Chequia
Festival JanáčekUn suspiro de aire fresco
Robert Ferrer Llueca
Gran ovación para la reposición de esta extraordinaria producción con la que se abría hace unos días el presente festival Janáček Brno, y en la que se ponía por primera vez en escena la Misa glagolítica (sí, han leído bien), precedida por la ópera póstuma del compositor moravo, Desde la casa de los muertos. Asumía la responsabilidad desde lo escénico el propio director de la Ópera Janáček de Brno, Jiří Heřman, y evidentemente la expectación ante tal intento novedoso era máxima: lleno absoluto, asistencia de la prensa internacional, retransmisión en directo por OperaVision.eu.
La Misa
glagolítica, que es claramente una obra cumbre del repertorio
sinfónico-coral del siglo XX, funciona perfectamente en las salas de concerto
sin más, pero, ¿por qué no una versión escénica? Este experimento no es nuevo,
se ha hecho en otras ocasiones y con obras de distinta índole, como por ejemplo
con el Diario de un desaparecido del propio Janáček.
La concepción escénica y el diseño de iluminación de Jiří Heřman para esta producción resultaron muy agradables y atractivos en todo momento, con movimientos escénicos realmente muy dinámicos y narrativos que demuestran una buena comprensión dramática de la obra por este destacado director de escena checo. Excelente sin duda la escenografía preparada por Tomáš Rusín, en la que debemos destacar un elemento escénico fundamental para esta ópera, las enormes cadenas colgantes desde el techo que articulan varios de los movimientos escénicos concebidos por Heřman.
Como en otras de sus
grandes producciones preparadas para este mismo teatro, a Heřman le interesa el
aprovechamiento total del espacio escénico, tanto en lo que se refiere a la
propia escena como más allá de ella, un interés que aquí se concreta
básicamente en acciones en los laterales o enfrente, justo delante del público.
Dos juegos de timbales a cada lado con sus respectivos intérpretes-guardias
vestidos de rojo, la banda del segundo acto de Desde la casa de los muertos
también desde el lateral derecho, tránsito continuo de personajes por delante
del público en la primera fila para resaltar sus roles y acciones, etc. Todo
ello acentuado por el interesante vestuario de Zuzana Štefunková Rusínová, basado
en el uso de tonos cromáticos básicos (negro, blanco, rojo y poco más), completamente
adecuado para ambas obras.
En cuanto a los solistas, vocalmente destacaron sobre
todo Gianluca Zampieri (Luka), Peter Berger (Skuratov), Roman Hoza (Gorjančikov)
y, aunque con intervenciones más modestas, también Lukáš Bařák y Eduard
Martyniuk. Tampoco se quedó atrás Jarmila Balážová (Aljeja), quien mostró unas
muy buenas dotes canoras. Quizás la voz menos destacable fuese la del barítono
eslovaco Pavol Kubáň (Šiškov), aunque también es cierto que mantuvo
excelentemente la tensión requerida durante su principal y más exigente intervención
en el tercer acto. En general, todos los cantantes elegidos para los numerosos personajes
comprimarios defendieron sus partes vocales con total solvencia, y destacaron también
por sus excelentes cualidades escénicas, especialmente en las representaciones
teatrales dentro de prisión incluidas en el segundo acto.
En la segunda parte de la velada, el tercer acto de la ópera y la Misa glagolítica. El cambio de escena (y de obra) se realizó mediante una transición de campanas grabadas durante la cual el actor Michal Heriban, que representaba el personaje del águila (Orel) en el final de Desde la casa de los muertos, se transforma en un Cristo colgado de cadenas para el inicio de la Misa glagolítica. Ésta se ofreció usando la versión de la partitura de septiembre de 1927 en la edición de Jiří Zahrádka, menos habitual que otras versiones en las salas de concierto, pero sumamente interesante.
Pero lo realmente impresionante fue la interpretación de la orquesta bajo la batuta del director de orquesta Jakub Hrůša, muy reconocido recientemente a nivel internacional. Irreconocible la orquesta del Teatro Nacional de Brno: parecía otra distinta, como transmutada, totalmente elevada a un nivel internacional inusitado y sin precedentes debido a la influencia de este excelente director que, además, es oriundo de Brno. Su interpretación de Desde la casa de los muertos nos encandiló completamente, pasó como un suspiro de aire fresco con todos los elementos sonoros en su sitio, lo que no suele ser habitual en una ópera en general poco comprendida y considerada simplemente como sombría. A excepción de algún desajuste mínimo entre coro y orquesta por la distancia entre el foso y la escena en la Misa glagolítica, la interpretación orquestal fue impecable durante toda la representación.
A destacar también el efecto stereo producido por las distintas intervenciones de timbales, interpretadas las más de las veces de manera alternada entre los tres timbaleros (dos en los laterales a izquierda y derecha de la escena, uno en el foso), efecto que en la Misa glagolítica adquirió especial relevancia sonora debido a la interesante escritura orquestal original. Los solos de órgano, pregrabados por Petr Kolář, mostraron una interpretación que nos pareció bastante sui generis, y tampoco es lo mismo escuchar estos impresionantes solos en directo desde un buen órgano, que así reproducidos. Pero es lo que tiene el teatro.
Y una ocurrencia interpretativa más que sirvió además para generar “personajes” en la Misa glagolítica: la alternancia de dos solistas para las varias intervenciones, a excepción de la soprano Kateřina Kněžíková, que se encargó ella sola de regalarnos una maravillosa interpretación en todos los sentidos. Todo ello fue deleite de un público brunense completamente receptivo y siempre fiel a su querido Leoš Janáček.
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