Artes visuales y exposiciones
Las misteriosas circunvoluciones del cerebro humano
Juan Carlos Tellechea
El cerebro es uno de los últimos grandes misterios del cuerpo humano. Más de una vez usted habrá quedado deslumbrado por la lucidez e inteligencia de brillantes personajes de la historia, de las ciencias y del pensamiento en general.
En otras oportunidades, en cambio, usted se habrá preguntado horrorizado qué pasa por la cabeza de ciertas personas que no parecen hacer otra cosa más que personificar el mal, la iniquidad, la perversión, la infamia y son capaces de perpetrar horrendos crímenes de guerra y genocidios. ¿Tiene usted ya a alguien en mente cuando termina de leer estas primeras líneas?
Pues bien, el cerebro humano no solo es un área de pensamiento, sino que ha sido y es el centro de muchas teorías, especulaciones e intentos de representación. ¿Es el cerebro un refrigerador para nuestra sangre? ¿Es el centro de control de nuestro cuerpo o un superordenador? ¿Es el hogar del ego o del alma?
El Centro de Arte y Exposiciones de la República Federal de Alemania (Bundeskunsthalle), con sede en Bonn, le dedica una exposición titulada “Das Gehirn. In Kunst und Wissenschaft“ (“El cerebro. En el arte y la ciencia“) que se extiende desde el 28 de enero pasado al 26 de junio próximo.
Paralelamente, se realiza una presentación en 3D en Internet, que está vinculada a algunas experiencias de realidad aumentada en la exposición analógica. La exposición, de libre acceso en el espacio virtual, interpreta artísticamente las cinco salas temáticas de la exposición "real". Los visitantes también pueden entrar en diferentes salas y probar elementos lúdicos. Los llamados "info-bites" sobre el cerebro pueden ser descubiertos y recogidos como objetos de exposición virtual.
Es dable reconocer que la Bundeskunsthalle acoge esta vez un tema inusual para una institución de sus características. Sin embargo, el arte, la historia cultural y la ciencia han sido aunadas aquí en una exposición a gran escala que entabla un diálogo interdisciplinario entre la investigación del cerebro, la neurología, la evolución de la filosofía, los estudios religiosos, la historia de la medicina y la psicología para abordar el cerebro desde diferentes ángulos. La muestra plantea cuestiones como: ¿Qué constituye el yo? ¿Se encuentra la respuesta en el cerebro? ¿Y qué pasa con el libre albedrío?
Entre las cerca de 300 obras y objetos expuestos en cinco salas del Centro de Arte y Exposiciones de Alemania se encuentran el cráneo del filósofo René Descartes (cogito ergo sum: "Pienso, por consiguiente soy"), un préstamo de París para esta muestra; famosos mapas del cerebro de alrededor de 1900; y obras de arte que van desde el dadaísta y surrealista Max Ernst hasta la destacada artista contemporánea Rosemarie Trockel.
El cerebro desconcierta al propio ser humano. Ni siquiera las imágenes de resonancia magnética han sido capaces de trazar un mapa de cómo funciona exactamente nuestro pensamiento. Los investigadores observan que ciertas zonas del cerebro muestran una mayor actividad en determinados momentos, quizá diferentes cuando se habla o cuando se ve una película.
Se sabe que en los 1.350 gramos de masa neuronal que hay de media en nuestra cabeza tienen lugar una cantidad increíble de procesos computacionales. Se dice que la capacidad de almacenamiento de nuestro cerebro es de unos 200.000 millones de gigabytes. Pero, ¿nos ayuda esa cifra?
Cada una de las salas está dedicada a una cuestión central. La primera explora la anatomía del cerebro bajo la pregunta "¿Qué hay en mi cabeza?" y recorre la historia de la investigación durante más de 2.000 años. Aristóteles veía el cerebro como una especie de nevera para la sangre, explica la comisaria y directora de la exposición Henriette Pleiger. Hacia finales del siglo XIX, la investigación cerebral moderna comenzó a centrarse no solo en la estructura anatómica del cerebro, sino también en sus procesos funcionales, como el papel de las vías neuronales.
La exposición también aclara mitos, como la idea de que el lado izquierdo del cerebro es el "lógico" y el derecho el "creativo". Esta idea se remonta a la organización cruzada del cerebro, según la cual el lado derecho del cerebro controla el lado izquierdo del cuerpo y viceversa, pero ambas mitades trabajan juntas para todas las actividades mentales. Aunque exista una cierta especialización de los hemisferios cerebrales, las atribuciones son erróneas, como que los matemáticos y los científicos tienden a pensar con el hemisferio cerebral izquierdo y los pintores y los poetas tienden a utilizar el derecho.
El primer tema de la muestra es el órgano en sí mismo. Incluso en la Edad de Piedra, la gente abría cráneos y realizaba operaciones. Los egipcios consideraban que el corazón era el órgano central de control del cuerpo. Se respetaba menos el cerebro, que era eliminado durante el embalsamamiento. Pero incluso el antiguo filósofo Hipócrates de Cos consideraba que el cerebro era la sede de la mente, mientras que Aristóteles pensaba que solo era una especie de unidad de refrigeración del organismo.
