de Luis Pacetti. Bien la escolanía Pueri Cantores Málaga y el Coro de Ópera de Málaga.
Por debajo del nivel acostumbrado una Filarmónica de Málaga que se mostró desajustada, con un sonido mate y deshilachado que ciertamente mejoró a lo largo de la velada.
Afortunadamente Pedro Halffter avivó los desesperantes tempi de su Tosca sevillana de hace seis años pero por el contrario se centró más en destacar el preciosismo de la partitura pucciniana que en realzar los contrastes de esta, que son realmente la clave de la progresión dramática. Los - aquí - paradójicamente camerísticos tutti orquestal del inicio o el cierre del primer acto sonaron verdaderamente apagados y livianos bajo una batuta que antaño, por el contrario, se reivindicaba en momentos así con un exceso de efecto y decibelios.
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