Reino Unido
Flórez canta Rodolfo
Agustín Blanco Bazán

La reposición de esta inesperadamente sosa regie de La Bohème de tenor lírico ligero iba cambiando, las expectativas comenzaron a centrarse en verlo más bien en Rigoletto o Traviata, según había ocurrido con Alfredo .
interesó particularmente al público de Londres por la presencia del tenor lírico Juan Diego como Rodolfo. Al pasado pertenecen aquellos sobreagudísimos que el peruano derrochaba para deleite los asistentes a algunas inolvidables representaciones de La hija del regimiento. Y según la voz de aquel por entoncesPero no: es con un pseudo-lírico rol del verista Puccini que Flórez decidió enfrentarse, tal vez sin atenerse a pensar demasiado que no solo de voces se trata, sino también de texturas orquestales. Como era de prever, Flórez cantó con fraseo ágil y enfático firmemente desarrollado con la ayuda de su excelente fiato, pero la orquesta lo tapó en “l'anima ho milionaria” y, siempre en “Che gélida manina”, el agudo final salió demasiado forzado, invitando a preguntarse sobre si Flórez no debería evitar este tipo de repertorio para preservar una voz excepcional.
Las dificultades dinámicas suscitadas por la falta de balance entre la orquesta y el tenor fueron acentuadas por la batuta de Kevin John Edusei, quien por lo menos en este caso se presentó con una fastidiosa tendencia al forte y una interpretación enérgica pero mas bien maquinal y de poca consideración a las voces.
A quién Edusei no pudo tapar fue a Aylin Pérez, una Mimí afirmada en su registro medio alto como para resistir cualquier embate orquestal y aún apianar del forte a la mezza voce sin disminuir la fuerza de su proyección a la sala. Ni una sílaba perdió el público de su “Mi chiamano Mimi” y la expansión de timbre y color en “ma cuando bien lo sgelo” fue tan radiante como el “primo sole” por ella descrito.
Danielle de se presentó como una Musetta de fraseo ágil y seguro en el registro medio alto contrarrestado por sus usuales asperezas en el bajo. Siempre una excelente artista, de Niese vio malograda su actuación por la equivocada regie de personas de Richard Jones, en este caso agravada por la obscena ramplonería impuesta por la responsable de la reposición. En “Quando m’en vo“ esta Musetta no solo se subió a la mesa con brutísima agresividad sino que hasta llegó a sacarse sus calzones para refregárselos en la cara a Marcelo mientras las incontenidas carcajadas del público casi llegaron a tapar a la estridente orquesta de Edusei. Demás está de decir que la incomparable sutileza erótica de este vals lento desapareció en medio de esta pantomima.
Marcello fue un Andrey
A partir del tercer acto,
esta partitura admirable fue apoderándose de todos los artistas para
concentrarlos hacia su irresistible desenlace dramático. Edusei se comportó más
sutilmente y el cuarteto final de la escena de la Barrière d´Enfer fue iniciado
por un calmo pero implacable “Donde lieta usci” a cargo de una Mimi que Perez
supo hacer crecer dramáticamente en forma admirable, con más reproche que
tristeza en “Bada sotto il guanciale” Con este toque maestro evitó la actitud
plañidera con que algunas cantantes arruinan este personaje poderoso en su
integridad.
Y de allí en adelante las lágrimas salieron como de costumbre cuando nos dejamos llevar por buenos cantantes actores. De La Bohème de Harry
la reposición copia un efectivo momento final: tres de los bohemios huyen de una muerte que tanto se desesperan por ocultar con una alegría frenéticamente estereotipada. Solo quedan Musetta y Rodolfo. En la regie de Kupfter hasta Rodolfo salía corriendo dejando solas a esos dos grandes personajes femeninos: Mimi como la poesía, y Musetta como una humanidad a prueba de bala, ya insinuada en “Quando m´en vo”, cuando se canta como es debido y sin hacer payasadas.
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