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El Concurso Viñas: lo mejor quedó para el final

Jorge Binaghi
lunes, 31 de enero de 2022
Gemma Summerfield © 2022 by A. Bofill Gemma Summerfield © 2022 by A. Bofill
Barcelona, viernes, 28 de enero de 2022. Gran Teatre del Liceu. Prueba final de la 59ª edición del Concurso Viñas. Athanasia Zöhrer, Laura Brasó, Blake Denson, SeokJonk Baek, Inho Jeong, Davide Giangregorio, Megan Moore, Katia Ledoux, Paride Cataldo, Eugénie Joneau, Caroline Corrales, Mingyu Ahn, Laia Vallés, Alexei Kulagin, Gemma Summerfield, y Svetlana Lachina, cantantes. Anna Creixells, Soojeong Joo, Pau Casan, y Stanislav Angelov, pianistas acompañantes.
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Este año no pude estar presente hasta este momento y el próximo concierto de clausura. Atendiendo a comentarios autorizados y a algún conocido de toda mi confianza, las cosas, con un jurado bien distinto salvo algunos nombres inevitables o de pleno derecho (táchese lo que no proceda), fueron por carriles parecidos.

Ahora escribo, como siempre, sin saber el veredicto del jurado ni del público (este último además de tener que pagar un euro por hacerlo sólo puede llevarlo a cabo por un procedimiento digital no demasiado simple, al decir de muchos). Como siempre hubo algunos finalistas interesantes y otros que no se sabe bien qué hacían allí, concursantes que no han podido viajar, pruebas llevadas a tambor batiente … y  dentro de unos minutos los resultados definitivos.

Fueron diecisiete (aunque quedaron dieciseis al cancelar su actuación -vaya uno a saber el motivo- la soprano coreana Yewon Han). Los acompañantes, además de la conocida Anna Creixells fueron Soojeong Joo, Pau Casan, y Stanislav Angelov, quienes lo hicieron bien o muy bien según los casos.

Abrió el fuego la soprano austriaca Athanasia Zöhrer, de agudo áspero, agilidades no muy precisas y una carencia total de trino, además de bastante inexpresiva (la primera aria de Konstanze de El rapto en el serrallo de Mozart y el final del primer acto de La Traviata , que fue con el monólogo de Ford de Falstaff y el aria del segundo acto de Los pescadores de perlas de Bizetlo único que se repitió -al menos nos libramos de Nemorinos, Posas, Filippos y sobre todo de Julietas, Aminas y Olympias).

Luego fue el turno de la española Laura Brasó (primer aria de Liù de Turandot, y la mencionada de Bizet). Lo hizo correctamente pero sin deslumbrar (la nota final de ‘Signore ascolta’ duro poquísimo y no fue un dechado de perfección) y con alguna vacilación en la afinación.

Se presentó a continuación el barítono estadounidense Blake Denson con el mencionado monólogo de Ford y el aria del segundo acto de Die tote Stadt de Korngold, bien (pero en otras ediciones los he escuchado mejor y los interesados no llegaron a esta fase de las pruebas).

El tenor de Corea del Sur (los participantes de esta procedencia fueron mayoría, como siempre, y como siempre lo hicieron bien sin dejar casi huella) SeokJonk Baek se las vio y arregló con el aria del protagonista de Le Cid  de Massenet y el dichoso ‘Nessun dorma’ que es un aria que antes me gustaba. Sé que se esforzó en el agudo final, pero ya no retengo mucho más …

Tocó luego el turno al bajo Inho Jeong (adivinen la procedencia) que me pareció el más personal y atrevido en repertorio de todos sus connacionales ya que propuso aria el inusual y bellísima de La jeune fille de Perth de Bizet y la más conocida y bien hecha ‘Calunnia’ del Barbiere de Rossini.

Apareció por fin Italia y lo hizo con el excelente barítono Davide Giangregorio quien cantó muy bien ‘Per questa bella mano’, la conocida aria de concierto de Mozart y la bella cavatina de Aleko de Rachmaninov.

