Alemania
Alucinantes “Cuatro nuevos temperamentos“
Juan Carlos Tellechea

Tres horas (con dos intervalos) dura el bellísimo espectáculo Vier neue Temperamente (“Cuatro nuevos temperamentos“) del Ballett am Rhein, dirigido por el genial y laureado coreógrafo Demis Volpi. Es un grandioso trabajo de la compañía. Está tan bien montada la presentación de este viernes que el tiempo transcurre como si fueran 15 minutos y deja con las ganas de ver más. Estruendosas ovaciones y aclamaciones de viva voz cerraron la tarde con cuatro aperturas y cierres de telón consecutivos. El público no quería abandonar la sala por nada del mundo.
La función se abrió con The Four Temperaments (“Los cuatro temperamentos“), el clásico moderno de George Balanchine, con música para orquesta de cuerda y piano (1940) de Paul Hindemith, estrenado el 20 de noviembre de 1946.* La obra de 30 minutos, que sigue cautivándonos hasta hoy, fue coreografiada para la Sociedad de Ballet, que cofundara Balanchine y que antecediera al legendario New York City Ballet, Volpi la evoca fielmente y la yuxtapone con una alucinante muestra de la evolución que ha experimentado la danza hasta nuestros días en cuatro estrenos mundiales.
En los Vier neue Temperamente (“Cuatro nuevos temperamentos“). la coreógrafa belga Michèle Anne de Mey se ocupa del “Flemático“,* Volpi del “Sanguíneo“,* la canadiense Hélène Blackburn del “Colérico“,* y el gran maestro John Neumeier del “Melancólico“.*
La tesitura funciona a las mil maravillas y despierta miles de metáforas asociativas. Hay mucho movimiento, mucha audacia, mucha variedad, pluralidad de enfoques, con un entramado unificador deslumbrante en esta exhibición de virtuosismo danzístico moderno. El elenco entero del Ballett am Rhein, sin excepciones, lleva a cabo una demostración de gran excelencia.
La atención de los espectadores no decae ni por un instante ante la magnificencia de lo que ve sobre el escenario y de lo que escucha desde el foso de la orquesta o a través de los altavoces en la pieza final: “My Melacholy...from time to time“, de Neumeier con música de Franz Schubert (al piano Alina Bercu, extraordinaria, tomándose sus libertades rítmicas, de rubatis y de tempo) y Simon and Garfunkel.
La definición de los cuatro temperamentos viene de la Antigüedad. Hipócrates asignaba en el siglo V a.C los cuatro humores conocidos -flema, sangre, bilis amarilla y bilis negra- al temperamento de cada persona, según cuál de ellos dominara su cuerpo, y lo hiciera susceptible de contraer alguna enfermedad. En todo el saber médico (que viene de China, India, Egipto, Mesopotamia, Persia, Grecia y Roma), los temperamentos han conservado una fascinación propia también en su relación con los cuatro elementos clásicos, agua, tierra, fuego y aire, o las cuatro estaciones del año.
La música de Hindemith está estructurada en tres temas y cuatro variaciones. Balanchine juega con el vocabulario clásico-académico de forma elegante y le introduce pequeños y llamativos cambios, como el de una bailarina que danza en puntas, mas con las rodillas dobladas. Los temas de Hindemith los sigue a partir de tres pas de deux. Con las variaciones hace lo propio a través de diferentes formaciones. En definitiva, continúa la tradición y al mismo tiempo mantiene la distancia.
Las bailarinas y los bailarines (preparados por Nanette Glushak) danzan con maravilloso desenfado. El sutil humor y la ingenuidad que subyacen en la pieza de Balanchine se perciben desde el primer instante y nos atrapan. La orquesta Düsseldorfer Symphoniker y la pianista Alina Bercu, bajo la batuta de Péter Halász, interpretan la etérea sonoridad de Hindemith a la perfección.
El primero de los cuatro estrenos mundiales, Phlegmatic summer, de Michéle Anne de Mey, exhibe el mayor contraste. La coreógrafa belga presenta con diferencia la obra más política de la velada (y la menos comprometida con el lenguaje neoclásico), porque para ella "flemático" significa sobre todo el embotamiento de nuestras sociedades ante las catástrofes humanitarias, convertidas en asuntos cotidianos.
