España - Galicia
Viajar sin salir de casa
Maruxa Baliñas
Un programa con obras poco habituales -exceptuando por supuesto Salomé de Strauss- que según explicaban las notas al programa -y nos ayudaban así a dar coherencia al concierto- se podrían entender como cuatro formas de ampliar sus perspectivas por parte de unos compositores que parten de la periferia, de lo provinciano -Aubert bretón, Schmitt lorenés, Tomasi corso, Strauss bávaro- para expandirse
"sea en forma del orientalismo del mito de Salomé en Schmitt y Strauss, del exotismo caribeño en Aubert, o de la alteridad de una escritura instrumental no académica en Tomasi. Poco importa que los territorios colonizados sean imaginarios, geográficos o culturales, pues todos ellos comparten con las tarjetas postales el carácter connotativo de recuerdo-testimonio de la estancia del viajero-narrador en esos lugares ajenos al confort cotidiano. Lugares periféricos que, como todos los lugares verdaderos, no figuran en ningún mapa, según acertadamente nos recuerda Herman Melville."
El segundo atractivo del concierto era la posibilidad de escuchar al trompetista sueco Hakan Hardenberger (Malmö, 1961), una de las grandes figuras de la trompeta, en un Concierto para trompeta tan brillante pero tan difícil como el de Tomasi. Y ciertamente no hubo decepción: Hardenberger hizo una versión fluida, melódica, 'sencilla' a pesar de la dificultad de la obra con un sonido maravilloso, sobre todo en aquellos momentos en que Tomasi trata a la trompeta como un instrumento cantable, dulce incluso.
En los últimos años Hardenberger toca a menudo con el director francés Fabien Gabel (París, 1975), ganador en 2004 del Concurso de Dirección Donatella Flick de Londres y formado como trompetista él mismo (de hecho, antes de dedicarse a la dirección de orquesta fue trompetista en varias orquestas parisinas). El curriculum de Gabel es bueno y su acompañamiento del Concierto de Tomasi fue impecable, ya que tiene claras sus ideas y además está acostumbrado a Hardenberger, por lo que hubo una coincidencia de criterios que no siempre se da en este tipo de conciertos virtuosísticos.
Pero en el resto del programa Gabel me convenció menos. Es un director preparado, que cuida los ensayos, maneja bien a la orquesta y que consigue que se oiga todo y además bien estructurado. Pero en mi opinión, le falta eso tan francés del élan. Disfrutamos de la preciosa orquestación de la Habanera de Aubert, pero nunca se nos movieron los pies; hizo sonar La tragedia de Salomé mucho mejor que el director con quien la oí por primera vez en directo, pero me aburrí mucho más; su Danza de los siete velos no evocó ningún estriptís, ni ninguno de los escándalos que se asocian con ella. Nada que criticar, poco que alabar.
La Sinfónica de Galicia sonó muy bien, y sobre todo parece haberse recuperado de la crisis de estos últimos años puesto que aquí el COVID llegó a una orquesta ya con problemas de presupuesto (es sumamente injusto -pero ocurre constantemente- que sean las circunstancias y conveniencias políticas las que marquen el apoyo o falta de apoyo a una orquesta, con lo difícil que es ponerla en marcha, que se asiente y crear un público), sin salas de ensayo ni sala de concierto adecuadas, cómodas para los músicos y con una buena acústica, y con un cierto agotamiento de los músicos, que no han sentido el apoyo que necesitaban para seguir creciendo y mejorando. Nos falta además conocer quién será el sustituto de Dima Slobodeniouk, el director titular de la OSG desde 2013, quien ha anunciado que deja la titularidad al terminar esta temporada.
Este era el segundo concierto de abono, puesto que durante el primer trimestre de la temporada se vendieron las entradas sueltas, y la ocupación no fue completa puesto que algunos abonados aún no se atreven a asistir a los conciertos a pesar de haber querido renovar su abono (se han vendido el 80% de los abonos) y apoyar a la OSG. Esperemos que en las próximas semanas podamos volver a esa normalidad en la que a estas alturas me parece que ya no confiamos demasiado.
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