Alemania
Concertgebouw Orchestra y Víkingur Ólafsson en la Philharmonie Essen
Juan Carlos Tellechea

Con un homenaje a John Adams, quien esta cumpliendo 75 años, la célebre Royal Concertgebouw Orchestra Amsterdam ofreció esta tarde en la Philharmonie Essen el concierto inaugural como “Artist in Residence“ durante la presente temporada. La orquesta, una de las dos mejores del mundo, si no la mejor, realizará un total de seis conciertos aquí con distintas formaciones.
El recital, bajo la dinámica batuta de Alain Altinoglu, fue abierto con Short Ride in a fast Machine (1986), de Adams, una pieza kick-ass (de patada en el culo), como la denominan en los Estados Unidos, muy accesible por su fuerte ritmo y simplemente divertida de tocar.
Desde que
A toda velocidad
Más a diferencia de éstos, el autor de Short Ride... es más omnipresente en el público, debido a las “crocantes“ piezas de música incidental que escribiera para determinados espectáculos u ocasiones especiales. Ésta la compuso Adams para la inauguración de una sala de conciertos en Mansfield / Massachusetts. Sin embargo, en lugar de una fanfarria sonaría en esa oportunidad una obra de gran velocidad, como uno de esos bólidos de moda, tanto entonces como hoy.
El resto del programa también fue muy ardiente, con las danzas folclóricas de Béla Göran y Martin Fröst (solista de clarinete) que se reúnen al final con los ritmos jazzísticos y afrolatinoamericanos de las Danzas Sinfónicas de West Side Story, de Leonard Bernstein.
Las ovaciones y gritos de aprobación fueron tan contundentes que Mambo (Meno presto) del musical de , apoyado también vocalmente por el público .
El próximo recital en este marco de “Artist in Residence“ será el 2 de octubre con la orquesta de vientos RCO Brass (Brass of the Royal Concertgebouw Orchestra), que interpretará obras de Alexander Borodin, Béla Bartók, Giuseppe Verdi, Jean-Philippe Rameau, Maurice Ravel y Morgens Andresen, entre otros.
Klaus Mäkäla, quien será el nuevo jefe de la Concertgebouw a partir de 2027, dirigirá esta orquesta hasta entonces en varias oportunidades como “socio artístico“, paralelamente a sus obligaciones al frente de la Filarmónica de Oslo y de la Orchestre de Paris.
Víkingur Ólafsson
La velada fue al mismo tiempo el preludio de una serie de retratos del pianista Víkingur , quien interpretó en esta oportunidad el bello de Edvard .
Al término del concierto, el público tuvo la oportunidad de acercarse personalmente a este joven y brillante artista en una hora de Reflexiones con Víkingur Ólafsson, con improvisaciones de éste al piano, en una sala contigua al gran auditorio Alfried Krupp de la Filarmónica de Essen.
El Concierto para piano de Edvard Grieg es un ejemplo perfecto de la integración del folclore nórdico en la música clásica de concierto. Verbigracia, el final (Allegro moderato molto e marcato) comienza con una típica danza noruega de saltos llamada "Halling".
Víkingur Ólafsson ha interiorizado esta obra como nadie. Estrenado el 3 de abril de 1869 en Copenhague y aclamado como una obra maestra por Franz Liszt, quien estaba enamorado de la partitura, este opus 16 de Grieg se hizo rápidamente tan famoso que casi alcanzó el nivel de un concierto para piano símbolo de la cima del romanticismo alemán, el de Robert Schumann.
Transparencia
No se puede dejar de admirar desde un principio (Allegro molto moderato) la transparente forma de tocar de Ólafsson, que alcanza su clímax en el Adagio, momento en el que el artista revela su auténtica sensibilidad, absolutamente necesaria en este segundo movimiento del Concierto de Grieg.
Este pianista islandés tiene ya una carrera asombrosamente variada a sus espaldas. Aunque solo sea por los compositores que ha tocado: de Johann Sebastian a Claude , de Jean-Philippe a Philip Glass. De esta cultura del eclecticismo habló en la rueda posterior con el público.
Hizo referencia en la oportunidad a sus últimos álbumes grabados bajo el sello Deutsche Grammophon. En ellos aborda a Wolfgang Amadé
Lo hizo a dos niveles. En primer lugar, lo aplicó a obras seleccionadas o fragmentos de obras de Mozart. Se trata de composiciones de la década de 1780, las de "un hombre adulto y un compositor que había alcanzado la madurez después de experimentar la adversidad", subraya en el estudio muy detallado que él mismo ha escrito, bajo el título de A bird of a different feather.
Debussy y Rameau
Ólafsson representa por igual el arte interpretativo maduro y la programación innovadora. El CD con obras de Rameau y Debussy que sacó en marzo pasado ha sido difundido 20 millones de veces por todos los medios de comunicación social.
El creativo músico quiere aprovechar este éxito y ha anunciado varios lanzamientos para los próximos meses bajo el título de Reflections que culminarán en un álbum. Incluirá tanto composiciones originales inéditas, como Pour le Piano, de Debussy, o las piezas Bruyères y Canope, del ciclo de preludios de Debussy, como nuevas interpretaciones del propio Víkingur Ólafsson y de varios otros artistas, como Hania Rani, el Balmorhea Ensemble o Helgi Jónsson. El primer tema ya está desde hace tiempo disponible para su descarga y streaming.