Musicalmente se apoya en “El verano“ del célebre grupo de conciertos Las cuatro estaciones de Antonio Vivaldi. La primera violinista Franziska Früh asume la parte solista con gran entrega y fue muy aplaudida. Sin embargo, el temperamento flemático (pacífico y relajado) era adjudicado por la medicina tradicional al invierno (frío y húmedo) y no al verano (caliente y seco), propio del colérico (mal genio, bilis amarilla). La referencia es otra. La escenografía (de Michèle Anne de Mey) y el vídeo proyectado (Gaspard Pauwels) nos hablan de las impresionantes olas del mar que acarician la playa. De inmediato surgen las asociaciones libres con las pateras y los barcos de migrantes que huyen de las guerras y de la miseria, hundidos por centenares en el Mediterráneo y en el Atlántico.
En su concepto de teatro danza, de May organiza una y otra vez el elenco de 13 miembros de forma escultural (vestuario de Stefanie C. Salm). Uno percibe los movimientos de las olas, de los náufragos que son arrastrados por la marea y se hunden para siempre o yacen sin vida en las playas, esparcidos sobre el escenario.
La coreógrafa consigue una obra abstracta con movimientos naturales a muy buen nivel, sin caer en la chabacanería, interrumpiendo frecuente e irritantemente la música, fragmentándola para desarrollar su propia y autónoma dinámica.
El director y coreógrafo jefe del Ballett am Rhein, Demis Volpi, se refiere más a Balanchine con su Sanguíneo con brío. La música, la obertura de concierto Con brío de Jörg Widmann trabaja con motivos de las sinfonías nº 7 y 8 de Ludwig van Beethoven, sin citarlas expresamente, pero creando efectos y estados de ánimo con ellas. El genial compositor alemán brilla a la distancia, permanece reconocible, pero no es tangible, tal como lo interpreta la orquesta Düsseldorfer Symphoniker, bajo la dirección de Péter Halász, de forma expresiva y sobrecogedora, con la percusión de Alexander Nolden y Thomas Steimer.
Las cuatro bailarinas y cuatro bailarines retoman lo fragmentario, a menudo con posturas retorcidas, forman reiteradamente parejas y pequeños grupos que de pronto vuelven a disolverse. El ritmo y la dinámica son elevados. La segunda parte es más rigurosa. A la composición de Widmann le sigue la música de palmas de Steve Reich para dos percusionistas que aplauden repetidamente un motivo de 12 corcheas, al principio de forma sincrónica, luego desplazadas entre sí, aumentando gradualmente la relegación que se traduce en el ballet de forma alucinante.
Hélène Blackburn elabora con movimientos excéntricos de los brazos el temperamento Choleric. Son meneos más pequeños y entrecortados con las manos que parecen de pronto inmovilizados. Una de las bailarinas calza zapatillas de punta que se hincan sin compasión en el suelo. Las otras cinco visten zapatos con tacones, que evocan a las bailaoras de flamenco.
La música electrónica de Martin Tétrault, compuesta expresamente para esta coreografía subraya el temperamento colerico, con una ira cuidadosamente contenida, reprimida y bajo control. La obra, directa y depurada, cautiva a los espectadores con su vigorosa realización.
El cierre de la velada le toca al gran maestro John Neumeier, con su My Melancholy...from time to time, y una conversación inquietante detrás de una divisoria de plexiglas, con letra de Paul Simon, hablando consigo mismo: “It's a still life watercolor / Of a now-late afternoon / As the sun shines through the curtain lace / And shadows wash the room // And we sit and drink our coffee / Couched in our indifference, like shells upon the shore / You can hear the ocean roar // (…) And how the room ist softly faded / And I only kiss your shadow, I cannot feel your hand / You're a stranger now unto me // (…)“.
Pese a la continua cercanía hay un distanciamiento. Neumeier aborda el tema a través de dos niveles espacialmente separados. Delante el ámbito en el que se baila; detrás del panel transparente una mesa y varias sillas que comparten varios contertulios (dos bailarinas y cuatro bailarines), entre ellos el “otro yo“ del protagonista. El coreógrafo crea con seguridad y calma, sin patetismos, una serena melancolía que todo lo puede. “¡Este es John Neumeier!“, me comentaba espontáneamente y muy emocionada una dama a mi izquierda. Así fue la idónea clausura de esta preciosa velada, efusivamente aplaudida y vivada, de pie, por el público que colmaba al máximo la sala de la Ópera de Düsseldorf.
