Recensiones bibliográficas
Carl Orff y el nacionalsocialismo
Juan Carlos Tellechea
Una monografía sobre el papel del compositor y
pedagogo Carl Orff
en el entorno del nacionalsocialismo, del historiador Dr. Oliver Rathkolb, director
del Instituto de
Historia Contemporánea de la Universidad de Viena, acaba de ser
publicada por la editorial Schott Music
en la serie de Publicaciones del Centro Orff,
de Múnich.
En su libro, titulado Carl Orff und
der Nationalsozialismus (Carl Orff y el nacionalsocialismo),
Rathkolb no solo analiza aquí los resultados más importantes de las precedentes
investigaciones sobre este controvertido asunto, sino que los complementa con
numerosas y nuevas aportaciones basadas en fuentes fidedignas.
El destacado historiador estudia el
comportamiento de Orff
antes, durante y después de la dictadura genocida nazi de Adol Hitler (1933–1945),
especialmente sus contactos con los potentados y oportunistas del nacionalsocialismo [sobre los que nos ocuparemos más concretamente en una próxima reseña acerca de quiénes eran realmente los nazis], así como la recepción artística y política del Orff Schulwerk (o método Orff),
la cantata escénica Carmina
Burana y otras obras
escénicas.
Impresiones
En su retrospectiva, Rathkolb examina las
impresiones de
El director del Instituto de Historia
Contemporánea de la Universidad de Viena examina detalladamente la denominada mentira de la resistencia, según la cual Orff fue acusado durante
mucho tiempo de haberse incluido deliberadamente en la resistencia de forma
falsa para que su figura apareciera retrospectivamente bajo una luz favorable.
En la joven República Federal de Alemania, tras
la Segunda Guerra Mundial (1939–1945), Carl Orff era uno de los compositores
contemporáneos más conocidos; sus obras escénicas o piezas corales gozaban de
gran popularidad y para las clases de música elemental en las escuelas
primarias y secundarias, sus obras pedagógicas, así como los llamados
"instrumentos Orff", eran imprescindibles.
Éxito ininterrumpido
Hoy en día, la música de Orff ha desaparecido
de los repertorios de los teatros de ópera y de las salas de concierto. Solo su Carmina Burana se considera uno de los mayores éxitos de la música
clásica en todo el mundo. Por cierto, ya entusiasmaban al público alemán bajo
el nacionalsocialismo.
Michael Jackson y algunas otras figuras
populares hicieron mundialmente famosa la dramática Carmina Burana de Carl Orff. Sin embargo, era hasta ahora poco conocido su papel en la
Alemania nazi. Pese a todo, pudo continuar su celebridad casi sin obstáculos en
la joven República Federal.
Nacido en Múnich el 10 de julio de 1895, Carl
Orff publicó sus primeras canciones en 1911. Tras el final de la Primera Guerra
Mundial (1914–1918), el joven compositor trabajó brevemente como director de
banda en Mannheim y en Darmstadt antes de volver a estudiar a partir de 1920
con el compositor Heinrich Kaminski, nueve años mayor que él.
En este período también estudio intensamente la
música de los siglos XVII y XVIII. Esto incluía sobre todo las óperas de Claudio Monteverdi,
que fascinaban especialmente a Orff. A partir de 1922, comenzó a adaptar el Orfeo de Monteverdi para la escena. Un año después, esta versión se
estrenó en Mannheim con poco éxito; tanto la dirección del teatro como los
intérpretes la consideraron un "experimento aberrante y hostil al
repertorio".
Sin embargo, Orff estaba convencido de la
idoneidad de la obra para la escena y produjo dos versiones más hasta 1940. Lo
mismo ocurrió con la Arianna de Monteverdi, de la que solo se
conserva la conclusión, el Lamento. Orff también adaptó esta pieza
varias veces.