Una visión prometedora
La obra original La damoiselle élue (L. 62: Prelude) de Claude Debussy es una cantata profana que el compositor creó como pieza para dos solistas, coro femenino y orquesta y cuyo estreno tuvo lugar en París en 1893. En el álbum Rework de Ólafsson, esto se puede experimentar en un delicioso arreglo de Hania Rani, que introduce desde los primeros acordes de la pieza, de un poder meditativo sereno, antes de que delicados arpegios y superficies sonoras soñadoras y melancólicas determinen la atmósfera en el curso posterior de la reelaboración.
Un pájaro de otra pluma es una época muy fascinante de un Mozart que no solo fue compositor, sino también un pianista virtuoso, que no solo perfeccionó la tradición clásica, sino que la subvirtió sutilmente. Así ocurre, según Ólafsson, con las pequeñas piezas seleccionadas allí. Como el Rondo K 485 y K 494 o la Fantasía en re menor K 397 con su gusto por la improvisación combinado con una profundidad tonal abismal, o la Kleine Gigue K 574 'un pequeño milagro de ingenio'.
Nada fácil
Pero también dos sonatas para piano que eran especiales para él. La Sonata nº 16 K 545, conocida como la "Sonata fácil" (1788), supuestamente destinada a los principiantes, fue escrita de hecho por razones económicas, y es contemporánea de las tres últimas sinfonías, por lo tanto en un estilo que ciertamente no es "fácil".
En cuanto a la Sonata nº 14 K 457 en do menor, dedicada por Mozart a su alumna Theresa von Trattner, cultiva "una gran y teatral tragedia" y unos contrastes dinámicos que, según el pianista, anuncian a Beethoven. Ólafsson también ha arreglado una pieza muy querida para él: el adagio del Quinteto de cuerda K 516, "un momento de gracia y consuelo", efectivamente destacado en el segundo tema. Concluye su periplo mozartiano con el motete Ave verum corpus K 618, en la transcripción de Liszt, un adagio conmovedor que absorbe al oyente hasta el cielo.
La originalidad no se queda ahí. Ólafsson opta por poner en perspectiva las citadas piezas de Mozart con las de los músicos contemporáneos. La elección es igual de singular y pretende crear transiciones, cuanto menos, inéditas. La selección, perfectamente asumida, reclama a Carl Philipp Emanuel
Los italianos
Una especie de "eco de una época", explica, estos cuatro músicos representan la coexistencia de valores estéticos diferentes, aunque los dos italianos "más alejados, sin vínculos directos significativos con Mozart, pertenecen al mismo ecosistema de la música del siglo XVIII".
Así, interpreta dos piezas del veneciano Galuppi (1706-1785) tomadas de sus sonatas para piano, entre ellas el Laghetto de la Sonata en Do menor y sus arpegios hipnóticos, que preceden ventajosamente al comienzo de la Sonata K 457.
Del napolitano Cimarosa arregló él mismo dos breves sonatas que ofrecen una especie de arioso en tono de lamento. El Rondo II en re menor de las Seis Sonatas para Teclado para Conocedores y Aficionados de CPE Bach, en un estilo similar al de Mozart, le pareció "una opción irresistible", aunque con un enfoque diferente.
El romanticismo
La Sonata nº 47 en si menor de Haydn es igualmente indispensable para él, ya que esta "emocionante obra parece llevar en sí misma la semilla del romanticismo al tiempo que conserva un sentido de majestuosidad barroca".
El pianista islandés es un maestro de la retórica musical, con una sólida cultura. Más allá de un alarde de conocimiento, que no siempre evita la egolatría, lo seguimos porque el planteamiento está sólidamente argumentado. Es uno de esos artistas de la joven generación que tienen algo que decir y que lo proclaman alto y claro. Es igualmente un intérprete fascinante.
Uno se queda inmediatamente impresionado por su facilidad, sea cual sea la pieza que esté tocando. Sabemos que Mozart es, en última instancia, más difícil de tocar de lo que parece. La anécdota de la llamada sonata fácil no es una palabra vacía.
Equilibrio
Ólafsson comparte en igual medida la elegancia del fraseo, el sentido de la proporción, el arte de la transición, la ligereza en los pasajes rápidos así como la delicadeza en los tiempos moderados. Su Mozart ofrece un equilibrio innato entre la melodía y el contrapunto, lejos de cualquier afectación.
Aunque lleva los contrastes al límite, no pretende dar la impresión de cultivar un sonido bello, ni mucho menos favorecer un enfoque que sea una mera exhibición de habilidades poco comunes. Parafraseándole, la consistencia de su pianismo tiene la ligereza de una pluma.
La naturalidad con la que se presentó al público fue encomiable. El piano, situado en el medio de un círculo formado por el público que ocupaba sus asientos, sumado a la tenue iluminación de la pequeña sala, creaba una atmósfera seductora que favorecía al artista y a su instrumento.
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