Notas
1.The Four Temperaments. Coreografía Geoge Balanchine. Música Paul Hindemith. Preparación Nanette Glushak. Dirección musical Péter Hálasz. Vestuario Kurt Seligmann. Iluminación Marc Stanley. Maestra de ballet Natasha Lagunas. Maestro de ballet Damiano Pettenella. Piano Alina Bercu. Orquesta Düsseldorfer Symphoniker. Intérpretes: Tema, Clara Nougué-Cazenave, Niklas Jendrics, Elisabeth Vincenti, Miquel Martínez Pedro, Charlotte Kragh y Nelson López Garlo. Primera variación: melancólico, Rashaen Arts, Doris Becker, Emilia Peredo Aguirre, Mariana Dias, Valentina Marchetto, Neshama Nashman y Priscilla Volpe. Segunda variación: sanguíneo, Futaba Ishizaki, Daniele Bonelli, Paula Alves, Elisa Andrei Mitroi, Lara Delfino y Virginia Segarra Vidal. Tercera variación: flemático, Gustavo Carvalho, Svetlana Bednenko, Norma Magalhães, Rose Nougué-Cazenave y Courtney Skalnik. Cuarta variacion: colérico, Maria Luisa Castillo Yoshida y el ensemble.
2. Vier neue Temperamente. Phlegmatica summer (estreno mundial). Coreografía Michèle Anne de Mey. Música Antonio Vivaldi. Dirección musical Péter Halász. Escenografía Michèle Anne de Mey. Vestuario Stefanie C. Salm. Iluminación Volker Winhart. Vídeo Gaspard Pauwels. Dramaturgia Maurice Lenhard. Asistencia de dramaturgia Charlotte Pauwels. Asistencia de coreografía Manuela Rastaldi, Sandy Williams. Maestro de ballet Brent Parolin. Solista Franziska Früh (violín). Orquesta Düsseldorfer Symphoniker. Intérpretes: Mariana Dias, Norma Magalhães, Neshama Nashman, Emilia Peredo Aguirre, Virginia Segarra Vidal, Marié Shimada, Rubén Cabaleiro Campo, Philip Handschin, Evan L'Hirondelle, Miquel Martínez Pedro, Julio Morel, James Nix y Daniel Smith.
3. Vier neue Temperamente. Sanguinic: con brio (estreno mundial). Coreografía Demis Volpi. Música Jörg Widmann y Steve Reich. Dirección musical Péter Hallász. Vestuario Stefanie C. Salm. Iluminación Volker Weinhart. Dramaturgia Carmen Kovacs. Maestro de ballet Uwe Schröter. Percusión Alexander Nolden, Thomas Steimer. Orquesta Düsseldorfer Symphoniker. Intérpretes: Paula Alves, Doris Becker, Svetlana Bednenko, Daniele Bonelli, Tommaso Calcia, Niklas Jendrics, Rose Nougué-Cazenave y Damián Torío.
4. Vier neue Temperamente. Choleric (estreno mundial). Coreografía Hélène Blackburn. Música Martin Tétreault. Escenografía y vestuario Hélène Blackburn. Iluminación Emmanuel Landr. Asistencia de coreografía Cai Glover. Maestra de ballet Louise Bennett. Intérpretes: Maria Luisa Castillo Yoshida, Lara Delfino, Charlotte Kragh, Clara Nougué-Cazenave, Courtney Skalnik, Elisabeth Vincenti, Tommaso Calcia, Gustavo Carvalho, Orazio Di Bella, Pedro Maricato, y Dukin Seo.
5. Vier neue Temperamente. My Melancholy...from time to time. Coreografía John Neumeier. Música Franz Schubert, Simon and Garfunkel. Escenografía, vestuario e iluminación John Neumeier. Vídeo Kiran West. Asistencia de coreografía Ivan Urban. Maestro de ballet Damiano Pettenella. Piano Alina Bercu. Intérpretes: Julio Morel, Rashaen Arts, Simone Messmer, Orazio Di Bella, Evan L'Hirondelle y Futaba Ishizaki.
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