España - Madrid
La sinceridad de Giselle
Germán García Tomás
Como ya hizo en diciembre de 2020 en el Teatro de la Zarzuela, la
ha vuelto a presentar en Madrid, en este caso en el Teatro Real, su visión de de Adolphe en la redonda coreografía diseñada por su director a partir de la original decimonónica, con un especial atractivo: la presencia de bailarinas ucranianas dando vida a la protagonista.El sutil arte de Katja Khaniukova, primera solista del English National Ballet, ha sido el que en la postrera noche de las cuatro únicas funciones ofrecidas pudimos disfrutar los que nos acercamos de nuevo a presenciar esta propuesta sumamente realista y evocadora de la imaginería y fantasía romántica propia de los cuentos góticos de Theóphile Gautier y que hace uso aquí de tres poemas amorosos de Gustavo Adolfo Bécquer (menos que en la Zarzuela) en recitaciones en off, que no se trata más que de un mero aderezo al principio de cada acto –declamados por Pedro Alonso- y al final de la representación coreográfica -en la voz de Ángela Cremonte-.
Nos remitimos a todo lo que reseñamos en 2020 sobre la respectiva función en el coliseo de Jovellanos renovando con intensidad nuestra admiración por el buen gusto de los marcos escenográficos construidos por
La bailarina oriunda de Kiev aportó su caracterización introspectiva, delicada, hasta frágil y sumamente sincera del personaje en una exhibición en absoluto ostentosa en sus apariciones a solo, brindando instantes de gran ensoñación y magia escénica junto al italiano
, en lo que fue una nueva oportunidad de fascinarnos ante su recreación de Albrecht, elegante, afectada levemente, de una limpieza intachable en piruetas y giros sobre puntas en su escena del segundo acto junto a las willis, lo que le convierte en cuanto a entrega, expresión corporal y credibilidad teatral en uno de los mayores puntales de la compañía de ballet liderada por ese gran artista que es siempre Joaquín de Luz.No hay que dejar de apuntar el Pas de deux en la escena de los campesinos que realizaron en esta función Anastasiia
La música de Adam encuentra una óptima realización en la equilibrada dirección de , que va ganando enteros a medida que avanza la representación y que, huyendo del efectismo fácil, consigue mantener el clima narrativo de la partitura con inclinación hacia los tempi lentos, como en el recurrente tema principal de Giselle, sin renunciar a la descarga dramática al final del primer acto y primando la evanescencia orquestal en todo el segundo, con una especial finura en los timbres de las maderas
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