Recensiones bibliográficas

Ucrania

VIII La resistencia contra Hitler ossía cómo puede terminar Vladimir Putin

Juan Carlos Tellechea
miércoles, 20 de julio de 2022
Im Widerstand © 2019 by C.H.Beck Im Widerstand © 2019 by C.H.Beck
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Para un psicoanalista las cosas están bastante claras: el presidente de Rusia, Vladimir Putin, un individuo educado en la violencia de los servicios secretos soviéticos, debe de odiar sin medida a esos fantasmas de sus pensamientos solitarios que él conjura frecuentemente: los neonazis, los terroristas y los drogadictos de Kiev. Putin necesita una "victoria" para asegurar su futuro político. Si no es capaz de hacerlo, el régimen actual podría tambalearse.

Cuando Vladimir Putin nombró a estos supuestos “enemigos“ en sus últimos discursos televisados a la nación, dejó entrever su naturaleza interior. Este presidente ruso, supuestamente frío, está dominado por dos poderosas emociones que proyecta en otros: odio y desprecio. Lo respalda ciegamente en esta guerra de agresión y aniquilamiento de Ucrania la muy influyente Iglesia Ortodoxa rusa, con el patriarca Cirilo I a la cabeza, nada menos.

¿Es Putin un Adolf Hitler, un Iosif Stalin o el Zar? Las analogías históricas debieran aumentar la presión para actuar sin demora. A Putin se le puede creer capaz de todo: eso dicen quienes temen el imperialismo ruso, y también aquellos que se espantan ante la idea de una tercera guerra mundial.

La discusión sobre cómo debe ayudar Occidente a Ucrania es un reflejo de ello. Dos miedos compiten por el reconocimiento. Por un lado, está la aprensión hacia el imperialismo ruso, que va mucho más allá de Ucrania y que lleva a un nuevo sometimiento de muchos estados de Europa del Este. Ninguno de los países de la ex Unión Soviética y sus satélites quiere vivir de nuevo aquella experiencia. Por otro lado, existe el pavor de que el uso de las armas nucleares rusas dé lugar a una tercera conflagración mundial en la que participe la OTAN.

Imprevisible final con horror

En su insomnio del poder, Vladimir Putin se sienta solo en el Kremlin y medita ante el mapa que tiene desplegado a la vista. Cuando los gobernantes se sienten solos, se vuelven peligrosos. Putin ha barrido sin piedad a todos los que se interponían en su camino. Lo que ha quedado son los que, para bien o para mal, se han alineado con él. Demorará todavía meses, pero se avecina un final con horror.

Este 20 de julio se evoca en Alemania el último y fallido atentado contra Hitler en 1944. Un intento que llegó demasiado tarde para unos. Para otros, en cambio, fue una fortuna para Alemania, porque sin la aplastante derrota que sufrió los alemanes no hubieran encontrado la manera de salir de su abominable idea de la supremacía de la raza dominante.

El destacado historiador Wolfgang Benz, profesor emérito de la Universidad Técnica de Berlín y ex director del Centro de Investigación sobre Antisemitismo de dicha institución, evoca en su libro Im Widerstand. Größe und Scheitern der Opposition gegen Hitler (En resistencia. Grandeza y fracaso de la oposición contra Hitler), publicado por la editorial C. H. Beck, de Múnich, que fue la de los Testigos de Jehová la única comunidad religiosa, en aquel entonces con 25.000 miembros, que se unió y resistió sistemáticamente al nacionalsocialismo desde su fe; hoy también perseguida implacablemente por el régimen ruso de Putin.

La resistencia

Debido a que rechazaban el saludo hitleriano y el juramento al "Führer", el servicio militar y cualquier actividad en la producción de armamento, los Testigos de Jehová, que en un principio se llamaban a sí mismos "estudiantes serios de la Biblia", fueron prohibidos y perseguidos por el régimen nazi, a partir de 1933 en el III. Reich alemán, y posteriormente también en los territorios bajo dominio o influencia alemana.

¿Debería haber un cambio de régimen en Rusia y destituir, derrocar o asesinar a Putin? En cualquier caso, el derecho a la democracia no podrá ser nunca bombardeado por su régimen.

¿Debería haber un nuevo militar que procure liquidar a Putin, como hace 78 años lo intentara el coronel Claus von Stauffenberg, colocando una bomba en la Guarida del Lobo, donde se encontraba aquel mediodía Adolf Hitler hablando ante su estado mayor? Esta vez probablemente el autor del ataque debería ser no solo un tiranicida, sino también un suicida para tener éxito y arrastrar consigo a la muerte a “esta personificación misma del mal“ que reina desde el Kremlin en nuestros días.