Siguió la mezzo estadounidense Megan Moore con un rondó final de La Cenerentola rossiniana donde pareció -incluso por los agudos y pequeñas variaciones interpolados- más bien soprano, y parte del final del primer acto de Ariadne auf Naxos de Strauss en que dio más de lo mismo.

Otra mezzo, esta verdadera, Katia Ledoux, de Francia, fue la única finalista para el nuevo premio global oratorio-lied-ópera intitulado a Victoria de  los Ángeles (que tuvo adecuada difusión en los comunicados del concurso, pero al parecer fue ignorado u olvidado, como toda mención a la gran soprano siguiendo una vieja tradición liceísta, por el actual director artístico del Teatro, pregonero y presidente del Concurso). Cantó bien dos lieder de Schubert difíciles y conocidos (‘Gretchen am Spinnrade’ y ‘Die junge nonne’) y de Clarke un interesante ‘Psalm of David’ que fraseó estupendamente.

El tenor Paride Cataldo cantaba con voz muy lírica (y en algún momento demasiado nasal) el aria de la flor de Carmen de Bizet y el recitativo y aria de Rodolfo de Luisa Miller. Aunque hay margen para el progreso, es un cantante muy prometedor.

La segunda parte comenzó con la mezzo francesa Eugénie Joneau, mucho más asopranada que la colega inglesa, quien ofreció un ‘O mio Fernando’ de La favorita donizettiana (no se entiende por qué no lo hizo en la lengua original) y luego de Chapí una aburridísima (y mejorable en la pronunciación) versión de un aria de El barquillero.

La americana Caroline Corrales acometió la empresa de presentar a la protagonista de Peter Grimes  junto con el final del primer acto de La Traviata. Tiene arrojo, pero poca presencia y en especial su ‘actuación’ como Violetta hizo perder puntos a la interpretación vocal, interesante si no perfecta.

El barítono Mingyu Ahn cantó otra versión (de italiano exótico) del monólogo de Ford y un aria de la zarzuela Maravilla de Moreno Torroba con muy buen castellano pero no mucha imaginación.

Laia Vallés reincidió en la Leila de Bizet y cantó la entrada-presentación de la protagonista de Cecilia Valdés de Roig. Fue tan correcta como poco interesante en ambas, con el agravante en la segunda de que su idea del ritmo, gracia y sensualidad cubanos no fue para nada acertada.

Por lo que siguió lo bueno o lo mejor quedó para el final.

El notable bajo ruso Alexei Kulagin interpretó (es la palabra) el aria del rey René de Iolanta de Chaicovsky y la escena completa (con la famosa y discutida cabaletta incluida) de la salida de Silva en Ernani. Formidable, ni un grave exagerado pero sí corposos todos, homogeneidad de timbre y agudos seguros

La inglesa Gemma Summerfield fue probablemente lo más completo de la noche por elegancia, seguridad, timbre atractivo y técnica, y fue un verdadero placer oírla en dos arias tan disímiles como las entradas de Adriana en la ópera de Cilea (con una nota filada al final que querría cualquier intérprete del rol, hoy como ayer) y de Elvira en Ernani (también con su cabaletta, donde desplegó dones belcantistas importantes). Fue seguramente la más aplaudida por el público (no demasiado númeroso este año). 

El concurso llegó a su fin con la rusa Svetlana Lachina, muy segura de sus recursos técnicos aunque más preocupada por el canto que por lo que decían los textos en la tremenda ‘Non mi dir’ del Don Giovanni de Mozart con su no menos tremendo recitativo en la que, además de la expresividad, había cierta rigidez en los agudos extremos y el trino fue más marcado que realmente ejecutado. Más redonda fue la ejecución e interpretación del aria de Micaela de Carmen de Bizet; al menos en los concursos se puede escuchar el breve recitativo que es tan bello y que hoy es anatema incluir en una representación de la ópera por eso de la filología.

En nota aparte tendrán ustedes la clasificación. A quienes quisieron esperar en el teatro el resultado de las deliberaciones del jurado se les ofreció un recital de arias y canciones por la ganadora del año pasado, Carmen Artaza, al que no pude quedarme.

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