Colección de canciones de la Edad Media
En esta época también trabajaba en la que hoy
es su obra más conocida, Carmina Burana para solos, coro y
orquesta, basados en una colección de cantos y poemas del mismo nombre del
siglo XIII procedentes del monasterio bávaro de Benediktbeuern (hoy de los
Salesianos de Don Bosco). En la primavera de 1934, Orff había descubierto una
edición de la misma en un anticuario de Würzburgo, que lo cautivó
inmediatamente.
Seleccionó varios textos en latín, francés
antiguo y alto alemán medio y los musicalizó con un fuerte acento rítmico. Los
cantos y poemas de Carmina Burana no estaban pensados como cantata,
sino como obra escénica; en consecuencia, se estrenaron el 9 de junio de 1937
en la Ópera de Fráncfort.
Al principio, algunas personas se sintieron
ofendidas por los textos en latín y su erotismo a veces crudo; la pianista y
ferviente nacionalsocialista Elly Ney
llegó a calificar la obra de vergüenza cultural. En cambio, muchos
otros grandes del partido nazi (NDSAP)
se entusiasmaron con el ímpetu de la música, al igual que la mayoría del
público. Los Carmina de Orff se convirtieron rápidamente en una de
las obras más interpretadas de los compositores alemanes contemporáneos. Entre
1939 y 1944, se realizaron dos grandes cortes para el disco, así como varios
números con la soprano Tiana Lemnitz,
entre otros.
El hecho de que Carmina Burana fuera concebida como una obra de teatro y se representaron como tal no solo
durante la Segunda Guerra Mundial, sino también mucho después, se ha olvidado
en gran medida hoy en día. Entre otros, el director de renombre internacional Jean-Pierre
Ponnelle puso en escena la obra en 1975 para una producción
televisiva que recibió el premio de dirección Prix Italia.
La vida de Orff bajo el nacionalsocialismo
también fue olvidada durante mucho tiempo, o incluso suprimida, y el compositor
habló poco de ella en vida. Incluso las monografías que se publicaron hasta
poco después de su muerte casi omiten este periodo. Normalmente solo se
mencionaba que Orff se enfrentaba a ataques por su elección de textos en latín
o por el fuerte componente rítmico de sus obras. Después de 1945, él mismo
contribuyó a la imagen del compositor, poco apreciado por los
nacionalsocialistas y que al mismo tiempo simpatizaba con el movimiento de
resistencia de la Rosa Blanca.
Se enfatizaron las críticas a su obra y se
ocultaron los elogios unánimes, así como su popularidad en el Tercer
Reich. Su ópera en un acto Der Mond. Ein kleines Welttheater ("La Luna: un pequeño teatro mundial"), basada en un cuento de los hermanos Grimm, fue
criticada tras su estreno en la Ópera Estatal
de Baviera, en Múnich, en febrero de 1939, por estar ambientada en
el reino de los muertos. Curiosamente, la obra se emitió solo un mes después en
una versión radiofónica adaptada por Orff en la Deutschlandsender de
Berlín, con solistas de renombre. El narrador fue el tenor Karl Erb. Erb asumió el
mismo papel en la primera grabación completa de la ópera en enero de 1950 con
la Orquesta
Sinfónica de la Radio de Baviera dirigida por Rudolf Alberth.
Llevarse bien con los nacionalsocialistas
El hecho de que la música de Orff no fuera
rechazada por el régimen nacionalsocialista, sino más bien apreciada, se
demuestra también por la inclusión del compositor en la llamada Lista de los Gottbegnadeten compilada por Hitler (con su siniestro ministro de Ilustración
Pública y Propaganda, Joseph Goebbels) en 1944.
Según su hija Godela,
con la que mantuvo una relación bastante tensa, así como otros contemporáneos,
a Orff no le interesaba la política de los nacionalsocialistas y puede que
incluso se mostrara crítico y distanciado de sus objetivos; no obstante,
intentó llevarse bien con el régimen para no poner en peligro su cosmos
artístico y privado.