No solo el senador republicano estadounidense Lindsey Graham puso en juego el asesinato de Hitler como modelo para la solución de la guerra de Ucrania. La declaración del presidente estadounidense Biden -más tarde matizada- de que Putin no podía seguir en el cargo ha vuelto a plantear la cuestión, que en el fondo se viene pensando desde hace tiempo, de cómo debería producirse el fin del gobierno de Putin. También Graham siguió remando otro tramo más adelante para llegar a la conclusión de que Putin debería estar en la cárcel, sostuvo. Es difícil profetizar cuál sería la reacción de los órganos de seguridad rusos, que a todas luces respaldan a Putin, en caso de ser eliminado físicamente. Ni siquiera para el topo que supuestamente tiene Washington en Moscú es fácil vaticinar qué puede ocurrir tras una operación encubierta de esa naturaleza.

La Rosa Blanca

Maren Gottschalk, «Wie schwer ein Menschenleben wiegt. Sophie Scholl; Eine Biographie». © 2020 by C.H.Beck.Maren Gottschalk, «Wie schwer ein Menschenleben wiegt. Sophie Scholl; Eine Biographie». © 2020 by C.H.Beck.

En los primeros años de la República Federal de Alemania (después de la Segunda Guerra Mundial, 1939 – 1945) los militares complotados junto a von Stauffenberg fueron considerados el único grupo de resistencia relevante contra Hitler, contra el régimen nazi. Más tarde se les unió la "Rosa Blanca", los estudiantes muniqueses del entorno de los hermanos Sophie y Hans Scholl.

La historiadora y periodista Maren Gottschalk afirma en su libro “Wie schwer ein Menschenleben wiegt. Sophie Scholl. Eine Biografie (Cuánto pesa una vida humana. Sophie Scholl. Una biografía) que esta estudiante de biología y filosofía de la Universidad de Múnich “estaba en la primera fila de la resistencia, ni por delante ni por detrás, sino junto a sus compañeros“.

Su personalidad era compleja. Sentía en su interior una fuerte fuerza de afirmación de la vida, amaba la naturaleza y reconocía en ella la expresión del amor divino. Como ser humano, creía que tenía que luchar por la atención de Dios una y otra vez. La niña bulliciosa que quería hacerse notar en su infancia, se convirtió en una joven llena de dudas, pero que conservaba el núcleo de la chica feliz que llevaba dentro. No podía mentirse a sí misma y a menudo caía en una autoobservación casi excesiva. Buscar y dudar se había convertido en un hábito para ella, y cuanto más sufría bajo el estado nazi, menos podía confiar en que alguien más se alzara por la libertad y derrocara el régimen. (Maren Gottschalk)

El silencio hace posible la opresión

Cualquier coincidencia con el régimen genocida del neoestalinista de inclinaciones fascistas Vladimir Putin no es pura casualidad y resistirlo es lícito, es un acto de responsabilidad. El profesor emérito :

Es legítima y necesaria la resistencia contra el régimen de violencia, contra el Estado que propaga la injusticia y comete crímenes, contra los gobernantes que pisotean los derechos humanos y la dignidad humana. Los derechos humanos y la dignidad humana son legítimos y necesarios. Eso lo sabemos hoy. Esta es una lección de la historia del nacionalsocialismo como ideología y regla. Los contemporáneos del Tercer Reich tenían otras convicciones. Tras la instauración de la dictadura y la decadencia de la guerra, los desilusionados la rechazaron, pero solo unos pocos lucharon contra ella. Mas el sistema de terror, que utilizaba los instrumentos de la Gestapo, los campos de concentración y la voluntad del Führer para impedir las críticas y perseguir a los críticos, no existía desde el principio. Solo el abandono de la democracia y del Estado de Derecho, y luego la aceptación de la dictadura por parte de la mayoría y el silencio de la minoría escéptica hicieron posible el funcionamiento de la opresión. (Dr. Wolfgang Benz)

El historiador Wolfgang Benz tampoco deja lugar a dudas de que la resistencia contra Hitler, aunque diversa, fue la excepción: 

Los que decidieron resistir al régimen nazi, sean cuales fueren sus motivos, eligieron la soledad del marginado y asumieron la incomprensión de la mayoría.

No solo los beneficiarios de la dictadura, la claque, los directamente implicados se adaptan sin problemas, subraya el activo profesor emérito: 

La resistencia a las autoridades tampoco encuentra la aprobación de los ingenuos, los apáticos, los encaprichados y, desde luego, la comprensión de quienes cierran los ojos ante la violación de la ley y el desprecio de los derechos humanos.

Cómo puede terminar

Incluso antes del 24 de febrero de 2022, Rusia era una dura autocracia en la que los derechos humanos y las libertades estaban severamente restringidos. Con la decisión de atacar de nuevo a Ucrania, tras la anexión de la península de Crimea y la toma de territorios en Donbas, Vladimir Putin ha llevado a su país a la dictadura. El Estado ruso reprime las protestas contra la guerra y ha introducido castigos draconianos por las críticas a esa abominable agresión.

