Alemania
Klavier-Festival RuhrTocar y dirigir Beethoven
Juan Carlos Tellechea
El destacado pianista Jan Lisiecki, quien se ha propuesto un programa gigantesco para esta gira de verano en Europa, es ahora uno de los artistas centrales de este año, actuando en el doble papel de solista y director. , de 27 años, valora muy especialmente la franqueza en el desarrollo conjunto de una interpretación, según el principio de tocar y dirigir.
En esta extraordinaria actuación con la Chamber Orchestra of Europe (con el primer violinista José María Blumenschein), en el Klavier-Festival Ruhr 2022, interpretó magníficamente tres de los cinco Conciertos para piano y orquesta de Ludwig van Beethoven y fue ovacionado estruendosamente por la platea.
El recital había sido programado originalmente para el año 2020, con motivo del 250º aniversario del nacimiento del genial compositor alemán en Bonn. Pero la pandemia desbarató los planes que solo pudieron ser cumplidos a medias estos dos últimos años con actuaciones extraordinarias y en solitario de Lisiecki en este festival, tras las cuales tuvo que permanecer en cuarentena al regreso a su país natal, Canadá,
evocaba con agradecimiento el director general (intendente) del Klavier-Festival Ruhr, el profesor Franz Xaver Ohnesorg al comienzo de la velada.
El Concierto para piano nro 2 op 19, de Beethoven, con el que inicia Lisiecki su presentación esta tarde como solista y al frente de la Chamber Orchestra of Europe, se estrenó en Viena en 1795, pero en realidad hay que remontarse muy atrás (hasta 1780) para encontrar los primeros esbozos de esta obra realizados por un niño de tan solo 10 años. Es difícil ignorar la presencia de Wolfgang Amadé Mozart, especialmente en el marcial Allegro con brio con el que arranca esta composición.
Pero en el Adagio que sigue, Beethoven consigue rápidamente imponer su propio estilo, presagiando los futuros movimientos lentos de sus dos últimos Conciertos para piano (nº 4 y 5). El final de este Concierto nº 2, un Rondo allegro scherzando de ritmo impetuoso, revela a un Beethoven optimista, con la certeza de la promesa de un futuro brillante. Aunque se mantiene cerca de un cierto espíritu mozartiano, Beethoven innova en este tercer movimiento con sus elecciones rítmicas. El compositor restringe asimismo la instrumentación de esta obra al eliminar el clarinete.
La orquesta, ahora al mando del primer violinista José María Blumenschein, ejecutó seguidamente la obertura de Las criaturas de Prometeo op 43, lo que también nos ha llevado a evocar el Año de Beethoven, celebrado de forma tan diferente a la prevista. La pieza es alegremente festiva y continuó marcando el tono de la velada: llena de fuerza y optimismo, con un toque de dramatismo,
Volviendo al núcleo de esta presentación en el Klavier-Festival Ruhr, parece bastante obvio que Mozart, con sus 27 Conciertos para piano y orquesta, había llevado el género a lo más alto y que nada después de él podía igualar lo que había compuesto. Sin embargo, Beethoven aceptó el reto con sus Cinco conciertos para piano, compuestos entre 1795 y 1809. Si el Concierto para piano nº 1, incluido en segundo término (Lisiecki adopta también un orden cronológico) en el programa de hoy, sigue vinculado a Joseph Haydn y Mozart, ciertos aspectos son ya típicamente beethovenianos, como el valor de los temas y la dureza de los desarrollos.
El Concierto nº 3, que llegó en tercer lugar después del Concierto nº 1, sigue recordando una cierta cercanía al Concierto nº 24 de Mozart, pero Beethoven afirma aquí con fuerza su personalidad, otorgando al piano un papel central reforzado por el apoyo elocuente de una orquesta muy completa que incluye, además de los metales, la contribución decisiva de las maderas y en particular del clarinete.
Liesicki superó con maestría la interpretación en un solo recital de estos tres primeros Conciertos para piano y orquesta de Beethoven. La coordinación del director y solista con el primer violinista y con los integrantes de la orquesta funcionaba a la perfección con solo mirarse mutuamente. Estábamos sentados en la platea a tres metros de distancia de él y pudimos percibir muy de cerca la entrega y la concentración que ponía en su actuación.
El joven pianista parecía estar poseído por la música de Beethoven que interpretaba con gran virtuosismo y un toque enérgico, fluído, a veces travieso, mas siempre diáfano y equilibrado. Durante su gira se propone asumir el desafío de ejecutar los cinco Conciertos en cada velada. Es una apuesta que estamos seguros ganará ampliamente por su estilo pianístico noble y vigoroso, apoyado por una dirección orquestal clara y nítida que revela sin lugar a dudas todas las sutilezas de la orquesta beethoveniana en su más elevada magnificencia.
El gran contraste al final de esta velada, entre las aclamaciones y desenfrenados vivas que desató el concierto en la hermosa sala del Ayuntamiento histórico de Wuppertal -con una acústica excelente, de las mejores de Alemania- se produjo con la interpretación en los bises del Nocturno en do sostenido menor op posth, de Frédéric Chopin. Lisiecki desarrolló aquí la ejecución con una dulzura y ternura prodigiosas. Pocas veces el alma de Chopin se manifiesta con tanta fortaleza como en esta célebre pieza, empujando cada vez más en la búsqueda de una canción ideal, finalmente lograda.
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