El Dr. Oliver Rathkolb en una reciente
entrevista de prensa:
Carl Orff ecibió un premio interno del Ministerio del Reich para la Ilustración Pública y Propaganda y dos encargos de composición en Fráncfort y en la Ópera Estatal de Viena. Pero si analizo críticamente en qué lugar quedó con todo eso en 1945, puedo afirmar que tuvo más éxito que antes de 1933, aunque no se encuentra entre los diez primeros en las estadísticas de rendimiento. Pero no solo sobrevivió, sino que compuso intensamente. Mas nunca fue ni remotamente antisemita. Por otro lado, era terriblemente ingenuo desde el punto de vista político.
Nunca entendió, por ejemplo, que era una señal política recomponer El sueño de una noche de verano de Mendelssohn, ni siquiera después de 1945. Echó todas las advertencias al viento, incluidas las de la editorial Schott, y cayó en la trampa de los nacionalsocialistas; y entonces sí que ignoraron esta composición. Pero también me sorprendió lo poco que esta, su música, acabó expresándose en el Tercer Reich, en comparación con su amigo y vecino Werner Egk. Y una y otra vez hubo críticas negativas en las actuaciones, por ejemplo también en Milán o.en Viena, porque su música sonaba sospechosamente atonal, aunque no pertenecía a la escuela de Schönberg.
El compositor, que veía su centro de vida en la
Alta Baviera, Múnich y el Ammersee, probablemente nunca habría considerado la
posibilidad de emigrar. Su tierra natal siempre le ofreció inspiración para
nuevas obras musicales. Así, a partir de 1946, Orff escribió la pieza
"bávara" Die Bernauerin, sobre Agnes Bernauer,
inocentemente ejecutada en 1435, y la comedia "bávara" Astutuli, que apunta
a los supuestos sabihondos y listillos.
Al mismo tiempo, seguía fascinado por los
grandes poetas de la antigüedad, como Sófocles, Eurípides o Catulo. Incluso
antes de conocer la colección de Carmina Burana, Orff se ocupó de
los textos del poeta romano durante unas vacaciones en el lago de Garda en el
verano de 1930. Poco después, puso música a algunas de ellas para un coro a
cappella.
En 1941, Orff retomó estas piezas y las integró
en los Catulli
Carmina. La desdichada historia de amor entre un anciano y una
joven era, según su definición, una parábola escénica de la omnipotencia
de Eros. El estreno tuvo lugar el 6 de noviembre de 1943 en la Ópera de
Leipzig, en la Augustusplatz, exactamente un mes antes de que fuera destruida
por los bombarderos aliados. La obra no recibió mayor atención hasta después
del final de la Segunda Guerra Mundial. Una primera grabación de varios coros
de Catulli Carmina, entre ellos "Odi et amo", se realizó
el 29 de enero de 1950 en Stuttgart con el Coro Bruckner. El director de orquesta era
el compositor Johann
Nepomuk David.
Orff busca la proximidad de la resistencia en la retrospectiva
Como casi todos los trabajadores de la cultura
que vivieron el final de la Segunda Guerra Mundial en Alemania, las relaciones
de Orff con el régimen también fueron investigadas en los procesos de
desnazificación de las potencias ocupantes aliadas. Se benefició del hecho de
que el funcionario cultural estadounidense a cargo de él, Newell
Jenkins, era un antiguo alumno suyo. Al final, Orff fue clasificado
como seguidor y pudo volver a trabajar sin restricciones a partir de 1947.
Algunos de los proyectos en los que trabajaba en ese momento todavía tenían su
origen en el Tercer Reich. Por ejemplo, su ópera Antígona, basada en la
tragedia homónima de Sófocles, fue encargada por el Gauleiter y Reichsstatthalter
(gobernador) de Viena, Baldur von
Schirach en 1941. Aunque Orff comenzó a trabajar en ella en ese
mismo año, a partir de 1947 sometió las partes terminadas a una profunda
revisión y completó la composición un poco más tarde.