La represión y la censura de guerra han silenciado incluso a los últimos medios de comunicación independientes del país. El espacio informativo está ahora completamente controlado por la propaganda estatal. Los informes que se desvían de la opinión de los dirigentes rusos ya solo son accesibles de forma indirecta.

La represión, el aislamiento internacional y las sanciones económicas han hecho que cientos de miles de rusos den la espalda a su país desde que comenzó la invasión rusa de Ucrania. La evolución política interna de Rusia está estrechamente relacionada con el resultado de la guerra. Vladimir Putin necesita una victoria para asegurar su futuro político. Si no es capaz de hacerlo, el régimen actual podría tambalearse. Hay muchos desconformes y perjudicados ya con la situación, incluso en su propio entorno más inmediato.

Proceso de militarización

Por su parte, los investigadores del mayor gabinete estratégico europeo que asesora al gobierno y al parlamento de Alemania, la Fundación Ciencia y Política (Stiftung Wissenschaft und Politik, SWP), las politólogas Dras. Sabine Fischer, Margarete Klein y Claudia Major, así como los politólogos Dres. André Härtel y Janis Kluge, y el experto en política de seguridad y de defensa, el ex coronel Wolfgang Richter, sostienen que la invasión de Ucrania culmina la tendencia a la militarización de la política exterior rusa.

Al mismo tiempo, la guerra expone las debilidades del programa de modernización militar lanzado por Moscú en 2008. En comparación, los éxitos de las reformas llevadas a cabo en las fuerzas armadas ucranianas desde 2014 son evidentes. El ejército logró repeler la ofensiva inicial de Rusia hacia Kiev. Desde entonces, la guerra se ha concentrado más en el este y el sur del país. Al mismo tiempo, Moscú intenta disuadir a los Estados occidentales de prestar apoyo militar a Ucrania, advirtiendo, entre otras cosas, contra una escalada nuclear de la guerra.

Desde el comienzo de la invasión, han fracasado varios intentos de poner fin a la guerra mediante negociaciones. Los intentos de mediación internacional por parte de Turquía y otros actores no han dado resultado. En marzo, Kiev y Moscú negociaron con bastante intensidad. Ucrania hizo propuestas de gran alcance, pero Rusia no estuvo de acuerdo. En abril, las conversaciones se vieron afectadas por el telón de fondo de los crímenes de guerra rusos en Butchah y otros lugares, así como por los éxitos militares de Ucrania. Por el momento, no está claro cuándo se darán las condiciones para que las negociaciones de alto el fuego sean efectivas.

Caída en picado

A su vez, las investigadoras Dras. Annegret Bendiek, Laura von Daniels, Bettina Rudloff y Alexandra Sakaki, y los científicos Dres. Hanns Günther Hilpert, Janis Kluge, Jacopo Maria Pepe y Christian Wagner, del mismo laboratorio de ideas, han constatado que 

Rusia se enfrenta en estos momentos a la crisis económica más profunda desde principios de la década de 1990 y a una amplia transformación económica, como resultado de las duras sanciones de los países occidentales en respuesta a la guerra de agresión contra Ucrania.
Las medidas contra el banco central y el sector financiero de Rusia en particular, pero también un embargo tecnológico de gran alcance, están golpeando duramente al país. Incluso las relaciones económicas con importantes socios políticos como China han caído en picado en los meses transcurridos desde el inicio de la guerra. Las exportaciones energéticas de Rusia, que en un principio estaban exentas de sanciones, son cada vez más objeto de nuevos paquetes de medidas. Las anteriores cadenas de suministro de otras materias primas, para las que Rusia ocupa una posición importante en el mercado mundial, también están en cuestión. Como resultado, las sanciones tienen efectos de gran alcance en los mercados internacionales de bienes y crean una incertidumbre adicional en una fase de alta inflación y enfriamiento de la economía mundial.

Las sanciones no carecen de sentido, pese a su limitada función incentivadora, coercitiva y disuasoria. Al menos tienen una importante función de señalización, ya que hacen que Rusia se dé cuenta de que una guerra de agresión no es gratuita.

Cártel comprador

Teniendo en cuenta los costes de un embargo total, la limitación de los precios de las exportaciones energéticas rusas propuesta por el presidente Joe Biden es la solución más viable políticamente desde la perspectiva de Estados Unidos. Estados Unidos y sus aliados, como cártel de compradores que podría representar hasta el 50% de las exportaciones de petróleo de Rusia, se asegurarían de que sus ingresos disminuyeran considerablemente. China e India también se beneficiarían de los bajos precios del petróleo. En caso de que eludan las condiciones, Biden podría amenazar con sanciones secundarias, algo que atemoriza a Pekín y a Nueva Delhi como el agua bendita al diablo, dicen coloquialmente los expertos. De este modo, Putin podría sufrir nuevos y graves daños económicos.

