Francia
Elektra y las relaciones intrafamiliares
Francisco Leonarte

Gran éxito de la de en la (sala Bastille). Y gran éxito merecido. Pero no porque aquello haya ido de fortissimo en fortissimo y de grito en grito.
Todo lo contrario. Porque es raro encontrar tanta inteligencia y tanta trágica humanidad reunidas.
Una puesta en escena modélica
La puesta en escena de es uno de los mayores aciertos de los últimos veinte años en materia de puesta en escena operística. Atemporal, concentrándose en el drama, eficaz sin efectismos baratos, sobria y muy musical.
No hay un solo gesto injustificado (desnudo masculino incluido que remite al guerrero desnudo de la iconografía griega clásica y a quien ha muerto en su baño) y todo tiende a magnificar la música y el texto, concentrándose en las relaciones intrafamiliares.
Para el público asistente a las últimas representaciones de esta obra en en Valencia, se trata de la misma puesta en escena.
Quien escribe estas líneas había visto hace unos años hace unos años la misma puesta en escena en la misma sala y con Irene y Waltraud (estupendas, ya se sabe) pero con en el foso. Theorin se las apañaba para ser oída porque es una gran voz. Jordan, como de costumbre, tocaba a macha-martillo...
Y es que se podría pensar que en Elektra todo haya de ser explosiones. Bien conocida es la anécdota de Strauss, que en el estreno de la ópera, le pedía al director de orquesta que tocase más fuerte porque «todavía podía oír a madame Schumann-Heink », la intérprete de Clitemnestra – pero es que la detestaba la obra y Strauss detestaba a la Schumann-Heink...
Un auténtico director de orquesta operístico
Esta vez dirigía Semyon . Y ningún intérprete quedaba ahogado por la orquesta.
Y es que, en efecto, partitura y libreto de Elektra son una bomba. Pero lo son por su audacia, por su lucidez profunda sobre el ser humano y su sentido trágico de la existencia. No es menester meter decibelios a todo trapo ; los decibelios hay que meterlos en los momentos oportunos, porque si se meten en todo momento, mejor es irse de discoteca a bailar bakalao...
Bychkov así parece entenderlo. Da a la orquesta el volumen y el color que corresponden según los momentos, privilegiando la claridad en vez del volumen. Y l@s cantantes se encuentran cómod@s y pueden dar lo mejor de sí mism@s.
Así que Bychkov nos ha dado una versión en que todos los personajes son humanos, y hasta la torturada Elektra tiene momentos de debilidad y hasta de delicadeza (preciosos agudos atacados en piano cuando le cuenta a Orestes que habría podido ser una mujer hermosa). Sin por ello dejar de meter toda la carne orquestal en el asador en los momentos de gran intensidad (de suerte que, en efecto, esos momentos adquirían así especial relevancia), y sin olvidar los detalles orquestales. Magnífica por cierto la Orquesta de la Ópera de París, como de costumbre...
Unos cantantes actores sobrados de medios
Christine lo tiene todo para el rol. No sólo por vozarrón, por seguridad de agudos, por belleza de graves, sino también por la amplia paleta expresiva, por su desempeño actoral (importante en toda ópera, pero en un dramón psicológico como éste quizás todavía más importante), por su presencia escénica. Elsa no le va a la zaga.
La van den Heever no parece gozar de la popularidad mediática de otras intérpretes wagnerianas, pero tuve la suerte de escucharla hace pocos años en una emperatriz de La mujer sin sombra en el Théâtre des Champs-Elysées y nos volvió a todos locos por su volumen, la amplitud de su registro, sus agudos límpidos y explosivos, su fraseo natural... Como Crisóstemis en Elektra volvió a mostrar una capacidad vocal imperial amén de una implicación escénica importante. Su personaje emocionó. Su canto impresionó.
He admirado mucho a Ángela (le recuerdo un maravilloso Caso Makropoulos y una maravillosa Kundry de Parsifal). Cantante muy inteligente, lo ha demostrado de nuevo haciendo una Clitemnestra humana, lejos de las caricaturas de "vieja dama-bruja" que a veces vemos. Hemos escuchado a una mujer que sufre profundamente pero sin forzar nunca el trazo. Insisto, humana. Su agudo no ha sido bueno, pero yo a una cantante de tanta inteligencia le perdono todos los malos agudos del mundo. Tomas bien, bonito timbre casi de bajo, vibrato un pelín fuerte, volumen aceptable. Un lujo tener a Siegler para Egisto. Estupendas en general todas las sirvientas y pequeños papeles.
En fin, que después de una obra maestra así de bien presentada, uno sale medio transfigurado. ¿Acaso no es eso la famosa catarsis?
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