En Bonn, se pueden encontrar representaciones anatómicas y modelos junto a un gancho egipcio para extraer el cerebro durante la momificación. El grabador holandés Pieter van Gunst muestra en sus láminas (1685, según dibujos de Gerard de Lairesse) el cráneo abierto con las meninges cortadas y las prominentes circunvoluciones del cerebro.
Muy estéticas son las reproducciones en cera que André-Pierre Pinson realizó de un busto femenino. Frente a la cabeza sonriente con el casquete retirado se encuentran las partes del cerebro. A su lado está la Mujer con una lágrima de Pinson, una cabeza cortada por la mitad, a un lado se ve un retrato que parece vivo, al otro la vida interior expuesta con huesos, dientes, esófago, tráquea y, por supuesto, cerebro. En 2010, la artista Isa Genzken creó un autorretrato a partir de imágenes de una tomografía axial computarizada (TAC) de su cabeza: "My Brain".
La segunda sala está determinada por el pensamiento y la cuestión "¿Cómo imagino los procesos en el cerebro?" Las técnicas modernas, como la electroencefalografía (EEG) y la resonancia magnética (MRI), pueden aportar respuestas, como muestra la exposición.
En los últimos 30 años, la investigación sobre el cerebro ha avanzado enormemente en la observación de su funcionamiento sin interferir en él, tal y como explica John-Dylan Haynes, profesor de teoría y análisis de señales cerebrales de largo alcance en el Centro Bernstein de Neurociencia Computacional y en el Centro de Neuroimagen Avanzada del Hospital Charité y de la Universidad Humboldt, de Berlín, así como jefe del grupo de investigación en el Instituto Max Planck de Ciencias Cognitivas y del Cerebro, con sede en Leipzig.
Este capítulo trata sobre el funcionamiento del órgano. Durante mucho tiempo, los científicos solo podían adivinar cómo piensa y controla el cerebro, qué función se encuentra en cada lugar. El anatomista Franz Joseph Gall quería deducir los rasgos del carácter y las funciones mentales a partir de la forma del cráneo. Marcó zonas en los cráneos que supuestamente representaban disposiciones mentales.
¿Cómo se ve cuando alguien piensa? Durante mucho tiempo, la gente recurrió a imágenes simbólicas. La imagen simbólica del hombre como palacio industrial de Fritz Kahn sigue inspirándose en este tipo de representaciones. En Bonn se puede ver una animación cinematográfica que muestra el corazón, los intestinos y el hígado como motores y establece oficinas en la cabeza con centros de control para el hígado y los riñones, con una cámara como ojo y un escritorio de director para la voluntad. El motivo también atrae a artistas modernos como el pintor británico Richard Ennis, que escenifica una secuencia surrealista de escenas en la calavera abierta con elementos de El Bosco y M.C. Escher (gouache, 1991).
Aquí es donde radica la fuerza de la exposición interdisciplinar: los hechos y la fantasía entablan un fructífero intercambio. El aumento de los conocimientos científicos permite nuevas formas de ver. Uno admira, por ejemplo, cómo el pintor francés Jean-Baptiste-Camille Corot inmortalizó en el lienzo a una chica sensual (c. 1855/60), con la mirada dirigida a la distancia. Maria Lassnig pinta La inspiración (2012) como un amistoso alienígena verde que se cierne sobre una pareja de amantes. La fotógrafa Frances Kearney capta con su objetivo a la gente pensando en lo mismo (1998/1999), lo que produce efectos irritantes cuando vemos a una mujer fumando en el baño y a un hombre arrodillado frente a una chimenea, siempre de espaldas. ¿Qué pensamiento los une?
En el catálogo de la exposición, publicado por la editorial Hirmer, de Múnich, se reúnen ensayos de varios investigadores de las funciones cerebrales y de sus incógnitas desde la Antigüedad, entre ellos Gerhard Roth, Michael Pauen, Peter König, Emrah Düzel y John-Dylan Haynes, así como una presentación de la comisaria Henriette Pleiger y de su colaborador en el proyecto, Martin Hoffmann.
La exposición avanza hacia cuestiones filosóficas y psicológicas. ¿Existe el alma y acaso el cerebro es su sede? La mayoría de las veces, el pensamiento también funciona aquí de forma más bien simbólica, pictórica, como en el caso de una famosa y preciosa reliquia de la ciencia. En Bonn se expone el cráneo de René Descartes. El filósofo francés definió la identidad humana mediante su famosa fórmula: Cogito ergo sum. Su cerebro pensante hace tiempo que ha decaído. ¿Qué representa su cráneo? Se puede recurrir a la escultura de Gustav Heinrich Eberlein "Goethe contemplando el cráneo de Schiller" (1897). ¿Dónde se encuentra el yo? ¿Es concebible que el poeta obtenga una conexión con su colega muerto a través de ese resto óseo?