Para Biden, las sanciones y el control de las exportaciones han sido hasta ahora un éxito tanto en política exterior como interior. Sin embargo, cada vez son más las voces en Washington que dudan de que el ahora mayor paquete de sanciones de la historia haga ceder a Putin. Biden está bajo presión porque en noviembre se celebran elecciones al Congreso. Con los precios de la energía por las nubes, debe encontrar la manera de imponer nuevas medidas punitivas contra Rusia sin restringir el suministro de petróleo en el mercado mundial y arriesgarse a nuevas subidas de precios. Si la inflación aumenta aún más, los demócratas se arriesgan a una derrota electoral.

Un embargo total de petróleo, combinado con la amenaza de sanciones secundarias contra terceros países, sería la forma más consistente de secar los ingresos de Rusia. Pero Biden tendría que contar con la resistencia de Estados Unidos y parte de la UE. Además, existiría la amenaza de una reacción de las economías emergentes, como India y Brasil, que se verían afectadas por sanciones secundarias. Con respecto a China, dos objetivos importantes -tal y como impulsan partes de la administración Biden- serían difícilmente alcanzables: en primer lugar, un compromiso en la disputa comercial, que contribuiría a bajar la inflación de Estados Unidos, y en segundo lugar, la cooperación en política climática, necesaria para cumplir el Acuerdo de París.

La Rusia de Putin, un dilema para China

Rusia es el aliado más importante de China en su oposición a Estados Unidos y en sus esfuerzos por superar las estructuras de orden y seguridad dominadas por Occidente a nivel mundial. Antes del inicio de la guerra de Ucrania, los presidentes Xi Jinping y Putin proclamaron una asociación sin fronteras, al tiempo que reafirmaron la seguridad militar en su larga frontera territorial. En comparación con la importancia política y geoestratégica de Rusia para China, su importancia económica para la República Popular es pequeña. La cuota de Rusia en el comercio exterior de China ascendió a sólo el 2,4% en 2021. Rusia aportó el 6,1% de las importaciones de gas de China y el 15,5% de las de petróleo.

Sin embargo, los daños colaterales políticos y económicos de la guerra son considerables para China. En primer lugar, el empuje de los costes por el aumento de los precios de la energía y los alimentos y el debilitamiento de la demanda mundial están golpeando a una economía china que ya tiene problemas de desequilibrios macroeconómicos, deuda interna y las consecuencias del cierre autoimpuesto por la pandemia del coronavirus. En segundo lugar, el posicionamiento pro-ruso de China ha provocado que su relación con sus socios comerciales mucho más importantes en Occidente -UE, Japón, Corea- se ha enfriado notablemente. En tercer lugar, las contradicciones entre la proximidad de Pekín al Kremlin y su retórica oficial, en la que se defiende la integridad territorial, la no injerencia y la soberanía nacional, son también claramente visibles para los Estados del Sur global.

Limitar los daños

A China no le interesa económicamente sacar provecho de la guerra, sino sobre todo limitar los daños. Aunque la dirección del partido y del Estado critica duramente las sanciones contra Rusia, no hay señales de que China vaya a socavarlas. El riesgo de ser golpeado por sanciones secundarias estadounidenses por tales violaciones sería demasiado grande. Algunos grandes bancos chinos incluso han dejado de hacer negocios en Rusia. Mientras tanto, las exportaciones de China a su país vecino están disminuyendo, pero las importaciones de petróleo y carbón de Rusia han aumentado considerablemente, entre otras cosas gracias a los importantes descuentos en los precios. En mayo de 2022, Rusia se convirtió en el principal proveedor de petróleo de la República Popular medido en volumen (por delante de Arabia Saudí).

Las sanciones a Rusia sirven de lección para China sobre lo que puede esperar incluso en un futuro conflicto con Occidente. Por ello, cabe destacar los esfuerzos por reforzar la resistencia interna y la capacidad de recuperación de la economía china frente a las sanciones o incluso al desacoplamiento occidental. En el exterior, China se esfuerza -en el marco de la última Iniciativa de Seguridad Global- por estrechar sus relaciones con los países BRICS y el Sur global.

Notas

1. Wolfgang Benz, «Im Widerstand. Größe und Scheitern der Opposition gegen Hitler», München: C.H.Beck, 2019, 556 Seiten, mit 39 Abbildungen. ISBN 978-3-406-73345-1

2. Maren Gottschalk, «Wie schwer ein Menschenleben wiegt. Sophie Scholl; Eine Biographie», München: C.H.Beck, 2020, 347 Seiten, mit 36 Abbildungen. ISBN 978-3-406-76855-2

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