Chequia
La pasión griega, a sesenta años de su estreno
Robert Ferrer Llueca

El pasado 10 de abril asistimos a la reposición de la nueva producción de La pasión griega de Bohuslav Martinů presentada por el Teatro Nacional de Brno en noviembre del 2021.
Esta representación se dedicó concretamente a la memoria de la soprano dramática checa Naděžda Kniplová, excelente intérprete de roles como Emilia Marty de El caso Makropulos y Kostelnička de Jenůfa, ambas óperas de Leoš Janáček, o la misma Katerina de La pasión griega de Bohuslav Martinů.
Si echamos un poco la vista atrás, el estreno de esta producción estaba previsto originalmente para abril del 2020, y después en octubre se incluyó también en el programa del Festival Janáček Brno 2020.
No obstante, tuvo que aplazarse en ambos casos por la pandemia, estrenándose finalmente el 5 de noviembre del pasado año.
Además de ésta, el teatro brunense ha presentado en tiempos recientes sendas producciones de otras obras de como la ópera Los milagros de María, el oratorio La epopeya de Gilgamesh, o los “Tres fragmentos de Julieta”, en su afán por la renovación constante del repertorio, síntoma este del buen hacer de un equipo artístico realmente extraordinario liderado en por desde hace ya varios años.
Último de los títulos operísticos de Martinů, La pasión griega es una ópera que se representa muy poco, tanto en la República Checa como más allá de sus fronteras, y es realmente una pena porque, sin lugar a dudas, forma parte de las obras cumbre del teatro lírico del siglo XX.
El argumento de La pasión griega se centra básicamente en la preparación de una representación de la pasión de Cristo en tierras griegas, el proceso de distribución de los roles, las vivencias de sus protagonistas más allá de la escena. En esta ocasión, la obra se presentó en su segunda versión o de Zúrich, y en el original en inglés (en Brno, esta versión se estrenó en una traducción al checo en 1962).
La dirección escénica e iluminación estuvieron a cargo de Jiří Heřman quien, gracias a la destacada escenografía concebida por Dragan , realizó un trabajo escénico de gran interés, siempre dinámico, haciendo uso además de varios espacios de la sala más allá del propio escenario.
En la escenografía de Stojčevski aparecen distintos elementos fundamentales como grandes plataformas móviles, casitas que nos hacen pensar en las poblaciones griegas donde se sitúa la acción, una campana voluminosa y velas en referencia a la Pascua y al ambiente religioso, así como también una piscina que, sin duda, nos recordó a la que aparecía en la más que reconocida Katia Kabanová de Robert Carsen. Por su parte, Alexandra Grusková fue la responsable de un vestuario bastante atractivo y totalmente adecuado para la historia contada.
En cuanto a los solistas, sobresalieron especialmente los dos verdaderos protagonistas de esta ópera, el tenor (Manolios) y la soprano Pavla Vykopalová (Katerina). Los intérpretes de los dos sacerdotes, Jan (Sacerdote Grigoris) y David Szendiuch (Sacerdote Fotis), destacaron incluso más por sus dotes vocales que en lo propiamente escénico.
Para los comprimarios se contó con voces algo menos cultivadas, pero que defendieron sus respectivos roles con bastante solvencia tanto vocal como escénicamente. Destacaremos entre ellos a Ondřej Koplík (Yannakos), de voz clara y precisa, que en esta ocasión sonó muy nítida al cantar en inglés, así como especialmente a Tadeáš
La orquesta del Teatro Nacional de Brno acompañó magistralmente a los cantantes solistas, con un balance muy bueno que permitió a las voces estar presentes y en primer plano en todo momento, y además supo aprovechar los interesantes interludios y pasajes puramente instrumentales para mostrar sus excelentes capacidades técnicas bajo la siempre atenta batuta del director de orquesta .
Pero, a nuestro juicio, lo que destacó por encima de todo fue la interpretación de los inigualables momentos corales presentes durante toda la ópera de Martinů, a cargo de tres grupos corales totalmente coordinados y responsables de sonoridades realmente compactas, coros muchas veces planteados en forma de comentarios o apuntes a la acción principal, con una brillante apoteosis en el último acto antes de eliminar toda la tensión acumulada mediante un meditativo epílogo final.
En definitiva, una excelente producción la ofrecida por el teatro brunense para esta ópera extraordinaria de Martinů, demasiado poco frecuentada por los actuales coliseos operísticos y que debería representarse con más asiduidad para mayor deleite de aficionados y melómanos.
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