España - Galicia
Manolo el del bombo
Xoán M. Carreira
Palacio de la Ópera. Hector Berlioz, Carnaval romano (obertura). Max Bruch, Fantasía escocesa. Felix Mendelssohn, Sinfonía nº 3 (versión original de 1842). Javier Comesaña, violín. Orquesta Sinfónica de Galicia. Frans-Aert Burghgraef, director
Un escueto anuncio, "James Conlon se ha visto obligado a cancelar por enfermedad su presencia en A Coruña para este concierto", fastidió a algunos de los abonados de la orquesta, que consideraban que no es lo mismo ver dirigir a Conlon, una de las principales 'estrellas' previstas para esta temporada, que a Frans-Aert Burghgraef, y que además estaban 'extrañados' por la enfermedad de Ernani, , que sólo afectó a su concierto en Coruña y no le impidió dirigir ni los días anteriores (Florencia, hasta el 20 de noviembre), ni los siguientes (Bolonia, 30 de noviembre, y Turín, 7 de diciembre).
La gerencia de la OSG se vió obligada ante esta cancelación a buscar una alternativa, que implicaba casi necesariamente cambiar el programa anunciado: Claude Debussy / Marius Burghgraef (1983) y (Sanlúcar de Barrameda, 1999), premio Jascha Heifetz de Vilnius en 2021.
, Pelleas et Melisande [primera vez por la OSG], y Alexander von , La sirenita. Sin duda cabía la opción de cancelar el concierto, lo cual implicaría riesgos cuando la OSG -al igual que todas las orquestas europeas- se está recuperando del cierre pandémico, que ha producido una enorme sangría de abonados. De modo que finalmente se optó por dar una oportunidad a dos jóvenes promesas,Comesaña es un excelente violinista, de sonido precioso, cálido fraseo y evidente capacidad de comunicación e inteligencia musical. Tuvo que luchar contra dos enemigos poderosos, la pésima acústica del Palacio de la Ópera, y la incompetencia de un director incapaz de acompañarlo y que lo tapaba constantemente con una dinámica desaforada. Por lo poco que pude oír, me pareció que Comesaña plantea una interpretación interesante de la Fantasía escocesa de Max Bruch, que despertó mi interés en escuchársela en mejores condiciones. Como bis ofreció el Capricho nº 14 de Paganini en una espléndida interpretación en la que exhibió su virtuosismo técnico, una articulación modélica y un bello sonido, que se proyectó con claridad en el amplio espacio del Palacio de la Ópera.
Frans-Aert Burghgraef ejecutó las tres obras del programa con una torpeza técnica que dejó en evidencia sus limitaciones musicales y conceptuales. La monotonía rítmica, la ausencia de planos, la inexistencia de fraseo y los errores en las entradas no fueron encubiertos por las dinámicas fuertísimas y el barullo generalizado durante todo el concierto. De hecho, en la segunda parte del concierto, la Sinfonía nº 3 de Mendelssohn, la concertina invitada, Joanna Wronko, optó por mover su silla y acabó sentándose en una posición que le permitió ser vista con mayor facilidad por la orquesta, que se orientó parcialmente por su dirección.
Como culminación de este disparate sin paliativos, Burghgraef anunció que -dado el carácter escocés del programa- los profesores de la OSG iban a cantar una emblemática canción escocesa, detalle que podía haber sido entrañable para cualquiera que no estuviera informado de que unas horas antes había estallado un gravísimo conflicto de poderes entre el Tribunal Supremo del Reino Unido y el Parlamento de Escocia, convirtiendo esta interpretación en un posicionamiento político que no debía haber subido jamás al escenario de la OSG.
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