Antigonae está dedicada a Kurt Huber, fundador del
mencionado grupo de resistencia nazi "Rosa Blanca", quien fue
ejecutado en Múnich en julio de 1943. Aunque Orff era amigo de Huber, apenas
hablaba con él de política y no sabía nada de sus actividades. Sin embargo, la
dedicatoria póstuma acercó al compositor al luchador de la resistencia. El 9 de
agosto de 1949, Antigonae se estrenó en el Festival de Salzburgo,
en la Felsenreitschule,
y supuso otro gran éxito para Orff.
En la joven República Federal de Alemania, Carl
Orff era considerado un importante representante de la música contemporánea, al
igual que su colega de la misma edad, Paul Hindemith, quien, sin
embargo, había huido de los nacionalsocialistas.
A partir de 1950, Orff impartió clases
magistrales de composición en la Academia de Música de Múnich. Entre sus
alumnos se encontraba Wilhelm
Killmayer, en cuya obra el examen de la música del último periodo
romántico desempeña un papel importante. En una ocasión describió a su maestro
como el compositor menos académico y menos dogmático que conocía.
De hecho, Orff apenas se dejó influir por las
distintas corrientes y tendencias de la vanguardia contemporánea. Hasta su
muerte, el 29 de marzo de 1982, continuó perfeccionando su estilo personal, que
siempre fue tonal, pero que exigía las formas expresivas más diferenciadas. Hoy
en día, sus óperas están relativamente poco presentes en el repertorio; los
arreglos de las obras de Monteverdi o la Pasión según San Lucas de
Johann Sebastian Bach han quedado relegados a los archivos como resultado de
la práctica interpretativa históricamente informada. Solo Carmina
Burana sigue gozando de una popularidad ininterrumpida.
Los restos mortales de Carl Orff yacen en la
capilla del monasterio
benedictino de Andechs, uno de los destinos predilectos de la Alta
Baviera por peregrinos de todo el mundo y no solo por la exquisitez de su célebre
cerveza, una de las mejores (si no la mejor) de Alemania.
Conclusión
El Dr. Oliver Rathkolb resume así en su libro
las investigaciones realizadas:
En general, mi evaluación general del trabajo y el impacto del compositor Carl Orff bajo el nacionalsocialismo coincide con los análisis estadounidenses de 1946, que clasifican a Orff como antinazi pasivo.
Hoy leemos principalmente sobre los pocos
combatientes activos y heroicos de la resistencia - en el caso específico de
Orff, sobre Kurt Huber, quien era considerado políticamente poco fiable por los
nazis, liberal y muy católico en su ideología.
Por lo tanto, también hubo una gran indignación
cuando (el historiador Dr.) Michael H. Kater publicó La mentira de la resistencia de Orff, que se basó en la interpretación de una
historia de fuente oral, sin buscar o recibir más fuentes, hace que sea una
construcción basada en un método de trabajo científicamente insostenible.*
En una publicación de 1944 sobre la Ópera
alemana del presente, otros compositores se presentaron en toda su
supuesta importancia y en algunos casos con una gran afinidad con el régimen
nacionalsocialista: Orff por el contrario recurrió aquí a los medios
estilísticos de reducción y simplicidad, como se documenta en su
autodescripción, que en última instancia también refleja su trayectoria
musical:
Carl Orff
geboren 1895 in München
….... lebt daselbst. -
Carl Orf
nacido en 1895 en Múnich
….... vive allí mismo. -
Notas
1. Oliver Rathkolb, “Carl Orff und der Nationalsozialismus“, München: Schott Music, 2022, 288 Seiten. ISBN 978-3-7957-9915-1
2. Michael Hans Kater, "Composers of the Nazi era: eight portraits". New York, Oxford: Oxford University Press, 2000. ISBN 0-19-509924-9. "Deutsche Übersetzung: Komponisten im Nationalsozialismus. Acht Porträts", Parthas-Verlag: Berlin, 2004. ISBN 3-936324-12-3. (Er behandelt Werner Egk, Paul Hindemith, Kurt Weill, Karl Amadeus Hartmann, Carl Orff, Hans Pfitzner, Arnold Schoenberg und Richard Strauss.)
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