Un modelo del cerebro de 1883, exhibido aquí representa las vías nerviosas y las muestra en rojo y amarillo para distinguir las vías nerviosas motoras y sensoriales. Este modelo abstracto del cerebro, obra del suizo F. R. Büchi (1883), marca la transición de la investigación sobre el cerebro a finales del siglo XIX, que pasó de un interés más anatómico por el cerebro a una mayor investigación de sus procesos funcionales. El modelo se considera el primero que intenta representar la dinámica de las vías neurales. Entre otras cosas, muestra la actividad de las vías nerviosas motoras (rojo) y sensoriales (verde).
Algunos de los préstamos de la muestra provienen del Museo de Anatomía Humana "Luigi Rolando", de la Universidad de Turín. Las otras salas de exposición están dedicadas a las cuestiones: "¿Somos yo y mi cuerpo lo mismo?", "¿Cómo hago el mundo para mí?" y "¿Debo optimizar mi cerebro?". Se trata de conceptos como "alma", "espíritu" o -como prefiere la investigación cerebral actual- "conciencia".
En el primero de los temas, se trata de nuestros sentidos, percepción y proyección. Esto va desde la pintura de los cinco sentidos de los maestros flamencos Abraham Govaerts y Ambrosius Francken II hasta el moderno implante coclear, mediante el cual las personas sordas aprenden a oír de nuevo con mucho entrenamiento. Un cuadro de la artista del Op Art Bridget Riley muestra cómo el ojo es engañado y descubre efectos espaciales en triángulos sobre una superficie.
Los objetos de la exposición también reflexionan sobre las impresiones sensoriales y su fiabilidad: ¿Perciben lo mismo todas las personas? La investigación trabaja en la comprensión de cómo nuestros órganos sensoriales están vinculados al cerebro y estudia las ilusiones sensoriales y las capacidades especiales, como la sinestesia. En el Bundeskunsthalle se expone un cuadro de Vasili Kandinski, quien también era sinestésico. Kandinski reaccionaba a sus sensaciones sinestésicas en el cuadro Olor verde (1929); el color había desencadenado en él una percepción olfativa.
Por otra parte, si el cerebro no funciona correctamente, la persona tiene graves problemas. En el vídeo A Lapse of Memory (2007), Fiona Tan muestra a un paciente con demencia que pierde su identidad junto con sus recuerdos. Junto a ella se encuentra una instalación de Karin Schulte, la caja de notas de un hombre que padece demencia, y las anotaciones en cientos, miles de papeles, a veces complementados con recortes de periódicos, dan testimonio del intento desesperado de tranquilizarse cuando se trata de los nombres de los vecinos.
Una nota dice: "¿Cómo puedo contactar con Karin?" La ciencia consideraba que muchas cosas eran curables, a veces con intervenciones brutales. Se exponen los instrumentos para la lobotomía, en la que se cortaba el cerebro para eliminar los trastornos mentales, pero que al mismo tiempo perturbaba gravemente la personalidad. Menos inquietante es un "taller de sueños" de Japón, con el que se puede intervenir en los propios sueños a través de olores y sonidos.
Por último, se trata de saber si uno puede o debe optimizar su cerebro. Por ejemplo, se dice que solo utilizamos una parte de nuestro cerebro y que seríamos capaces de una mayor capacidad de pensamiento si utilizáramos la técnica adecuada. Sectas como la Cienciología hacen una promesa de felicidad y un negocio con esta idea. Los biólogos saben que esto no tiene sentido. La evolución ya se encarga de que los órganos que no se utilizan se marchiten, porque es costoso para un organismo desarrollarlos y hacerlos funcionar. El rendimiento del cerebro puede verse alterado, además, por la medicación, un punto en el que los límites entre el uso y el abuso se vuelven borrosos.
Pero el "casco pensante" que Mirco Erbe (SmirkMasks) ha modelado a partir de la película "La guía del autoestopista galáctico" es divertido. El casco está rematado con un exprimidor de zumo, y el zumo de un limón es suficiente para diez minutos de aumento de la capacidad de pensar. Sin embargo, hay personas que se benefician enormemente de las intervenciones en sus cerebros.
¿Se convertirán pronto los humanos en cíborgs optimizados y, en general, cuál es la esencia del ser humano? La última sala de la exposición está dedicada a estas cuestiones. Sin embargo, no se trata solo de sueños de futuro. Ya existen implantes en el cerebro que pueden aliviar los síntomas de la enfermedad de Parkinson, por ejemplo. Los enfermos reciben impulsos estimulantes a través de implantes, lo que alivia su sufrimiento.
La exposición de Bonn no resuelve el enigma de este complejo órgano que es el cerebro humano. Pero sí ofrece una gran cantidad de historias, elementos de reflexión y una entretenida ilustración sobre su funcionamiento.
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