España - Valencia
Arrels: crossover amplificado
Francisco Leonarte
Seamos honestos. De la música antigua, y en
particular de la música medieval, poco nos queda como testimonio: las
imágenes de instrumentistas, juglares y cantantes; partituras que hay
siempre que completar desde el punto de vista de la instrumentación, del ritmo
y del estilo; la tradición popular, y alguna cosa más. Cuanto más nos
remontamos en el tiempo, mayores son las posibilidades de que lo que estamos
escuchando poco o nada tenga que ver con lo que en su día escucharon nuestros
ancestros.
Los primeros intérpretes que intentaron resucitar la música antigua intentaban ser lo más rigurosos posible, a menudo dando lugar a interpretaciones algo secas o envaradas. Vino entonces el recientemente fallecido René a quien tanto debemos los melómanos. En una serie de grabaciones de los años 1970, Clémencic, con su conjunto, reinterpretó los pentagramas antiguos echándole imaginación, bebiendo de las tradiciones populares y privilegiando el espíritu de las obras. Pero sin que faltase el rigor.
De ahí beberían los , , y compañía, en que la dosis de rigor menguaba en favor de la dosis de fantasía mejor o peor entendida ... De hecho, en 2001 Dumestre sacó un disco, Aux marches du palais, que reinterpretaba canciones del acervo popular francés con los criterios de la música antigua, y añadiendo compases y compases de introducciones, variaciones y repeticiones salidas única y exclusivamente de la imaginación de su conjunto, Le poème harmonique. El disco contiene música muy vistosa y tuvo gran éxito comercial
Con Arrels, Carles
La idea parece atractiva. Si se hace con rigor, atribuyendo a cada danza o melodía tradicional el estilo que correspondería a su momento de nacimiento, la cosa puede ser más que interesante. No fue el caso.
Artísticamente malo...
Puede que quien escribe estas líneas parezca
en exceso cascarrabias, pero creo que sólo pido honestidad.
Cuando veo que las letras tradicionales han
sido sustituidas por letras encargadas a poetas valencianos actuales ya me digo
"malo". Cuando escucho esos nuevos textos, cursis, almibarados, con
poco o nada de popular, me digo "peor". Y cuando caigo en la cuenta
de que esos nuevos textos claman la "igualdad", el "respeto", y otra serie de valores universales, para estar
seguros de que todo es políticamente correcto como si se tratase de un meeting
y no de un concierto, ya me digo "apaga y vámonos".
Hubiese sido lo de menos si el resultado
musical hubiese sido interesante. Pero tampoco.
Entiendo que tratándose de músicas populares
servidas según el estilo de su creación, dada la escasez de fuentes inherentes
al proyecto, haya una parte de fantasía interpretativa, pero con tiento.
Sólo pido que no me trufen las melodías con giros armónicos modernos, que no utilicen instrumentos que no corresponden a la época o al lugar (el quanum en las danzas populares valencianas del siglo XVIII, por ejemplo, me chirriaba constantemente, y los Goigs a nostra senyora de l'antiga, la única obra de autor conocido, Juan Bautista Señor de los Anillos , fue destrozada con una instrumentación idiota, digna de la banda sonora de El ),
Desearía también que se abstuvieran de
utilizar ritmos de jazz (fueron insoportables por extemporáneos la percusión y
el contrabajo), que si es posible no alargasen hasta el aburrimiento cada
melodía, o que evitasen echar azúcar hasta el empalago (fueron más que notables
la cursilería de
Se puede hacer lo que los americanos llaman 'crossover', pero entonces ha de presentarse como tal el concierto
(y yo decidiré si asisto o no), pero en ningún caso como el concierto de un
grupo de música antigua.
Magraner decía pretender presentarnos estas
danzas populares como si estuviéramos en un salón de la antigua aristocracia
valenciana, pero en realidad hizo todo para que escuchásemos esas danzas
populares como si saliesen de una película de Disney.
… técnicamente, peor
El teatro Principal de Valencia data de mediados del XIX. Es un teatro en que han cantado -por sólo hablar de voces relativamente recientes- Kraus, Domingo, Carreras, Raimondi, Tebaldi, Lorengar, Birgitt Nilson, Berganza, Caballé... Y los pianissimi de la Caballé se escuchaban divinamente.
Me informa un buen amigo de que el teatro sufrió al final del siglo XX una de esas restauraciones que la cagaron quitándole los resonadores originales bajo las butacas. Hoy en día tiene una acústica muy seca. Tanto que mucha gente estima que es totalmente inadecuado para muchas cosas.
Personalmente, después de haber asistido al
concierto del día siguiente, con clave, creo que, reconociendo que la
acústica es seca, falta de brillo, es totalmente posible. Incluso para
un recital de música antigua.
Y si a un conjunto o intérprete le parece imposible la sala, que cambie de sala o que anule el concierto. Lo que me parece inadmisible es que el concierto tenga lugar en un teatro del XIX con una (bastante mala y muy desagradable) amplificación sonora. Y ese fue el caso.
¿Algo que salvar de todo esto ?
Los distintos instrumentistas conocen bien sus
instrumentos, los tañen bien.
A destacar Eduard Navarro a la bandurria y a la dolçaina.
El cantante de música popular valenciano Cant de Batre ‘Apa’ conoce a la perfección el estilo, sus melismas suenan bien timbrados, se nota que sabe improvisar, y se permite llegar al límite de su tesitura y arriesgar. Sus intervenciones fueron -con mucho- lo mejor del concierto, sobre todo cuando lo dejaban solo (preciosos los , muy emparentados con los cantos que, en la misma ocasión, estando el hombre sólo trabajando, se estilaban en la música popular de Castilla, cercanos a los melismas del flamenco). Espero tener la suerte de escucharlo un día sin amplificación. Y con los textos originales o las improvisaciones a las que invita la tradición.
El Principal sigue siendo un bonito teatro del
XIX en el que siempre da gusto entrar.
Personalmente tuve el gusto de volver a ver a
algunos amigos queridos, y de protestar con ellos a la salida del concierto por
lo mucho que nos había disgustado.
¿Más cosas que salvar ?
Creo que no.
Lástima de ocasión desaprovechada.
Me dicen los amigos que normalmente Carles
Magraner y su Capella de Ministrers están muy bien. Confío en mis amigos.
Confío en que este Arrels sea sólo un error de rumbo. Un error
circunstancial.
NB – para guinda de tan fausto concierto, había que añadir la malamabilidad del personal del teatro, por un lado echándonos de la sala con gestos y palabras de espantar a las gallinas apenas cinco minutos después del concierto (que duró una hora y veinte minutos sin entreacto, aunque aquello se me hiciera larguísimo), y por otro impidiendo que sacásemos fotos durante los saludos porque "el grupo ya había contratado a un fotógrafo" (palabras textuales).
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