España - Cataluña
El Concurso Viñas: lo mejor quedó para el final
Jorge Binaghi

Este año
no pude estar presente hasta este momento y el próximo concierto de clausura.
Atendiendo a comentarios autorizados y a algún conocido de toda mi confianza, las cosas, con un jurado bien distinto salvo algunos nombres inevitables o de
pleno derecho (táchese lo que no proceda), fueron por carriles parecidos.
Ahora
escribo, como siempre, sin saber el veredicto del jurado ni del público (este
último además de tener que pagar un euro por hacerlo sólo puede llevarlo a cabo
por un procedimiento digital no demasiado simple, al decir de muchos). Como
siempre hubo algunos finalistas interesantes y otros que no se sabe bien qué
hacían allí, concursantes que no han podido viajar, pruebas llevadas a tambor
batiente … y dentro de unos minutos los
resultados definitivos.
Fueron diecisiete (aunque quedaron dieciseis al cancelar su actuación -vaya uno a saber el motivo- la soprano coreana Yewon
Han). Los acompañantes, además de la conocida Anna Creixells fueron Soojeong
Joo, Pau Casan, y Stanislav Angelov, quienes lo hicieron bien o muy bien según
los casos.
Abrió el
fuego la soprano austriaca Athanasia Zöhrer, de agudo áspero, agilidades no muy
precisas y una carencia total de trino, además de bastante inexpresiva (la
primera aria de Konstanze de El rapto en
el serrallo de Mozart y el final del primer acto de La Traviata , que fue con el monólogo de Ford de Falstaff y el aria del segundo acto de Los pescadores de perlas de Bizetlo
único que se repitió -al menos nos libramos de Nemorinos, Posas, Filippos y
sobre todo de Julietas, Aminas y Olympias).
Luego
fue el turno de la española Laura Brasó (primer aria de Liù de Turandot, y la mencionada de Bizet). Lo
hizo correctamente pero sin deslumbrar (la nota final de ‘Signore ascolta’ duro
poquísimo y no fue un dechado de perfección) y con alguna vacilación en la
afinación.
Se
presentó a continuación el barítono estadounidense Blake Denson con el mencionado
monólogo de Ford y el aria del segundo acto de Die tote Stadt de Korngold, bien (pero en otras ediciones los he
escuchado mejor y los interesados no llegaron a esta fase de las pruebas).
El tenor
de Corea del Sur (los participantes de esta procedencia fueron mayoría, como
siempre, y como siempre lo hicieron bien sin dejar casi huella) SeokJonk Baek
se las vio y arregló con el aria del protagonista de Le Cid de Massenet y el
dichoso ‘Nessun dorma’ que es un aria que antes me gustaba. Sé que se esforzó
en el agudo final, pero ya no retengo mucho más …
Tocó
luego el turno al bajo Inho Jeong (adivinen la procedencia) que me pareció el más
personal y atrevido en repertorio de
todos sus connacionales ya que propuso aria el inusual y bellísima de La jeune fille de Perth de Bizet y la
más conocida y bien hecha ‘Calunnia’ del Barbiere
de Rossini.
Apareció
por fin Italia y lo hizo con el excelente barítono Davide Giangregorio quien
cantó muy bien ‘Per questa bella mano’, la conocida aria de concierto de Mozart
y la bella cavatina de Aleko de
Rachmaninov.
Siguió
la mezzo estadounidense Megan Moore con un rondó final de La Cenerentola rossiniana donde
pareció -incluso por los agudos y pequeñas variaciones interpolados- más bien
soprano, y parte del final del primer acto de Ariadne auf Naxos de Strauss en que dio más de lo mismo.
Otra
mezzo, esta verdadera, Katia Ledoux, de Francia, fue la única finalista para el
nuevo premio global oratorio-lied-ópera intitulado a Victoria de los Ángeles (que tuvo adecuada difusión en
los comunicados del concurso, pero al parecer fue ignorado u olvidado, como toda mención a la gran soprano siguiendo
una vieja tradición liceísta, por el actual director artístico del Teatro,
pregonero y presidente del Concurso). Cantó bien dos lieder de Schubert
difíciles y conocidos (‘Gretchen am Spinnrade’ y ‘Die junge nonne’) y de Clarke
un interesante ‘Psalm of David’ que fraseó estupendamente.
El tenor Paride Cataldo cantaba con voz muy lírica (y en algún momento demasiado nasal) el aria de la flor de Carmen de Bizet y el recitativo y aria de Rodolfo de Luisa Miller. Aunque hay margen para el progreso, es un cantante muy prometedor.
La
segunda parte comenzó con la mezzo francesa Eugénie Joneau, mucho más
asopranada que la colega inglesa, quien ofreció un ‘O mio Fernando’ de La favorita donizettiana (no se entiende
por qué no lo hizo en la lengua original) y luego de Chapí una aburridísima (y
mejorable en la pronunciación) versión de un aria de El barquillero.
La
americana Caroline Corrales acometió la empresa de presentar a la protagonista
de Peter Grimes junto con el final del primer acto de La Traviata. Tiene arrojo, pero poca
presencia y en especial su ‘actuación’ como Violetta hizo perder puntos a la
interpretación vocal, interesante si no perfecta.
El
barítono Mingyu Ahn cantó otra versión (de italiano exótico) del monólogo de
Ford y un aria de la zarzuela Maravilla de
Moreno Torroba con muy buen castellano pero no mucha imaginación.
Laia
Vallés reincidió en la Leila de Bizet y cantó la entrada-presentación de la
protagonista de Cecilia Valdés de Roig. Fue tan correcta como
poco interesante en ambas, con el agravante en la segunda de que su idea del
ritmo, gracia y sensualidad cubanos no fue para nada acertada.
Por lo
que siguió lo bueno o lo mejor quedó para el final.
El notable bajo ruso Alexei Kulagin interpretó (es la palabra) el aria del rey René de Iolanta de Chaicovsky y la escena completa (con la famosa y discutida cabaletta incluida) de la salida de Silva en Ernani. Formidable, ni un grave exagerado pero sí corposos todos, homogeneidad de timbre y agudos seguros
La inglesa Gemma Summerfield fue probablemente lo más completo de la noche por elegancia, seguridad, timbre atractivo y técnica, y fue un verdadero placer oírla en dos arias tan disímiles como las entradas de Adriana en la ópera de Cilea (con una nota filada al final que querría cualquier intérprete del rol, hoy como ayer) y de Elvira en Ernani (también con su cabaletta, donde desplegó dones belcantistas importantes). Fue seguramente la más aplaudida por el público (no demasiado númeroso este año).
El concurso llegó a su fin con la rusa Svetlana Lachina, muy segura de sus
recursos técnicos aunque más preocupada por el canto que por lo que decían los
textos en la tremenda ‘Non mi dir’ del Don
Giovanni de Mozart con su no menos tremendo recitativo en la que, además de
la expresividad, había cierta rigidez en los agudos extremos y el trino fue más
marcado que realmente ejecutado. Más redonda fue la ejecución e interpretación
del aria de Micaela de Carmen de
Bizet; al menos en los concursos se puede escuchar el breve recitativo que es
tan bello y que hoy es anatema incluir en una representación de la ópera por
eso de la filología.
En nota
aparte tendrán ustedes la clasificación. A quienes quisieron esperar en el
teatro el resultado de las deliberaciones del jurado se les ofreció un recital
de arias y canciones por la ganadora del año pasado, Carmen Artaza, al que no
pude quedarme.
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